El buque insignia de El Corte Inglés se queda solo en plaza de Catalunya de Barcelona
Con la venta del edificio de Portal de l’Àngel, El Corte Inglés en Barcelona se centrará en sus edificios más rentables y con clientes más fieles
A mitad de la semana laboral, un miércoles pasadas las doce del mediodía, la planta baja de El Corte Inglés de plaza de Catalunya está llena de clientes. Entre córneres donde abundan perfumes, productos de cosmética y bolsos de piel, deambulan muchos más turistas que clientes locales. Pero en la primera planta, los pasillos, con menos tráfico, son para las señoras, que examinan jerséis y chaquetas, dudosas de si comprarlos ya o esperar a que el frío llegue de una vez. Entre ellas, Maria Teresa Garcia, de 83 años, que va acompañada de una amiga. Vive en Barcelona y ha llegado en metro, como suele hacer un par de veces por temporada, para renovar un poco el armario. Tiene la tarjeta de El Corte Inglés y además esta vez lleva una tarjeta regalo. Con las amigas recurren a este detalle por sus cumpleaños, así cada una se compra lo que quiere. Más adelante, Alicia Morillas, de 71 años, también curiosea la ropa de nueva temporada. Es cliente habitual de El Corte Inglés de Sabadell, pero hoy, aprovechando que ha ido al médico, también se da una vuelta por el buque insignia de la firma en Barcelona, que se instaló hace sesenta años en el centro de la ciudad. Señoras como ellas hicieron grandes estos almacenes, que actualmente tienen más competencia que nunca. Ahora quieren subsanar una incongruencia, los goles en propia puerta.
Con la venta del edificio de Portal de l’Àngel, El Corte Inglés ha puesto fin a una situación insólita: durante un tiempo, en los alrededores de la plaza de Catalunya, convivían tres grandes almacenes que competían entre sí, pero que formaban parte de la misma empresa. En 2013 El Corte Inglés vendió el edificio que tenía en la esquina con La Rambla por 100 millones de euros, y mantuvo su actividad —bajo la marca Sfera— en régimen de alquiler hasta que en 2018 lo dejó, y ahora está ocupado por Primark. Y el lunes pasado se confirmó la venta del edificio de Portal de l’Àngel en una operación valorada en 200 millones, entre la compra y la remodelación del inmueble. En la plaza quedará solo, pues, el emblema de la empresa en Barcelona, el gran transatlántico gris de estrechas ventanas que durante décadas ha simbolizado el esplendor de los grandes almacenes.
Ya antes, en 2019, la compañía había vendido el edificio de Francesc Macià, por 151 millones. Todo ello se enmarca en una estrategia del grupo de deshacerse de activos inmobiliarios no estratégicos, con el objetivo de hacer caja y aligerar la deuda, que se sitúa en 2.500 millones. Un portavoz de la empresa en Barcelona señala que se han vendido los edificios que no eran desde el inicio propiedad de la compañía, mientras que los que quedan, el de plaza de Catalunya y el de la avenida Diagonal, no están en venta. La empresa no ofrece datos segregados por ciudades.
En el caso de Barcelona, la estrategia pasaba por terminar con la anomalía de plaza de Catalunya. “La operación se entiende por la proximidad que había con los otros dos centros, primero, y luego con el que queda. Tener tres centros en la zona más cara de Barcelona y que compiten entre sí, no tenía mucho sentido”, explica Carlón Galofré, socio director de Ascana, una consultoría especializada en el comercio de lujo y en el de las zonas principales de las ciudades. “Se han quedado con el grande, que consta de dos fincas, una en propiedad y la otra en alquiler. Es una de las localizaciones que más han mejorado en los últimos tiempos. Y la tendencia, después de la pandemia y el procés, es que en estas zonas no solo han aguantado los precios inmobiliarios, sino que la demanda ha crecido. También eso lo han aprovechado para hacer la operación, porque han conseguido una buena cifra”, destaca. Galofré señala que “no existe” otro producto como el edificio de Portal de l’Àngel: “Es el mejor edificio comercial en la calle más cara de España”, explica sobre el inmueble, que ya estaba pensado, antes de El Corte Inglés, como unos grandes almacenes, porque eran las antiguas Galerías Preciados.
“Al igual que el resto de operadores, los grandes almacenes están optimizando su portfolio de tiendas y desarrollando la omnicanalidad. Cuando un inmueble en propiedad no tiene sentido estratégico, lo mejor es venderlo”, y El Corte Inglés tiene en balance algunas de las mejores joyas inmobiliarias de las ciudades”, señalan los expertos de la consultora CBRE a través de un cuestionario.
Con todo, la propuesta de El Corte Inglés en Portal de l’Àngel no terminaba de cuajar, primero como unos grandes almacenes dedicados a la cultura, y más recientemente especializados en ropa deportiva. “En estas zonas tan caras, o tienes unos márgenes muy altos, o es mejor alquilar el espacio a otra marca. Pero al final ese no es el negocio de El Corte Inglés, que tiene una marca muy potente, y por eso tiene lógica concentrar su negocio”, explica Galofré. El experto pronostica que el nuevo propietario del inmueble, una joint venture (sociedad conjunta) formada por el gestor inmobiliario holandés Redevco y el fondo de inversión estadounidense Ares, alquilará las plantas a grandes marcas y a oficinas que compartirán el edificio.
La concentración del negocio en Barcelona en sus dos grandes centros, plaza de Catalunya y Diagonal, muestra los cambios de tendencia en el consumo. “El cliente clásico de El Corte Inglés es local, de clase media o media-alta, de una cierta edad y que en parte no ha hecho la transición hacia la compra por internet. Pero con la pandemia todo ha cambiado bastante”, explica Pedro Rey, profesor de economía del comportamiento de Esade. Según este experto, la compañía no ha sabido hacer la transición hacia el comercio en línea, o no ha querido, para no perder la marca: “El Corte Inglés tenía muy fidelizado a su cliente, porque lo había acostumbrado a ir a comprar a un sitio donde había de todo, esa era su gracia, y porque emprendieron iniciativas en su momento innovadoras como la tarjeta de El Corte Inglés, que incluía servicios como el parking, o las políticas de devoluciones. Te vendían una experiencia: entrar en un sitio en el que no se ve la calle, pasar por todas las plantas mediante escaleras mecánicas, darte todos los servicios y propiciar la idea de que no hace falta salir, con lo que las compras aumentan.
Ahora, el comercio en línea ofrece casi lo mismo en cuanto a variedad de productos y políticas de devoluciones, pero desde casa y más barato. Los clientes han perdido el miedo a comprar por internet, y además, tras la pandemia, tampoco quieren encerrarse en un sitio”, relata Rey. La pandemia también tuvo un impacto en cuanto a las restricciones, que impidieron la llegada de turistas, un cliente clave para el establecimiento de plaza de Catalunya, y de clientes de provincias. “Como el Harrod’s en Londres o las Galerías Lafayette en París, los grandes almacenes son un monumento más, tanto para turistas como para clientes locales de otras poblaciones”, explica.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.