Eduard Grau fabrica todo tipo de universos
Su maqueta de Tor, para la serie documental del mismo nombre, le ha dado una repentina popularidad
A la entrada del estudio de Grau Alcázar Maquetas en la calle Valldonzella de Barcelona hay, digamos, un escaparate con una pequeña muestra de trabajos que se han hecho en la casa. Y ahí, uno al lado del otro, hay: la casa de Les Punxes; un detalle de la fábrica del Vapor Vell con maquinaria que tiene movimiento; una hormiga; un dragón alado -pura imaginación-; un King-Kong que era una idea para el trofeo del festival de Sitges; el exterior de la iglesia de la plaza Castilla, unos ficticios -objetos inventados para un film-; la sección de la L9 del metro; la cocina miniatura para un anuncio y más.
Dentro, con un interminable repertorio de cinceles, limas, alicates y herramientas varias colgando de las paredes, trabaja actualmente en solitario Eduard Grau (49 años) en la empresa familiar que fundó su padre hace más de 50 años. “Mi padre era delineante y empezó haciendo maquetas para despachos de arquitectos. Y se dio cuenta de que aquellos trabajos podían interesar a museos, productoras de publicidad o cine… Al poco tiempo se incorporó mi madre. Yo, crecí entre maquetas. Siempre me ha gustado dibujar y modelar con plastilina. Mis padres, al ver que se me daba bien, me fueron enseñando el oficio. Por otro lado, crecí con el cine de ficción y fantasía de los 80, eso me impulsó a realizar mis propios cortos en vídeo y decidí estudiar imagen y sonido en la EMAV para aprender nuevas técnicas. Pero hacer de cámara ENG, no me llenaba. Me gustaba más crear cosas con las manos.” Y se dedicó plenamente a la maquetas.
No estudió Bellas Artes, es autodidacta, pero su oficio puede pedirle desde esculpir una figura inventada a recrear un bicho con precisión de entomólogo. “Para el Centro de Interpretación del Campo de Concentración de Miranda de Ebro hice unas figuras de tamaño natural, pero con la piel gris. Se trataba de una representación simbólica y de huir de los figurines del museo de cera. Para el Festival de cine de Sitges he hecho réplicas de personajes icónicos del fantástico como la criatura del Lago Negro, el Zoltar de la película Big o Vampira. Y al mismo tiempo, para el CRAM, una fundación dedicada al rescate de fauna marina, he realizado varias réplicas de delfines y tortugas con asesoría de biólogos y registros biométricos. Las usan para simulacros de rescate “.
La entrada de las herramientas digitales en este mundo se notó algo en la demanda. “Hubo un momento en que todo el mundo hacía renders de casas y objetos, pero al poco tiempo los clientes se dieron cuenta de que la maqueta resultaba más creíble, tangible, fácil de interpretar y hubo una oleada de regreso”.
La serie documental Tor, de Carles Porta, le ha dado una repentina popularidad más allá de los círculos en los que su maestría era ya conocida. “La medida de los escenarios la decidieron por razones prácticas y estéticas. El encargo fue en enero del 2023, en pleno invierno, el pueblo estaba enterrado en la nieve. No pude ir a verlo para documentarme. Además, debía recrear el Tor de los años 90. Lo hice a base de documentación cartográfica y de las imágenes de los propios documentales de Porta. Con los personajes buscábamos que fueran identificables a primer golpe de vista. Se utilizaba un elemento que relacionara la figurita con el personaje que aparecía en los vídeos: el mono azul de Lázaro, la cazadora del Palanca…”. Las maquetas eran como el diorama de una leyenda.
En cine y publicidad ha hecho paisajes, escenarios, accesorios. Y cita un español, Emilio Ruiz del Río, artista de la perspectiva forzada. Pintaba ciudades o paisajes en cristales y su calculada posición ante la cámara permitía a Kubrick mostrar la soldadesca (Espartaco) entrando en una ciudad romana inexistente o a David Lynch tener una inmensa nave espacial en Dune que era una pintura superpuesta en un espacio vacío donde el único decorado real era la puerta del artefacto. Un engaño visual. Grau hizo una de esas perspectivas forzadas para Agnosia (una miniatura de tejado debidamente situada ante la cámara cubría una iglesia real en ruinas y le daba nueva vida) o paisajes inventados para anuncios como aquel de unos vikingos que bebían cerveza sin alcohol.
El catálogo de Grau tiene muchas latitudes. Para la Cité Internationale de la Gastronomie de Lyon hizo una maqueta de un pueblo con apariencia de juguete donde, con realidad aumentada, se explicaban sus tareas cotidianas. “Todas las nuevas herramientas, ( infografía, retoque digital , impresión 3D) bien aplicadas, ayudan”. No hay la misma exigencia de detalles, sí de proporciones, en una maqueta volumétrica de un colisionador de partículas que hizo para el CERN de Suiza que en la réplica “técnicamente precisa” de la máquina que fabrica una parte del timón del Airbus A-380. “En la recreación de la fábrica textil del Vapor Vell de Sants del MNACTEC hicimos una verdadera reconstrucción forense de la fábrica. A partir de un libro de contabilidad de la época supimos que habían comprado máquinas inglesas de la casa Hall. Sabiendo eso, rebuscando en archivos encontramos unas que cuadraban con la descripción y pudimos reproducirlas”. Hay muchos museos que tienen replicas y maquetas que han salido de su estudio. Desde cañones piratas a telares artesanos.
En resumen, todo tipo de mundos y sus habitantes, al tamaño escogido por el cliente y de realismo igualmente discrecional. Le gusta trabajar con amalgama de materiales, en función del efecto que se busca. Y nunca ha tenido un problema que no haya sabido resolver. “No he tenido tropiezos porque cuando acepto un encargo es que lo veo claro”. Eduard Grau, maquetista. Maquetas es un término muy pequeño para englobar todo lo que puede hacer.
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