El papa Francisco aprueba el primer paso para la beatificación del arquitecto Antoni Gaudí
El Pontífice firma el decreto de “virtudes heroicas”, 25 años después de la puesta en marcha del proceso, trámite inicial que ahora requerirá la certificación de un milagro para poder ser beato, y un segundo para llegar a santo


El papa Francisco ha aprobado este lunes el decreto que reconoce las “virtudes heroicas” del catalán Antoni Gaudí, conocido como el “arquitecto de Dios” por su trabajo en el diseño de la Sagrada Familia de Barcelona y que ya en su tiempo era conocido por su devoción. Se trata del primer trámite en el largo y complejo camino burocrático para ser declarado santo, y en este caso ha llevado 25 años desde que la Santa Sede dio el visto bueno en 2000 a la puesta en marcha del proceso. El siguiente paso es la beatificación, una fase aún más complicada y que a veces dura décadas, pues las reglas vaticanas exigen la certificación de un milagro realizado en los próximos años por intercesión del candidato. Por último, para ser santo es necesario un segundo milagro.
La decisión del Pontífice se ha conocido este lunes por la mañana, en un comunicado del Dicasterio de la Causa de los Santos que ha informado de las novedades en varios de los expedientes abiertos, entre ellos el de Gaudí. En la lista de reconocimiento de milagros, martirios y virtudes heroicas, la última línea incluye la mención al caso del célebre artista, “nacido el 25 de junio de 1852 probablemente en Reus y fallecido el 10 de junio de 1926 en Barcelona”. Con el decreto que considera demostradas las “virtudes heroicas” del aspirante, se le declara “venerable siervo de Dios”.
La idea de pedir al Vaticano que Gaudí fuera declarado santo maduró en los años noventa, con la Asociación Pro Beatificación de Gaudí, fundada en 1992 y presidida por José Manuel Almuzara. En mayo de 1998 los obispos catalanes acordaron conceder la autorización para introducir la causa de beatificación. El proceso como tal comenzó formalmente en marzo de 2000, cuando la Santa Sede autorizó su apertura. Entonces se formó un tribunal eclesiástico en Barcelona para la recogida de pruebas, documentos y testimonios, que en 2003 envió al Vaticano un informe de 1.024 páginas para demostrar que Gaudí había llevado una vida ejemplar. A partir de entonces, el expediente se ha demorado más de dos décadas en el Dicasterio de las Causas de los Santos, el organismo vaticano que examina y valora todos los expedientes de candidatos a la santidad.
“La fama de santidad de Gaudí se remonta a 1900″, dijo entonces Lluís Bonet Armengol, uno de los postuladores de la causa para la beatificación e hijo de uno de los arquitectos continuadores de la Sagrada Familia. “Desde pequeño fue un hombre que tuvo un gran respeto por la naturaleza, que trasladó incluso a su obra; llevó una vida de gran austeridad, que contrasta mucho en nuestra sociedad de bienestar, en la que a veces se va en contra de la sostenibilidad; fue un buen profesional que se empeñó en realizar un trabajo bien hecho; se quedó soltero, pero tuvo un gran amor por su familia, y proyectó toda su fe en Jesucristo y la palabra de la Iglesia en una gran obra como la Sagrada Familia”, explicó. Su vida humilde hacía, de hecho, que vistiera casi como un mendigo y tras el accidente que le costó la vida, atropellado por un tranvía, fue tomado por uno de ellos y conducido a un hospital para pobres, donde falleció tres días después.
El portal informativo de la Santa Sede, Vatican News, detalla hoy en una breve semblanza de Gaudí que en la cuaresma de 1894 sufrió una grave enfermedad, “causada por un estricto ayuno que, si bien puso en peligro su vida, le proporcionó una profunda experiencia espiritual en su búsqueda de Dios”. A partir de entonces, “poco a poco fue perdiendo a todos los miembros de su familia, se embarcó en un auténtico ascetismo espiritual, rechazó nuevos encargos y se concentró exclusivamente en la Sagrada Familia, hasta el punto de que en 1925 adaptó como residencia una pequeña habitación contigua al templo”. “Cristiano convencido y practicante, asiduo a los sacramentos, hizo del arte un himno de alabanza al Señor, a quien ofrecía los frutos de su trabajo, que consideraba una misión para dar a conocer y acercar a los hombres a Dios”, concluye.
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