Illa avanza en la ‘amnistía política’ a Puigdemont para allanar el camino a Sánchez
El ‘president’ socialista y el líder de Junts se reúnen esta tarde en la sede de la Generalitat en Bruselas

El curso político comienza con una foto que, aunque siempre estaba en el tintero, parecía que nunca llegaría. El actual presidente de la Generalitat, el socialista Salvador Illa, y uno de sus antecesores en el cargo, Carles Puigdemont, se reunirán finalmente este martes en la sede del Gobierno catalán en Bruselas. El encuentro llegará a las puertas de lo que tiene todas las papeletas de ser un otoño de alto voltaje y busca engrasar la relación con uno de los socios más impredecibles de la coalición. El gesto permite apuntalar el Gobierno de Pedro Sánchez y, al mismo tiempo, ofrece al expresident la amnistía política que siempre había reivindicado, en previsión de que la judicial aún tarde.
Illa justificó este lunes su encuentro con Puigdemont, que desde 2017 vive en Bruselas primero para evitar la acción de la justicia por el procés y ahora a la espera de la decisión sobre la amnistía, “para enviar el mensaje de que en democracia el diálogo es el motor”, según dijo en una entrevista a Catalunya Ràdio. El president completará así la ronda de contactos con todos sus antecesores en activo. En su día, el marginar al líder de Junts había sido siempre un agravio para esta parte del independentismo y, de hecho, este lunes su número dos, Jordi Turull, aseguró que el encuentro de este martes llega “tarde”.
Hasta ahora, el exnúmero tres del PSOE, Santos Cerdán, y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero habían sido los socialistas con más ascendente en verse, al menos de manera pública, con el líder independentista. La posibilidad de un encuentro con Pedro Sánchez también estaba en el tintero, y el propio presidente insistió en ello antes de irse de vacaciones. “La Ley de Amnistía precisamente es para superar la situación que se vivió en 2017, este es un país que mira hacia delante, y me reuniré con todos ellos, para tratar estos temas y otros mucho”.

Pero de momento eso sigue sin llegar. Y desde que Cerdán cayó por el presunto escándalo de corrupción, la interlocución entre PSOE y Junts, con su mesa de negociación en Suiza, continúa pero sin una cara visible. Cierta interinidad que se solapa con un momento crítico de un Gobierno urgido de asegurarse que la amplia coalición que le da apoyo se mantenga unida y con poco margen para garantizar avances legislativos, por ejemplo, con el tema de las competencias en inmigración.
El propio Puigdemont, en el acto de celebración de los cinco años de su partido, avisó que en este otoño Junts tendría que tomar “decisiones” e insistió en que el PSOE se equivoca si da su apoyo por descontados. Pero más allá del tono beligerate, y tras la extravagante petición a Sánchez de que se sometiera a una cuestión de confianza como medida de presión, al partido independentista se le acaban los resortes. Además hay más en juego. En caso de acabar en la justicia europea la decisión última sobre la amnistía, Puigdemont sabe un cambio de Gobierno podría ir en contra de sus planes y tenga que medir mucho sus pasos.
De ahí que ahora los socialistas saquen ahora un comodín. Desde que se avino a pactar la investidura de Sánchez, Puigdemont quiso reivindicarse también como un actor político ineludible pese a su situación jurídica, algo que él mismo denominó la “amnistía política”. “Hay dos tipos de amnistía: la judicial y la política. Ya sabíamos que habría problemas con el Tribunal Supremo y con los jueces que siempre se las han apañado para subvertir la ley [...]. Cuando Pedro Sánchez o Salvador Illa se resisten a venirme a ver o a ponerme escolta, esto no depende de ningún juez, depende de la política”, aseguró en una ocasión el expresident. La vicepresidenta Yolanda Díaz, de hecho, ya había dado en su día el paso, visitándole también en Bruselas.
“Vamos a escuchar”, aseguran desde el entorno de Puigdemont respecto a la reunión, donde recuerdan además de la lista de pendientes por cumplir derivada del acuerdo de investidura del jefe del Gobierno. Pese a que las respectivas negociaciones para los Presupuestos de 2026 están en el horizonte, las tres partes niegan que la visita tenga como objetivo básico ese punto. Mientras que en el Congreso Sánchez no tiene más opción que la sumar con los independentistas y nacionalistas, en el Parlament es impensable una suma PSC-Junts y se da por hecho que las cuentas repetirán la triada PSC-ERC- Comunes. “Quien tiene hambre sueña pan”, escribió en la red X Turull para diluir el mensaje de que la visita encarrilaba algún tipo de pacto.

“Que el presidente de la Generalitat se convierta en el señor Cerdán es una falta de respeto al conjunto delos catalanes y al Estado de las autonomías”, criticó ayer el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. Los socialistas de lado y lado del Ebro insisten en que el paso se enmarca dentro de la senda de normalización política y, que además, Illa tiene el argumento de la necesidad de completar su ronda institucional con los expresidentes. De ahí que, por ejemplo, el encuentro se haga en la sede de la Generalitat en Bruselas.
La foto de ambos mandatarios dará para muchos análisis de gestualidad no verbal, pero es de entrada un mensaje en sí que ambas partes pueden explotar en sus respectivas parcelas. La visita de Illa llega además acompañada de peticiones al poder judicial para que respete las decisiones del legislativo. “Me gustaría que el curso político que iniciamos ahora vea la aplicación efectiva y completa de La ley de Amnistía, una decisión tomada por quien le corresponde, que es el poder legislativo”, defendió el president en unas jornadas de trabajo en Arnes (Tarragona).
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