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Fallece a los 80 años Núria Feliu, la gran señora de la canción catalana

La artista, que sufrió un ictus en marzo de 2021, fue un símbolo de la cultura popular y se atrevió con diferentes estilos, como el jazz, los boleros y los cuplés

Nuria Feliu  en 1999
Nuria Feliu en 1999AURE HORMAECHEA (EFE)

Núria Feliu falleció la mañana de este viernes en su casa del barcelonés barrio de Sants. Según ha informado la familia, la cantante no ha podido superar las complicaciones de la enfermedad que le habían apartado de la vida pública desde hacía algunos meses. El 16 de marzo del pasado año había sufrido un accidente vascular cerebral del que no trascendieron más detalles, simplemente que la cantante se iba recuperando lentamente en su domicilio. Hoy esa progresión se ha roto definitivamente y el país ha pedido a uno de sus iconos culturales.

El ministro de cultura y deporte Miquel Iceta ha tuiteado una emotiva despedida: “Su música nos acompañará por siempre”. Iceta ha destacado: “Es una persona que ha acompañado a muchas generaciones de catalanes y catalanas, siempre amando la cultura del país y haciendo el máximo por la difusión de nuestras músicas y nuestra lengua”.

Núria Feliu nació en Barcelona en 1941, en el barrio de Sants del que nunca se separó. En los ateneos de ese barrio comenzó su deambular artístico, aunque en un primer momento sus miras apuntaban más hacia el teatro pronto se decantó por la canción y ya en 1964 realizó sus primeras actuaciones públicas en un contexto que la alejaba tanto de los pioneros de Els Setze Jutges, que estaban también en sus inicios, como de la canción comercial.

En una época en que la canción catalana era eminentemente reivindicativa y afrancesada, en ambos casos en su aspecto más positivo, Feliu, se acercó desde el primer momento a los estándares estadounidenses, eso que conocemos como el American Songbook, y al jazz, adaptándolo todo tanto a su lengua materna como a su personal saber hacer y teniendo, ya de entrada, el apoyo de grandes músicos como Antonio Ros Marbà o Francesc Burrull. Ardiente defensora de la traducción de todas esas grandes canciones al catalán contó con la complicidad de grandes letristas/poetas como Jaume Picas o Josep Maria Andreu y, sobre todo, de lo más reputado de nuestro jazz: de Tete Montoliu o Pocholo a Lou Bennett (que no era de por aquí pero como si lo fuera). Así, temas tan populares como el Misty de Erroll Garner, que habían grabado ya Ella Fitzgerald, Frank Sinatra o Aretha Franklyn, pasaron a incorporarse a la cultura popular catalana como Tot és gris. El mismo Tete, la habían grabado juntos, cuando posteriormente recuperaba este tema en alguno de sus conciertos, siempre lo presentaba con su título en catalán. Tete Montoliu y Núria Feliu actuaron juntos en muchas ocasiones, la más recordada durante una semana en 1966 en el Waldorf Astoria neoyorquino, el primer desembarco de jazz español en la Gran Manzana.

En la segunda mitad de la década de 1960 muchos descubrieron lo que era el jazz gracias, precisamente, a las versiones de Núria Feliu que rompieron las entonces aún más estrictas barreras de ese estilo musical. Aunque ella nunca quiso centrarse ni en este ni en ningún otro estilo. Era una cantante universal que podía hacerlo (casi) todo y en todo dejaba su huella a pesar de su eterna humildad que la alejaba perpetuamente de lo que se ha considerado una diva, a pesar de que en realidad lo era.

Con aparente sencillez y como no dándole importancia a la cosa, fue abriendo muchas otras puertas desenterrando el cuplé del olvido y limpiándole su pátina casposa, convirtiendo la sardana en canción o haciendo del bolero algo muy catalán. Se acercó repetidamente a la música cinematográfica y a las canciones europeas de entreguerras o de la resistencia, cantó a Apel.les Mestres y a Salvador Espriu, a Jesus Christ Superstar y Emmanuelle (¡en el mismo single!), homenajeó a la Mistinguett y compartió micrófono tanto con Josep Carreras como con Alberto Closas. Y nunca dejó de ser Núria Feliu.

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En el año 1969 llegó a cantar en castellano, editó tres singles, un hecho que no le gustaba recordar y que realmente no fue más que una anécdota en su larga y abigarrada carrera. Una carrera de la que seguramente cada uno de nosotros guardará su propia imagen de la Feliu. Incluso en su barrio de Sants tienen una giganta con su imagen de tieta cercana y entrañable con poco o nada que ver con la canción de Serrat. Más bien una tieta hiperactiva e incansable que nunca dejó de moverse en pro de la cultura y que cuando su voz ya no estaba a la altura de lo que podía esperarse recitaba y lo hacía con la misma sencillez y cercanía, metiéndose al público en el bolsillo como de costumbre.

En 2011 el Liceu barcelonés acogió un homenaje a su medio siglo de trayectoria en el que participaron desde Serrat o Peret a la Elèctrica Dharma o los castellers de su barrio (sí, castellers en el Liceu).

Realmente las palabras del ministro Iceta no pueden ser más certeras: “su música nos acompañará por siempre”.

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