‘Friends of Forsythe’, uno de los espectáculos estrella del festival Grec se reveló solo para entendidos de la danza
Un sector del público que acudió al Mercat de les Flors de Barcelona aplaudió, otro se aburrió y algunos optaron por desertar
La noche del pasado lunes fue especial. Se presentaba en el Mercat de les Flors de Barcelona, en el marco de la programación del Grec, otro de los espectáculos más esperados del presente festival de verano. El del icónico coreógrafo norteamericano William Forsythe, quien fue director del Ballet de Frankfurt desde 1983 a 2004, convirtiéndose en unos de los coreógrafos más talentosos del siglo XX al crear un lenguaje de danza clásica o contemporánea construyendo y destruyendo el movimiento constantemente. Ahora volvía a Barcelona para reunir en escena a seis magníficos bailarines bajo el epígrafe de Friends of Forsythe y presentar una pieza, que explora las raíces y los orígenes de la danza folclórica, el hip-hop y la danza clásica. El resultado es un minucioso, interesante y árido trabajo de investigación que aburrió al ciudadano corriente, que esperaba un espectáculo más acorde con los que Forsythe creaba para su compañía alemana. A otro sector del público, el formado en su mayoría por gente de la profesión, el espectáculo les entusiasmó. Entre estos espectadores estaba la nueva directora del Grec, Leticia Martín, que al final de la obra aplaudió calurosamente puesta en pie. Otros espectadores desertaron, sigilosamente, durante la representación.
Friens of Forsythe reúne a Rauf RubberLegz Yasit, cuyas piernas y evoluciones le convierten en un hombre de goma. Junto a él: Lex Ishimoto, Riley Watts, Brigel Gjoka y el colectivo de danza JA Collective, una colaboración creativa entre Jordan Johnson y Aidan Carberry, todos ellos también firman la coreografía. Los intérpretes nunca bailan juntos en el escenario, sino que lo hacen en parejas y se mueven sobre un suelo blanco en forma de cuadrado. Esta actuación había levantado tanta expectación que se colocaron gradas para más espectadores a los lados del escenario.
Esta creación de corte abstracto, que se desarrolla en silencio en su mayoría, a excepción de algunos pasajes sonoros, es un una investigación profunda sobre el movimiento. Cada gesto sencillo tiene múltiples posibilidades hasta convertirse en una frase coreográfica, que puede derivar en un estilo de danza —de la danza clásica, al hip-hop, pasando por la contemporánea y folclore—. Cada movimiento está realizado minuciosamente con una gran nitidez. Los bailarines son increíbles, sus cuerpos dúctiles y ágiles evidencian las mil y unas posibilidades que tiene cada gesto. La forma en que bailan o ver sus cuerpos como se retuercen o como se convierten en peonzas humanas resulta sorprendente, no tanto para el público barcelonés, que ya está acostumbrado, desde hace años, gracias a los bailarines de las compañías belgas del Ballet C de la B y de Peeping Tom.
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