La Cataluña de los pantanos vacíos no ve salida a la sequía
Los embalses de Siurana y Riudecanyes, en la comarca del Priorat (Tarragona), apenas acumulan el 2% de su capacidad. Algunos municipios conviven con cortes de agua diarios
A pesar de que las lluvias primaverales permitieron en junio la flexibilización de las restricciones de agua más duras en más de 200 municipios, sobre todo de Barcelona y Girona, el sur de Cataluña sigue sufriendo y mucho las consecuencias de la falta de agua. Sigue sin llover en Tarragona y las poblaciones que dependen de los embalses de Siurana y Riudecanyes, que apenas acumulan el 2% de su capacidad, ya no tienen recursos ni para regar ni para beber y las cubas o los camiones cisterna son imprescindibles para garantizar el acceso de la población a agua potable.
Las precipitaciones apenas han beneficiado los tres embalses de los que dependen la gran mayoría de los municipios de la comarca del Priorat (Tarragona). Se trata de una región con una deshidratación crónica que la grave sequía ha agudizado. Solo Siurana, la fuente principal de la comarca, almacena un 1,09% de los 12 hectómetros cúbicos que puede albergar. Los otros dos embalses, ni esto: Guiamets y Margalef, están secos. La gravedad de la situación ha llevado a que poblaciones como Morera de Montsant (159 habitantes) o Marçà (cerca de 600 habitantes) realicen desde hace poco más de una semana cortes diarios en el suministro. En esta última, solo abren el grifo siete horas y media al día. En Falset, capital de la comarca, o Figuera (120 habitantes), los camiones cisterna abastecen de agua potable a la población. En Torroja (139 habitantes) o Gratallops (234 habitantes) están activas las restricciones más duras previstas en el Plan Especial de Sequía, como la prohibición del riego de parques y jardines o el llenado de piscinas.
Los motores económicos también se resienten por la escasez de agua. Además del descenso en el turismo náutico por la fragilidad del embalse de Siurana, la campaña de la vendimia se antoja complicada. Según el responsable de viña y vinos de Unió de Pagesos, Josep Marrugat, la previsión es que se recojan hasta cinco mil kilos menos de uva por hectárea que el año anterior. Las lluvias de abril fueron un espejismo para los agricultores. “Aliviaron la sequía, pero fueron insuficientes. Dejaron unos 300 litros por metro cuadrado cuando estamos acostumbrados a que lluevan 500 litros”, señaló a EFE Marrugat. La misma crisis se vive en la comarca del Penedès (Barcelona), donde se encuentra una de las Denominaciones de Origen más importantes de España. Los agricultores del Priorat reclaman un riego de apoyo con agua regenerada que permita salvar las cosechas y los puestos de trabajo. Lo mismo pasa con los frutos secos. Los almendros apenas producirán frutos este año y el cultivo de la avellana tampoco es mucho más alentador.
Riudecanyes es uno de los grandes agujeros negros de la sequía, como señaló el anterior conseller de Acción Climática, David Mascort. Las últimas lluvias no han recargado este embalse, que se encuentra este jueves al 1,71%, de su capacidad del que dependen los municipios del Baix Camp. La angustia generada por la falta de agua llevó a que los agricultores de esta región se manifestaran el pasado domingo para reclamar que la depuradora de Reus, una de los infraestructuras previstas para paliar la sequía en el sur de Cataluña, pueda ser utilizada para regar cualquier tipo de cultivo. La ACA informó en julio a los agricultores que esta agua no sería apta el riego de árboles como el avellano, el principal cultivo de esta zona del Baix Camp y del que ya han desaparecido 1.400 hectáreas. La depuradora de Reus y la desalinizadora de Foix, la otra planta que abastecerá la región, no estarán listas antes de 2027. De ahí la urgencia del sector agrícola para encontrar soluciones urgentes que eviten el abandono de las tierras.
Mientras la Generalitat proyecta una nueva desalinizadora en el norte de la Costa Brava, que se unirá a las 12 portátiles previstas como medida de emergencia, las soluciones pensadas para el sur de Cataluña son más complejas y tardarán en llegar. De hecho, Mascort ya había planteado una tercera y polémica alternativa para llevar agua a estas comarcas tan castigadas por la sequía y la ausencia de lluvias. Se trata de interconectar la cuenca del río Ebro, que gestiona el Ministerio para la Transición Ecológica, a los embalses de Margalef, a través del canal de Garriga, y de Guiamets desde la localidad de Garcia (comarca de la Ribera d’Ebre), donde se almacenaría el agua necesaria para regar y, el sobrante, se bombearía hasta Siurana. Aunque finalmente no llegó a ver la luz, la nueva consellera de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, Silvia Paneque, no descartó en la última rueda de prensa posterior al Consell Executiu que se tome esta medida. “No hemos planteado nada de esta solución porque está prevista para situaciones de emergencia”, dijo Paneque.
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