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Roses y el Delta del Ebro se alían para favorecer la supervivencia del mejillón

La colaboración entre pescadores del norte y el sur del litoral catalán podría ser el embrión de una Denominación de Origen

Mejillones Delta del Ebro
Juan Ramon Morelló, productor de mejillón en la bahía de El Fangar muestra crías de mejillones muertas, en una fotografía de 2022.Massimiliano Minocri

El cambio climático ha provocado que las altas temperaturas del agua de las bahías del Delta del Ebro maten a la cría de mejillón. En 2022 los productores perdieron todas las crías y este 2023 la mortalidad ha sido del 80%. Dependen de las compras en países como Italia y Grecia. Una alianza entre la Costa Brava y el Delta del Ebro intenta revertir esa dependencia. Este año se ha empezado a criar mejillón en Roses, donde las aguas más frías permiten una buena captación aunque la carencia de nutrientes no propicie su engorde. Una vez tienen la medida necesaria se transportan al Delta, donde tiene un buen desarrollo y se acaba comercializando. “Es un proyecto de país que bien podría ser el embrión de una futura Denominación de Origen Mejillón Catalán, kilómetro 0″, apunta el presidente de las Cofradías de Cataluña, Antoni Abad.

El Delta del Ebro cuenta con 36 productores con concesiones administrativas para 164 bateas, 90 en la bahía dels Alfacs (Rápita) y 74 en la del Fangar (Ampolla). La comercialización de este molusco representa para ellos 7 millones de euros al año. El sector, que tiene una demanda anual de 1.500 toneladas de cría de mejillón y este año ha comercializado 3.000 toneladas, ha tenido que buscar urgentemente alternativas para abastecerse tras los episodios de mortalidad de las crías captadas en las propias bahías, en aguas hasta a 30 grados.

La primera prueba piloto en 2022 se hizo con cría procedente de piscifactorías de l’Ametlla de Mar. Los resultados fueron buenos, pero insuficientes. Por ello, Acción Climática, que está trabajando con la Federación de Productores de Moluscos Delta del Ebro (Fepromodel), anunció la concesión de 4 millones de metros cúbicos con las denominadas long-lines —un sistema de cultivo de moluscos vibalvos a mar abierto que consiste en una cuerda horizontal sujeta con corchos a ambos lados de la que cuelgan redes filamentosas o colectores donde quedan pegadas las crías— entre l’Ampolla y l’Ametlla para asegurar 2.000 toneladas de semilla de mejillón. Se prevé que los trámites estén terminados en 2025 para empezar a construir las instalaciones para el cultivo de esta especie lo antes posible.

Cadena de empaquetado de mejillones en el Delta del Ebro.
Cadena de empaquetado de mejillones en el Delta del Ebro.Massimiliano Minocri

Al mismo tiempo, mientras el Delta luchaba por la supervivencia de su producción, en Roses, donde la cofradía de pescadores ya gestiona una granja de lubinas y doradas, la necesidad de ingresos les llevó a intentar producir mejillones. Viendo la cantidad de cría que captaban, pensaron aprovechar la infraestructura y las aguas de las instalaciones ya existentes, idóneas para este cultivo. “Pero vimos que la concha crecía y la carne no, y no era factible”, explica Abad. Un día, en una conversación informal, lo comentó a un pescador del Delta, y el presidente de Fepromodel, Alvaro Acero, acabó viajando a Roses a comprobar el comportamiento del mejillón. No tardaron en ver que la mejor opción era una alianza. Unificar esfuerzos representa que Roses tendrá unos ingresos de la venta de crías a los acuicultores del Delta, y estos tendrán cría sin necesidad de salir de Cataluña, con un ahorro en costes de producción de entre el 40% y el 60%.

En Roses, donde la Generalitat ha hecho una concesión para 80 líneas, por el momento solo están activas 10 a unos 10 metros de profundidad que producen, en condiciones normales, unas 70 toneladas de crías. Los acuicultores del Delta esperan obtener 1.500 toneladas, un millar en Roses y el resto en l’Ametlla.

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El proceso es sencillo, la captación de la cría se hace en Roses en los meses de abril y mayo, cuando desova el mejillón y se queda hasta septiembre, época en la que se empieza a bajar paulatinamente en camiones frigoríficos hacia el Delta. Una vez allí los colocan en las bateas para su desarrollo, que aprovecha los abundantes nutrientes procedentes de los arrozales. Entre mayo y julio del año siguiente se comercializa. “Hace años conseguíamos aguantarlos hasta septiembre, pero debido al aumento de la temperatura del agua ya tampoco es posible”, explica Acero, que asegura que “la cría que se bajaron de prueba tuvo una buena evolución, con un crecimiento óptimo. Es una muy buena noticia”. El presidente de los acuicultores del Delta confía “en que la próxima campaña será buena y podremos llegar a vender 3.500 toneladas de mejillón”. Abad no pierde la esperanza que “un día se pueda comercializar mejillón de la bahía de Roses”.

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