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David Madí realiza un ejercicio pujolista para adultos

Madí cultiva la idea de la superioridad moral por cuna y la ejerce bien en instituciones culturales o en pactos políticos, en los que Esquerra Republicana es siempre el subalterno

David Madí
El excargo de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) David Madí en una imagen de archivo.David Zorrakino (Europa Press)
Francesc Valls

La derecha siempre ha tenido tanto en España como en Cataluña un sentido patrimonial del poder. El PP, cuando la izquierda llega al poder -por las urnas-, insta al desahucio inmediato. En Catalunya ocurre lo mismo con Convergència y sucedáneos posteriores. Y dentro del mundo convergente los hay que sobresalen en la carrera para erigirse en estrategas jefe. Uno de ellos es David Madí Cendrós. Se presenta como nieto del empresario y fundador de Òmnium Joan Baptista Cendrós, de quien asegura que “mamó desde pequeño el compromiso con el catalanismo” y conoció “precozmente a la mayor parte de los actores del mundo empresarial, político y cultural de la Cataluña del cambio de siglo, a la vez que formaba parte de la nueva generación de catalanistas que debía marcar el primer cuarto del nuevo siglo”. Con esta modesta carta de presentación, Madí ocupó cargos en la Generalitat desde 1994 hasta 2003. Estamos ante un liberal autoconfeso, cansado del expolio fiscal al que le somete la Agencia Tributaria (“la nueva Inquisición”) , pero que se mueve con soltura en el mundo nebuloso de las consultoras.

Madí cultiva la idea de la superioridad moral por cuna. Y lo ejerce bien en instituciones culturales —como sucedió con el Òmnium del abuelo, contra Jordi Porta— o en pactos políticos, en los que Esquerra Republicana es siempre el subalterno. A ERC le falta, dice el autor, el savoir faire y los modos adecuados para pisar las selectas moquetas del mundo empresarial.

El libro Merèixer la victòria es un compendio de esa posición moral. Pero no sólo. Madí hace un repaso crítico de todo el Procés, un reconocimiento de errores, una alabanza de la política pujolista del peix al cove al por mayor y concluye con la idea de que la independencia no tiene mucho sentido en el mundo actual. El autor pasa cuentas, no tiene pelos en la lengua y comete algunos errores que chirrían con la finezza que pretende. Cuando repasa la historia del DVD que ideó —más de un millón de copias repartidas gratuitamente— para desprestigiar al tripartito forjado por Pasqual Maragall, dice: “Volvimos a ganar [CiU] en diputados y votos”. En aquella ocasión (2006), CiU se impuso claramente. Pero en 1999 Pujol perdió con Maragall por 6.000 votos, y en 2003, el candidato socialista se impuso a Mas por 7.000. La ley electoral le dio más diputados a CiU. La campaña del DVD del 2006 quizás fue, como subraya Raimon Obiols, una de las primeras irrupciones del trumpismo avant la lettre en la política catalana.

El autor de Merèixer la victòria -que se confiesa admirador de Churchill, así como de Patton en la anterior Democracia a sangre fría- carga contra el periodista Antonio Franco, al que califica de Savonarola. Dice Madí que Franco le pidió 300.000 euros para frenar el “pequeño escándalo” de unas encuestas manipuladas al alza desde el entorno de Mas para inflar al candidato incipiente. Desconozco la petición, pero el fallecido Franco poco podía hacer con el “pequeño escándalo” porque la historia fue destapada y seguida por EL PAÍS, no por El Periódico, que Franco dirigía entonces y desde 1988. En virtud de las páginas vividas, puedo asegurar que el escándalo muy “pequeño” no era: comportó la dimisión de Madí como secretario de Comunicación del Govern en la que Artur Mas era conseller en cap. En ese caso, el autor fue el triste fusible subalterno sustituido para evitar quemar todo el circuito montado por el querido líder en torno al entonces conseller en cap. Madí lo asumió, pues sostiene que “para hacer el bien hay que consentir el mal”.

El autor ignora el caso Palau, pasa de puntillas por el asunto judicial del 3% y achaca la imputación de Jordi Pujol —de quien asegura que la historia absolverá— a una maniobra de origen político. El Madí pujolista tiene dos malos reiterados en su historia: la CUP —por haber enviado a Mas a la papelera de la historia— y la Agencia Tributaria, para perseguirle a él. Es un relato “para adultos”, como dice el autor, al que le faltan algunas escenas picantes.

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