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Junqueras aprovecha un cambio en los estatutos para prolongar su liderazgo en ERC

El ‘exvicepresident’ y Marta Rovira buscan cerrar filas ante las elecciones municipales y la vía del diálogo entre Gobierno y Generalitat

Camilo S. Baquero
El presidente de ERC, Oriol Junqueras (der.) y la secretaria general de la formación, Marta Rovira (izq.), en una imagen de archivo.
El presidente de ERC, Oriol Junqueras (der.) y la secretaria general de la formación, Marta Rovira (izq.), en una imagen de archivo.Albert García

Oriol Junqueras y Marta Rovira serán reelegidos este domingo como máximos líderes de Esquerra Republicana. Repetirán, respectivamente, como presidente y secretaria general del partido y, gracias a un cambio en los estatutos hecho a medida en 2019, su tiempo en el cargo podrá superar el límite de 12 años establecido hasta entonces. Los republicanos defienden cerrar filas en un momento trascendente, con el Govern en solitario y en minoría parlamentaria, la vía del diálogo en un momento clave y las elecciones municipales en el horizonte. Casi nadie tose ante su estilo personalísimo de liderar la formación: el tándem ha llevado a la formación a sus cuotas de poder y éxitos electorales más altos desde la Transición. Pero todo tiene un coste: el hiperliderazgo hace sombra a cualquier posible sucesor, las circunstancias personales parecen siempre marcar las decisiones y se vislumbran choques de estrategia entre el partido y el Ejecutivo catalán.

A finales de agosto, en una carta a la militancia, explicaron que querían revalidar los cargos para “hacer de ERC una organización todavía más fuerte y preparada para servir al país”. El congreso se hará de una manera curiosa si se le compara con lo que suelen hacer los partidos de ámbito nacional. Este domingo se votará la cúpula -Pere Aragonès, por ejemplo, también busca repetir como coordinador nacional- y en 2023 se aprobará la hoja de ruta política. En septiembre de 2019, presidente y secretaria general lograron su segunda reelección, con el 88% de los votos a favor y una participación del 57% de la militancia. En ese momento y ahora fueron la única candidatura presentada.

Originalmente, los estatutos fijaban un máximo de 12 años en ambos cargos (tres periodos), pero una reforma aprobada hace tres años abrió la puerta a superar ese límite en casos como el de un Junqueras preso tras el juicio al procés (estuvo casi cuatro años tras las rejas aunque nunca dejó de influir en la política) y una Rovira huida de la justicia y “exiliada” en Ginebra. Ahora, el tope queda “suspendido” si los cargos no se han podido “desarrollar plenamente” a consecuencia de “causas ajenas a la organización” o a la voluntad de los líderes. El partido defiende que así “la represión política fracasa en su objetivo de cargarse los liderazgos políticos”.

El tándem llegó al poder del partido en 2011. Un noqueado Joan Puigcercós les entregó las llaves de una formación superviviente de una lucha fratricida, hundida tras una debacle electoral y el fin del Govern compartido con el PSC e Iniciativa. Junqueras, que ya era eurodiputado por ERC, buscó a Rovira y juntos empezaron, según se le pregunte a un cercano o a un detractor, a reconstruirla o a “fumigar todo lo que oliera a tripartito”. Gracias a apuestas personales del nuevo líder, como Gabriel Rufián, ERC ha logrado ser la primera fuerza catalana en el Congreso. En los últimos comicios municipales, los republicanos fueron el partido con más votos y concejales, desbancando a Junts.

Sin embargo, ha sido la gestión del órdago independentista la prueba de fuego del liderazgo. A las elecciones catalanas tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, ERC llegó haciendo un giro de 180 grados: de las lágrimas de Rovira al ver que Carles Puigdemont, en octubre de 2017, titubeaba sobre la Declaración Unilateral de Independencia a aparcar la unilateralidad y abrazar la vía del diálogo en diciembre de ese mismo año. Sin la autoridad moral de Junqueras avalando esa rectificación, es muy posible que la militancia no lo hubiera aceptado. Una confianza que se repitió cuando se ungió a Aragonès como presidenciable.

La única oposición a la actual dirección es un grupo muy minoritario llamado Colectivo Primer D’Octubre, que aboga por volver a las tesis de 2017. Consideraron que precisamente ese contorsionismo de Junqueras y Rovira les invalidaba para seguir al frente del partido. “Si se defiende un camino distinto, lo deberían representar unas caras distintas”, explica el militante de base Xavier Martínez. Se han manifestado públicamente en contra del apoyo a los Presupuestos Generales en el Congreso, a la candidatura de los JJ OO de invierno o de boicotear la Diada de este año.

El Colectivo también critica que la decisión de adelantar a este año la elección de la cúpula bloquea cualquier intento de abrir un proceso real de renovación. La lista tiene nuevas caras pero Martínez opina que es “más de lo mismo”. El historiador Joan B. Culla recuerda como los 12 años del tándem se solapan con los del auge y caída del procés, tiempos “atípicos” que necesita aún ajustes internos. Y tira de San Ignacio de Loyola para explicar por qué cree que no se abre ahora el melón sucesorio: “En tiempos de tribulación, no hacer mudanza”.

Un histórico del partido, el exconsejero de la Generalitat Enric Marin, ve muy claro el objetivo detrás de la unidad: “Seguir por donde vamos a nivel institucional y consolidar a Aragonès”. Difiere el politólogo y exdirector del Centre de Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat Gabriel Colomé. El liderazgo omnipresente de Junqueras, dice, no solo opaca lo que intenta construir el president, sino que sus estrategias para el partido y el Govern chocan. “Tras la ruptura con Junts, es Junqueras quien le fija la agenda a Aragonès sobre los pactos para los Presupuestos de la Generalitat y el veto al PSC”, agrega Colomé. Unas cuentas, aunque votadas por el PSC, darían al Govern en minoría el oxígeno y la legitimidad parlamentaria que tanto necesita. Pero ese pacto haría volar por los aires la estrategia para las municipales en las que en el Área Metropolitana los socialistas catalanes son el enemigo a vencer.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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