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Danza de razón y pasión: el baile de Anne Teresa de Keersmaeker brilló en el Mercat de les Flors de Barcelona

Su solo con la música de las ‘Variaciones Goldberg’ de Bach hipnotizó al público

Danza Mercat Flors Barcelona
Anne Teresa de Keersmaeker, en un momento de su actuación.Anne Van Aerschot

En el marco de la programación del festival Temporada Alta se ha presentado en el Mercat de les Flors de Barcelona la icónica bailarina y coreógrafa belga Anne Teresa de Keersmaeker, la artista, que cambió la reciente historia de la danza contemporánea europea con su espectáculo Rosas, una pieza fundamental del minimalismo. Era una obra de 1983 que se vio en nuestra ciudad por primera vez en 1985 en el Teatro Condal, causando gran revuelo en el público y entre los profesionales de la danza, a quienes el lenguaje reiterativo de Keersmaeker influyó de gran manera. Rosas, con música de Thierry De Mey y Peter Vermeersch, volvió al Mercat en 2017, demostrando que su lenguaje coreográfico y musical era imperecedero. A lo largo de estos años la compañía que lidera Keersmaeker, Rosas danst Rosas, ha presentado diversos trabajos como Ottone-Ottone (1998), Achtlerland (1992), Rain (2005), Zeitung (2008) y En Atendant (2010), algunos más aplaudidos que otros, pero siempre caracterizados por su impecable puesta en escena, elegancia, belleza, austeridad, fertilidad coreográfica e intelectualidad y sofisticación.

Cualidades éstas que encontramos en el magnífico solo, de dos horas de duración, que la artista belga presentó el pasado jueves (y vuelve a representar hoy viernes) en el Mercat de les Flors de Barcelona sobre las Variaciones Goldberg de Bach, partitura que interpreta al piano en directo Alain Franco. La fascinación que siente Keersmaeker por la extraordinaria partitura del compositor alemán la ha llevado a idear una pieza de gran belleza, con los elementos claves que encierran sus espectáculos, donde la calidad de la música, la interpretación, la escenografía y las luces, se entrelazan para crear una obra total, en la que también destaca su maestría en manipular el espacio y el tiempo y en crear una arquitectura gestual en la que combina el gesto cotidiano reiterativo con la rica frase coreográfica. Lógica y pasión esculpen su baile.

En este espectáculo hemos vista a una Anne Teresa de Keersmaeker que a sus 64 años, presenta una excelente forma física, con un cuerpo disciplinado por el que parece no pasar el tiempo. Su espalda recta, su agilidad y su expresivo y bello movimiento de brazos la convierten en una bailarina intemporal. Llenar con su baile la inmensidad del escenario del Mercat de les Flors no lo logran muchos artistas. En este espacio escénico desnudo, con la sola presencia del piano y una ventana cubierta con un papel plateado donde entra una tenue luz, la artista empieza su baile. Este solo dividido en dos partes, sin descanso, comienza de forma paulatina y la música se intercala con silencios. La bailarina luce un vestido negro transparente que le da un toque sensual. El movimiento reiterativo es lento, calculado para que en ningún momento la intérprete muestre síntomas de fatiga. En la segunda parte ataviada con un pantalón y una camisa en tonos dorados suaves Anne Teresa baila de forma más enérgica y dinámica, mientras las luces iluminan un pequeño montículo en dorado: es un efecto fascinante. Al final de las dos horas el público aplaudió con ganas sin dar muestras de aburrimiento, si bien a lo largo de la obra hubo varias deserciones y alguna cabezada, no en balde la leyenda reza que las Variaciones se compusieron para aliviar el insomnio...

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