La nueva cúpula de Junts: un democristiano independentista, el pedigrí convergente y políticas con futuro

A diferencia del segundo congreso de Junts per Catalunya, en el verano de 2022, en el que ha comenzado este viernes en Calella (Barcelona) no hay riesgo de grandes sorpresas o turbulencias. La decisión de Carles Puigdemont de ser el presidente de la formación cierra cualquier tipo de debate interno entre almas, si bien está por verse cómo se termina de perfilar la ponencia organizativa que fija como debe ser la estructura y que se aprueba este sábado. De momento, además de la presidencia y la secretaría general, se se fija un “máximo” de cuatro vicepresidencias; la secretaria de organización; la de finanzas y 25 vocales.

Hace dos años, en Argeles-sûr-Mer (Francia), el partido se jugaba con la posibilidad de acabar en un cisma si no se encontraba un encaje entre la sensibilidad más de tradición convergente y la que se se autodenominaba como “hija del 1-O”, en referencia a su marcado perfil de activismo independentistas. La repartición de la presidencia y la secretaría general (la primera para Laura Borràs y la segunda para Jordi Turull), con igual número de sillas para ambas almas en la Ejecutiva. La tensión quedó reflejada en el hecho de que pese al acuerdo, en las votaciones desbloqueadas de las listas, dos nombres propuestos por la ahora futura presidenta de la fundación de Junts no alcanzaron el 50% de apoyo.

Con el borrasismo neutralizado, el tándem Puigdemont - Turull han tenido prácticamente carta blanca para diseñar una nueva dirección que busca mandar diferentes mensajes. El expresident ha abierto el camino a Antoni Castellà, ex Unió y posteriormente cabeza visible de Demócrates, para que aterrice en la Ejecutiva como vicepresidente. No es el único nuevo polo en la formación: se intenta promover a la figura de Mònica Sales, la actual portavoz en el Parlament, y a Judith Toronjo, expresidenta de las Juventuts Nacionalistes de Catalunya. Y se premia la fidelidad: Josep Rius revalida su condición de escudero y hombre de máxima confianza del expresident, mientras que la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, recibe un espaldarazo por su labor en Madrid.

Estos son algunos de los nombres claves de la nueva dirección:

Judith Toronjo

Tordera, Barcelona, 34 años. La que fuera secretaria general de la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC), las juventudes antes de Convergència y ahora de Junts, es otra de las apuestas de futuro del partido. Politóloga de formación, tendrá que asumir la cartera delicada de la secretaría de organización. Reemplaza a un borrasista, David Torrents, que en realidad siempre tuvo un papel más institucional que efectivo en mantener engrasadas las relaciones con el territorio.

Jordi Turull

Parets del Vallès (Barcelona) 68 años. El exconsejero de Presidencia, condenado e indultado tras el juicio al 'procés' repite como secretario general del partido. Ha sido un periodo convulso: además del enfrentamiento con Laura Borràs y sus afines, tuvo que capitanear el ciclo electoral (que fue positivo para Junts aunque siga lejos de los votos obtenidos previamente), la salida del Govern de Pere Aragonès, la negociación de la investidura de Pedro Sánchez y la frustrada vuelta de Carles Puigdemont. Sus años de experiencia gestionando los entresijos de Convergència y del Parlament le han dado no solo autoridad moral ente sus compañeros sino que también se le reconoce su capacidad de gestionar y organizar. Sigue siendo un hombre de máxima confianza del expresident, aunque en muchas ocasiones no compartan visiones sobre el momento político.

Mònica Sales

Tortosa, Tarragona, 41 años. El aterrizaje de esta filóloga de formación a la cuarta vicepresidencia de Junts es todo un mensaje para la organización. Comenzó su carrera política como portavoz municipal de Convergència y llegó al Parlament en las elecciones de 2017, tras ser incluída en la lista de Junts. Desde la pasada legislatura se le ha ido promocionando -era portavoz adjunta del grupo- y ahora se le da todo el foco para que lidere la coordinación del trabajo en la Cámara. En un rol que queda muy descafeinado sin la figura del jefe de la oposición -que Puigdemont no ha pedido-, Sales comienza una transición de cambio de liderazgo en el Parlament, que hasta ahora ostentaba Albert Batet y que se limitará a un papel más institucional.

Josep Rius

Barcelona, 50 años. Desde que, en 2016, se encargó de la dirección del gabinete de presidencia de Carles Puigdemont, este abogado de formación no ha dejado de estar al lado del 'expresident' en las buenas y en las malas. Rius es de las personas en que más confía Puigdemont, por su talante, profesionalidad y empatía, y de ahí que ejerza cierto papel de control externo de lo que ocurre no solo en el partido, sino también en el Parlament y en el Ayuntamiento de Barcelona, donde es concejal. Hasta ahora ha sido el portavoz de la Ejecutiva y no son pocas las voces dentro del partido que lo ven como un posible candidato en las próximas elecciones municipales.

Míriam Nogueras

Dosrius, Barcelona, 44 años. La portavoz de Junts en Madrid aterriza en una de las vicepresidencias del partido tras ya haber tenido una silla en la Ejecutiva. En diez años de carrera política, Nogueras ha ido madurando públicamente y ganando peso dentro de la formación. La manera como lleva la interlocución con el Gobierno de Pedro Sánchez está bendencida por Puigdemont, que ahora le abre las puertas de la dirección del partido y se ofrece también como una gran carta de futuro. Es diputada en el Congreso desde 2015, cuando fue como independiente en la coalición pactada entre Convergencia, Demócratas y Reagrupament.

Antoni Castellá

Barcelona, 54 años. La gran incógnita de toda la Ejecutiva es cómo será la convivencia con este bregado político y exsecretario general de Universidades de la Generalitat. Desde 1992 comenzó su actividad política en la extinta Unió Democratica, partido que abandonó en 2015 para fundar Demócratas, que aplegó la sensibilidad soberanista democristiana. Sin prácticamente potencial electoral, Castellá supo superfear la ola del procés, pacto coaliciones con ERC y después con Junts y logró mantener la presencia institucional. El precio que ha pagado ahora es permitir que los de Puigdemont monopolicen la fundación de su partido a cambio de estar en la dirección. El expresident logra vender así que cierto independentismo aún pivota sobre eje.