Jaume Balagueró: “Somos animales fascinados por lo oscuro y lo siniestro, todos”

Móvil con café con leche en una barra de bar en el barrio de Gràcia. Cuatro elementos que unidos suponen felicidad de este lunes 13 de mayo. Hasta que llega el aviso al teléfono que han profanado un cementerio abandonado en un pequeño municipio llamado Aguilar de Segarra, en Barcelona. Toca decidir quién va a cubrir la historia. Dos inconvenientes: es lejos y no es fácil, hay restos esparcidos por el recinto. Solo se sabe que la policía baraja dos hipótesis: la gamberrada o el robo de joyas. “Mándame a mí, me encantaría escribir sobre ello”. La voz es de Jaume Balagueró, de 55 años, director de cine de terror, vecino de Gràcia, periodista, padre de tres hijos y, sobre todo, un conectado a la vida que nos rodea. “Somos animales fascinados por lo oscuro y lo siniestro, todos. Forma parte de la naturaleza humana”, reconoce Balagueró meses después en otro bar de Gràcia, pero también frente a un café con leche. Ni claustrofobia, ni angustia, ni terror. Muy lejos de las sensaciones que puede provocar, por ejemplo, REC4 Apocalipsis, la charla con Balagueró discurre por la tranquilidad y la paz. Empieza preguntando, sobre todo, por el último episodio Trump y el disparo en la oreja. ¿Montaje? ¿realidad? Y, sobre todo, ¿por qué el servicio de seguridad lo hizo tan mal? “Nos encanta que nos asusten, que nos cuenten historias de miedo. No en vano los cuentos clásicos infantiles suelen tener un componente de lo horrible y peligroso: el lobo, la bruja... cuando mezclamos esta atracción por lo morboso con el chismorreo, que es otra de nuestra características, el plato está servido”.

El director cuenta ahora con un guion terminado para cuando se precie empezar con un thriller inspirado en una novela y es con Álex de la Iglesia. ¿Cuál es la salud del cine? “Llevo 20 años haciendo películas, no he tenido problemas para hacerlas. Soy un director que está ahí con una problemática distinta de los que están empezando. Todo está cambiando de una forma brutal, el mercado está cambiando, ya no piensas como objetivo último en las salas de cine, ahora piensas de una forma un poco más abierta, todo está regido por las plataformas, la taquilla del cine cada vez va a menos. El mercado en su conjunto está cambiando de una forma vertiginosa, todo se está adaptando. ¿Es bueno, es malo? No lo sé, seguramente son las dos cosas, como todo en la vida, bueno y malo. En este caso lo que hay es mucho trabajo”. En 1999, este director nacido en Lleida dirigió su primer largometraje, Los sin nombre, una adaptación de la novela homónima de Ramsey Campbell, con la que ganó el Meliès de Oro a la mejor película fantástica europea de ese año.

Y las plataformas, ¿son una dictadura? “Han llegado para dominar el mercado; mi experiencia ha sido muy buena con las plataformas en todos los sentidos. No puedo ser crítico”. Sorprende que Balagueró no ha hecho series. “Me atraen, pero estoy acostumbrado al lenguaje y a la mecánica del cine. Me siento más cómodo, lo controlo más”. Eso no significa que no las vea, pero no es un consumidor compulsivo. “Cuantas más series vamos a consumir, menos cosas distintas vamos a hacer. A mí lo que me hace pensar es que igual no leen, no juegan, no hacen otras cosas. Prefiero hacer más cosas que ver series”. Pese a este discurso, hay una serie que le ha llamado especialmente la atención y es El caso Asunta, estrenada en Netflix, la historia de la niña cuyos padres adoptivos fueron condenados por asesinarla. “Me gustó mucho. La vi en una tarde. Me sorprendió la capacidad de atraerme con una historia que yo ya conocía, hasta había visto un documental del caso. Porque de vez en cuando si veo algunas series documental del true crime. Asunta tuvo una capacidad de engancharme que creo que tenía que ver con la fascinación que me provocaban los actores. Con Candela Peña tuve una sensación extraña. No me había pasado algo similar desde el Buen Patrón con Javier Bardem. Y por supuesto, Tristán Ulloa está extraordinario”.

Balagueró se muestra muy tranquilo. Le sorprende que se le pregunte por la jubilación o por si tiene ganas de cambiar de vida. Algunos, a los 55 años (su edad), ya piensan en ello. El director responde tajante: “Pero otros a los 85 hacen cosas magistrales. Espero que no, me gustaría seguir haciendo pelis cuanto más tiempo mejor, pero es cierto que uno va cambiando y la energía también cambia”. Vive en un barrio con muchas pintadas de tourism go home, pero no le preocupa en exceso. “Desde que soy pequeño, ha habido turismo en Barcelona. Puede que haya más. Personalmente, no me molesta en sí mismo. Barcelona es una de las ciudades importantes en el mundo y eso conlleva turismo”. Y es en Barcelona donde Balagueró trabaja: “Hay dos lugares en España donde la industria del cine tiene mucho movimiento, Barcelona y Madrid, evidentemente Madrid muchísimo más. Las tres últimas películas que he hecho las he hecho en Madrid”. Última pregunta: un director de terror tiene miedo: “Sí, pero es un miedo cotidiano, no de cosas sobrenaturales”.

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