España ya registra este año al menos 264 muertes por ahogamiento y supera la cifra de todo el 2021
El regreso del turismo masivo y las altas temperaturas disparan las víctimas mortales en actividades acuáticas. La última, un joven de 15 años que había sido rescatado el jueves en estado crítico en Salou
Las muertes por ahogamiento en España este 2022 ya superan las de todo el año pasado. 264 personas han muerto ahogadas desde el pasado 1 de enero, según las cifras de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo (Rfess), por las 260 de 2021. El verano pasado, sin embargo, aún estuvo marcado por las restricciones. Los expertos señalan el fin de las limitaciones, el aumento de las temperaturas y la falta de cultura acuática como los factores que explican las actuales cifras de mortalidad. Los registros de este 2022, en todo caso, son similares a los veranos previos a la pandemia.
En las últimas 24 horas se han contabilizado cuatro víctimas mortales: una en Tenerife y tres en Salou, donde los socorristas rescataron sin vida a dos hombres de 60 y 46 años, y al hijo de este último, un menor de 15. El joven fue ingresado el jueves en estado crítico al hospital Joan XXIII de Tarragona, donde falleció la madrugada de este viernes. El aumento de los ahogamientos inquieta al presidente de la Rfess, Francisco Cano, que considera que los registros anuales pueden llegar a superar en este 2022 otra vez las 400 víctimas, como ya ocurrió en 2019. “Hay que reducir estas cifras como sea”, pide.
El fin de las restricciones ya anticipaba un verano de mayor riesgo en las playas y piscinas españolas, según los expertos. El aumento de la movilidad y la llegada masiva de turistas han tensionado la actividad en las aguas costeras, pero Cano señala el calor como un catalizador de los accidentes. “No esperábamos tener estas altas temperaturas y que el verano empezara antes”, analiza. Y para combatir el calor, lo más fácil es meterse en el agua. “El problema es que las políticas de prevención no han cambiado y que la temporada de baño se sigue contemplando en muchos municipios desde el 15 de junio al 15 de septiembre, cuando las necesidades son distintas”.
Ramses Martí es especialista en seguridad acuática y denuncia la falta de logística en las playas y la precariedad de las condiciones laborales de los socorristas. “Vigilamos con los mismos profesionales y con casi las mismas infraestructuras que hace 20 años. Los vigilantes tienen que estar separados por 200 metros para reducir el área de observación, y esto no ocurre”, insiste. Según el especialista, los socorristas tienen que hacer un barrido visual a toda su área de vigilancia en 10 segundos para garantizar la seguridad de los bañistas, y entiende que con la ubicación actual de los profesionales en las playas no se cumple. “Los profesionales tienen que estar a un máximo de tres minutos para socorrer a alguien, y ya es mucho”, insiste. Desde su torre de vigilancia, analizan los “patrones de comportamiento” en el agua que indican que existe un riesgo para actuar y prevenir, explica Martí.
Pero la mortalidad no se explica únicamente por la precariedad de los trabajadores. La responsabilidad de los bañistas también influye, dicen los expertos, y mucho. Los datos de la Rfess reflejan que un tercio de las víctimas mortales tienen más de 65 años, una tendencia que se repite a lo largo de los últimos años. “Son personas que muchas veces sufren un problema de salud y caen a primera línea de mar”, refleja Martí, que pide una mayor consciencia de las propias limitaciones. El experto en seguridad acuática reclama “incidir” en los ambulatorios y con campañas públicas para que los usuarios pluripatológicos o vulnerables “no vayan solos” a la playa o que lo hagan en horas con el servicio de socorrismo activo.
El mar Menor, en Murcia, ilustra el peligro del agua entre los colectivos vulnerables, según Cano. Es una laguna que “apenas tiene peligrosidad”, pero en cambio el porcentaje de víctimas “es más alto porque hay más turistas mayores que a veces no hacen actividad física durante el año o controlan menos la alimentación”.
En todo caso, la propia percepción del peligro y el respeto al agua se anuncian como factores especiales para comportarse durante el baño. “Solemos tener una falsa sensación de seguridad y de pensar que la situación está controlada”, alerta Cano, que compara los datos en las playas del Norte de España (siete entre Asturias, Cantabria y País Vasco el pasado mes de julio) con las del Mediterráneo (37 entre Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares). “En el Atlántico o el mar Cantábrico hay mucha menos gente, pero ya ves unas olas más grandes y no te expones como lo harías en el Mediterráneo, que parece más seguro. Al final hay que recordar que el mar y el agua siempre son más fuertes que nosotros”.
Recuento sin datos oficiales
La Federación Española de Salvamento y Socorrismo (Rfess) realiza mensualmente un Informe Nacional de Ahogamientos que contabiliza el número de víctimas mortales contabilizados en playas y piscinas de toda España. El documento se ha convertido en un barómetro de la situación en las costas españolas, pero las cifras no tienen un carácter oficial. "El Instituto Nacional de Estadística tarda un año en publicar el registro de las muertes por ahogamiento, y no sirve para ilustrar el peligro de las actividades acuáticas", se queja Francisco Cano, presidente de la Rfess.
La entidad realiza un exhausitvo trabajo de documentación a través de los medios de comunicación para contabilizar día tras día cada muerte, pero sus representantes son conscientes de que los datos pueden ser inexactos. "Hay una oscilación de las cifras y puede que se pierda algún caso", admite Cano. Por ello, las 264 cifras contabilizadas se presentan como un dato de mínimos. "Pero lo importante es concienciar a la población cuando las cosas no se hacen bien", cierra el presidente federativo.
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