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PEÑAS DEPORTIVAS
Crónica
Texto informativo con interpretación

La vida por el Barça

La función y el potencial de las peñas aspira a seguir siendo vital para los clubes de fútbol

FC Barcelona
El FC Barcelona juega contra el Alavés en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Montjuïc. David Ramos/Getty ImagesDavid Ramos (Getty Images)
Ramon Besa

“Hemos salvado al Barça”. Joan Laporta acaba de llegar a tiempo de Montjuïc para presidir la comida de celebración del 50 aniversario de la Penya Barcelonista Plana de Vic. El presidente azulgrana se muestra tan categórico como sereno en su intervención ante unos 250 comensales que atienden expectantes y abnegados después de una jornada que ha empezado al mediodía en el Ayuntamiento, ha pasado por la inauguración de una exposición en el Casino y acabará alrededor de las 20.00 horas en un espacio gastronómico cercano al estadio de la UE Vic. “La recuperación económica y deportiva no se improvisa”, remata Laporta.

El barcelonismo se alimenta de la moral de victoria de su presidente y de la militancia activa de los peñistas, los seguidores más fieles y comprometidos, como son los de la Plana de Vic. El número de afiliados, que llegó a ser de unos 1.250, ha remontado hasta los 950, después de que durante la pandemia descendiera a los 800, y los carnets de socio que administran van desde los 91 hasta los 67 desde que el equipo juega en Montjuïc. Uno o dos autocares llegan cada partido hasta la Montaña Olímpica y la aspiración es que algún día se pueda volver a completar un tercero, como cuando presumían de su pancarta en el viejo Camp Nou.

Los peñistas se han desplegado sin parar para que los actos previstos con motivo de su cumpleaños expresaran su amor a los colores azulgrana y su capacidad organizativa desde su creación en noviembre de 1973. Vic ya organizó la XVII Trobada Mundial de Penyes en 1993 y fue cabeza de cartel en la caravana de Basilea-79, una Recopa que desplazó a más de 35.000 seguidores, y también en el viaje hacia Wembley-92, cuando el Dream Team alcanzó por fin la Copa de Europa. No hay mejor motor para la movilización social que el del éxito deportivo y Europa es esquiva al Barça desde la conquista de Berlín en 2015.

Hasta Hamburgo, sede de la última salida azulgrana en la Champions, llegaron de todas maneras 1.400 peñistas, la mayoría de países como Polonia. Las peñas resisten en momentos de una recuperación azulgrana apuntada con la conquista de la última Liga. “Hemos contado 26 actos durante el fin de semana”, subrayan desde el área social del Barça. El número de peñas es de unas 1.270 y el de peñistas supera los 25.000 cuando se acaba el proceso de registro obligatorio de peñistas y socios -algunos sostienen que no se les podrá dar de baja mientras paguen su cuota- en un intento de actualizar el censo del Barça.

La identificación es imprescindible para obtener también el carnet de peñista desde que la directiva decidió en 2021 tomar el control social, sin intermediarios ni agrupaciones interpuestas, actitud que disgustó a la Confederación Mundial de Peñas. Aunque la burocratización y la presencialidad para cumplimentar algún trámite pueden resultar disuasorios, los peñistas cumplen, siempre dispuestos a demostrar su importancia y categoría por más que a veces sean difíciles de clasificar y se discuta su razón de ser, sobre todo desde la irrupción en 1944 de la Penya Solera. La influencia que llegó a tener provocó un serio debate sobre el proceder de las peñas en la década de los 50. Así se recoge en un artículo de Manuel Ibáñez Escofet en la Revista Barça de 1959.

“Nunca hemos discrepado de los que consideran que las peñas son necesarias (…) Aquello que se debe precisar muy bien es su función (…). Si han nacido del amor ferviente por el club, su misión está muy clara: servirle en todo aquello que ayude a su grandeza (…). No pueden ser casinos de influencia, ni círculos de vanidades, ni vías para creerse que son socios de categoría superior, sino pelotones de sacrificio (…)”. El texto insta a las peñas a estar presentes en los momentos de máxima dificultad de la entidad y les invita a no ser “un lugar de intrigas sino hogar del barcelonismo más puro, auténtico y sacrificado”. Años después, en 1978, uno de los socios más emblemáticos de la Peña Solera, sería el delantero centro de la directiva de Josep Lluís Núñez: Nicolau Casaus.

La figura de Casaus, y su ascendente sobre unas peñas que llegaron a ser consideradas como un poder fáctico, fue clave para entender la continuidad de Núñez hasta 2000. El Dream Team impulsó la expansión del barcelonismo al igual que ya pasó en los cincuenta con Kubala y en los setenta con Cruyff. La situación ha cambiado con el tiempo no solo por la precariedad del club sino por el crecimiento de una industria del fútbol que tiende a priorizar el consumismo y el espectáculo al estilo del deporte que se vive en los Estados Unidos. Una vez que se discute sobre el modelo de propiedad y gobernanza del Barça, y la figura del socio se confunde a menudo con la del cliente, resulta lógico definir el papel del peñista respecto al del fan, cada vez más invocado en Europa.

La cuestión es cómo monetizar a los aficionados -socios, seguidores y fans- para capitalizar a los clubes que no son SAD como el Barça. “Las peñas pueden ser más importantes que nunca en un nuevo escenario en el que se impone la digitalización y el concepto comunidad”, precisa el analista Marc Menchén, fundador y Ceo de 2Playbook. “Aplicado al mundo empresarial, para sus clubes no dejan de ser equipos comerciales sobre el territorio y, además, con carácter altruista. Puntos de encuentro como el que ofrecen son muy importantes”, -concluye Menchén- aunque tengan que redefinir su figura sin perder su esencia ni condición de “embajadas del barcelonismo abiertas al mundo, dispuestas a vivir y compartir el sentimiento barcelonista” -palabra del Barça-.

Las peñas no pueden ser una sala de espera sino que deben apelar al ingenio para potenciar su existencia con iniciativas como las de la Peña Gastronòmica Barça. Los socios disfrutan de actividades tan singulares como los talleres de cocina y comidas selectivas en restaurantes de Barcelona o de la ciudad donde juegue el Barça. A veces no es fácil dar con los mejores puntos de encuentro para los seguidores de clubes con una gran carga simbólica y fuerte implicación social y política ante las calamidades que se suceden en el mundo como la de Gaza. Alcanza con ver la división que sufren las peñas locales y foráneas en el Sankt Pauli por la guerra entre Israel y Hamas.

No hay que olvidar en cualquier caso que la razón de ser de las peñas es desvivirse por su club sin esperar nada más a cambio que la victoria de su equipo y si puede ser la visita de su presidente el día que celebran su aniversario como ha ocurrido en Vic. El presidente, tan solícito como próximo, atiende una por una a las distintas mesas en las que se le espera para una fotografía que de fe de su presencia en el 50 aniversario de la Penya Plana de Vic.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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