Las lagunas de la escuela inclusiva en Cataluña: falta de personal, profesorado poco formado y sin apoyo en las extraescolares
La Síndica de Greuges publica un informe en que afirma que no se está garantizando “la plena inclusión del alumnado con necesidades especiales”
Desde la aprobación de decreto de la escuela inclusiva -el 150/2017- hace ocho años, Cataluña ha dado pasos positivos en esta dirección -escolarizar alumnos con discapacidad es escuelas ordinarias-, pero todavía queda mucho camino por andar y el sistema presenta muchas carencias persistentes que hace que no se esté garantizando “la plena inclusión del alumnado con necesidades especiales”. Así lo concluye el informe elaborado por la Síndica de Greuges, Esther Giménez-Salinas, que realiza un diagnóstico de la situación actual, apuntando como principales problemas la falta de recursos humanos, la poca preparación del profesorado para atender a este tipo de criaturas y a la necesidad de un cambio cultural profundo.
En el curso 2023-24 había diagnosticados 38.027 alumnos con necesidades especiales -conocidos como NESE A-, que suponían el 3,9% del total de alumnos. Esta cifra es el 60% más elevada que en el curso 2017-18, cuando se publicó la norma, con 23.857 alumnos detectados. Los expertos coinciden en explicar esta subida por la mejora en la detección de estos alumnos.
La Defensora destaca que en estos años se han producido “avances importantes” en el despliegue de la norma, en cuanto a la mejora en la detección de los alumnos con alguna discapacidad o en el aumento de personal que los atiende. No obstante, admite que todavía son “insuficientes” para atenderlos a todos, cosa que en algunos casos lleva a las familias a pedir la escolarización de su hijo en un centro de educación especial.
Sobre las ayudas y personal de apoyo con el que cuentan estos alumnos NESE, como la SIEI, la Síndica lamenta que en ocasiones se usa para separarlos del resto del grupo, cosa que genera una “segregación interna” de los alumnos NESE, y recuerda que estos recursos no son asignados de forma individual al estudiante, sino que son de todo el centro.
La Síndica también critica que en ocasiones el propio personal de atención educativa -como los EAP, que diagnostican a los alumnos y deciden qué apoyo se le da- rema en contra de la escuela inclusiva porque no creen en este sistema y “proporcionan un asesoramiento a las familias no siempre orientado hacia la inclusión”. El informe también comenta que “los EAP están saturados y que a su intervención les falta intensidad”. En este caso, la Síndica considera que los profesionales que forman este servicio deberían entrar más en las aulas para conocer la realidad de las escuelas.
Asimismo, el informe lamenta la falta de formación de los docentes en el ámbito de la inclusión, pero lo achaca especialmente al Departamento de Educación, porque considera que “no está dando respuesta a las necesidades formativas del profesorado”, ya que las solicitudes para un curso de formación relacionado con la escuela inclusiva doblan las plazas existentes.
Por otra parte, el informe también revela que en el caso de los NESE A tampoco se están repartiendo de forma equitativa entre los centros -igual que pasa con los NESE B, con dificultades socioeconómicas-, y que las escuelas de máxima complejidad, con más concentración de alumnos vulnerables, acogen a la vez más alumnos con discapacidad, concretamente, el doble, que los centros sin complejidad. La Síndica apunta que ello puede dificultar todavía más la atención a estos estudiantes.
Y sobre la trayectoria académica de estos alumnos, la Defensora calcula que la mitad de los alumnos NESE abandona los estudios una vez finalizada la etapa obligatoria. Y en el caso que decidan seguir los estudios, “muchos optan por centros de educación especial porque no encuentran encaje en la ordinaria”.
200 quejas
El tema de la inclusión copa las quejas recibidas por la Síndica: un total de 200 durante 2023 (25 más que el año anterior), de las cuales 1.156 (17%) corresponden al ámbito educativo, aunque son 700 menos que un año antes. La mayoría de las quejas van entorno a la dificultad para realizar excursiones o salidas. “Hemos ido a lo básico y cuando se produce algo extraordinario se ve la falta de soporte a estos alumnos”. El informe admite que en estos últimos siete cursos se han incrementa los recursos de personal, “pero todavía hay necesidades no cubiertas”, entre las que destaca especialmente las horas de ocio educativo, como extraescolares o casals.
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