La renuncia de Nicola Sturgeon en Escocia deja al independentismo catalán sin su principal referente europeo
La líder del SNP se apea de la política tras ver cómo su estrategia secesionista colapsa en un callejón sin salida
El presidente catalán Pere Aragonès ha realizado esta semana un viaje a Irlanda para reunirse con algunos líderes del Sinn Féin. El independentismo catalán está acostumbrado a levantar la mirada hacia las Islas Británicas para buscar referentes en el abordaje del “conflicto político” con el Estado. En la brújula que marca el paso a la fe independentista catalana Escocia siempre tuvo un lugar destacado. El referéndum escocés del 2014 ha sido usado como prueba recurrente de que es posible someter a las urnas la independencia de una parte del territorio de un país. El Reino Unido ha sentenciado, política y judicialmente, que aquello no se puede repetir y el pulso planteado por Nicola Sturgeon se ha saldado con su dimisión como ministra principal escocesa. Con este movimiento, el independentismo catalán se ha quedado huérfano de su principal referente político en Europa.
“Creo que he liderado a este país hasta situarlo más cerca de la independencia, y creo que estamos en la fase final de ese viaje”, afirmó Sturgeon hace diez días, en su discurso de despedida. No concretó, pero, como debe culminarse ese paseo hacia la independencia, toda vez que sus intenciones han quedado truncadas por sendos portazos del gobierno británico y del Tribunal Supremo del Reino Unido. El Gobierno conservador ha dejado claro que no volverá a dar permiso a Edimburgo para celebrar una consulta como la de hace nueve años y, el pasado noviembre, los jueces respondieron con una negativa al requerimiento escocés para dilucidar si el Parlamento autónomo puede ser competente para aprobar la ley que convocara el referéndum. El plan de la líder del SNP (Partido Nacional de Escocia) encalla en un callejón sin salida.
“El elemento principal para explicar la dimisión de Sturgeon es más un tema político que personal, porque ha visto como se quedaba sin camino para organizar un segundo referéndum”, razona Dani Cetrà, politólogo de la Universitat de Barcelona y Doctor en Sociología Política por la Universidad de Edimburgo. Cetrà, que durante la década que vivó en Escocia trabajó para el Centre on Constitucional Change, señala la encrucijada del independentismo escocés. “Su plan siempre ha tratado de buscar vías negociadas y legales, y cuando Sturgeon se ha dado cuenta de que el camino no es transitable, lo deja”, sintetiza. El académico, que ahora reside en Cataluña, vislumbra coincidencias con el caso catalán. “El paralelismo es claro, ¿qué puedes hacer cuando tienes un mandato que te impulsa a convocar un referéndum pero institucionalmente no tienes recorrido?”, se pregunta.
El modelo escocés ha servido de agarradera habitual a los partidos independentistas catalanes. “Lo que hemos visto en Escocia es el buen camino que hay que seguir”, afirmaba Artur Mas en 2014, cuando la maquinaria del procés empezaba a poner el turbo. En marzo de 2017, medio año antes del 1-O, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras escribieron un artículo en EL PAÍS señalando que Escocia suponía un ejemplo a seguir. “El escenario escocés de un referéndum acordado es el que desearíamos en Cataluña”, manifestaron los entonces presidente y vicepresidente de la Generalitat. El verano pasado, Puigdemont afirmaba no tener dudas de que el Gobierno británico “respetará” el derecho de los escoceses a decidir su futuro. Las reacciones a la renuncia de Sturgeon han sonado a menor volumen. “Tu liderazgo continuará siendo una inspiración”, se limitó a decir Pere Aragonès.
Tras el veto doble del parlamento y de la justicia, la líder escocesa trató de abrazar una penúltima maniobra de huída hacia delante. Planteó convertir las próximas elecciones generales del Reino Unido, previstas para finales de 2024, en un referéndum de independencia de facto. El plan chirrió dentro de las filas del SNP.
Diego Muro es investigador sénior asociado en el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) y profesor titular en relaciones internacionales en la Universidad de St Andrews. “Es extremadamente complejo interpretar unas elecciones en clave de plebiscito. Se puede forzar la interpretación, como se hizo en Cataluña, pero la gente vota por muchas razones, desde la inflación y el paro al tipo de relación que se quiere con Europa. Cuando un gobernante gana unas elecciones no podemos estar nunca seguros de si gana por sus cualidades o por la antipatía que genera la alternativa”, considera Muro. Dani Cetrà opina algo similar: “En Cataluña conocemos bien las dificultades que comporta leer los votos que tiene un partido en clave de votos en favor de la independencia”.
Diego Muro sostiene que “el SNP se queda sin opciones claras y viables de pedir un segundo referéndum”, y considera que ese ha sido un factor de peso en el adiós de Sturgeon. Este escenario alimenta la duda de si el separatismo escocés puede tomar la directa y estar tentado de potenciar la idea de una vía unilateral. “Esa opción siempre la han rechazado”, afirma Muro. “Escocia ha aprendido cosas del caso catalán y sabe que la vía unilateral no funciona, porque si la votación la boicotean los partidarios de no romper con el Estado el resultado pierde fuerza y legitimidad ante la comunidad internacional”, explica Dani Cetrà.
En su artículo de marzo de 2017, Puigdemont y Junqueras aplaudían la cintura del gobierno de Londres al haber permitido una consulta por la soberanía escocesa y, pese a que había ganado el no con un 55% de apoyos, los dos políticos catalanes anunciaban que quedaba partido por jugar: “todo parece indicar que Escocia y Reino Unido volverán a pactar la celebración de un nuevo referéndum de independencia. El segundo en tres años. No está mal para algo que en España no puede ni tan solo formar parte de una mesa de diálogo entre los Gobiernos español y catalán”. El anunciado segundo referéndum escocés no ha llegado, y el chasco se ha llevado por delante a Sturgeon. “Soy un ser humano”, argumentó la ministra principal de Escocia al anunciar su adiós.
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