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Los quioscos de prensa de Barcelona podrán tener cajero automático, buzones para compras en línea y vender café

El Ayuntamiento y el sector pactan ir más allá de la venta de diarios para garantizar su viabilidad económica

Quioscos de Barcelona
Uno de los primeros quioscos de Barcelona que además de prensa diaria y revistas, vende café, en una imagen de 2020.Joan Sanchez (EL PAÍS)
Clara Blanchar

Entre la resaca de la pandemia y la crisis de la prensa de papel, los quioscos no pasan su mejor momento. Barcelona tiene 259 ocupados y 53 vacantes, de los que 31 serán retirados. Para garantizar la viabilidad económica de los que siguen abiertos —y que además de vender diarios y revistas cumplen una función social de proximidad— el Ayuntamiento ha acordado introducir cambios en las condiciones de las concesiones con la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa, el Colegio de Periodistas y la Asociación de Quioscos de la Rambla. En un equilibrio de intereses, mantendrán la venta la prensa como actividad principal (deberá ocupar el 51% del espacio), pero podrán tener cajero automático, buzones para recoger compras hechas por internet o vender café. De hecho, para sortear las múltiples crisis, ya hay algunos quioscos de la ciudad que ofrecen otros productos.

Las propuestas serán incorporadas en el pliego de cláusulas reguladoras de la concesión del uso privado del dominio público de los quioscos que están en la vía pública, que está vigente hasta 2030. El uso de estas instalaciones para albergar buzones de recogida, cajeros automáticos, antenas 5G de telefonía, vender entradas para espectáculos o tener cargadores se podrá materializar en los próximos tres meses. Otras cuestiones, como la venta de café o comida para llevar (nunca manipulada en el quiosco), o que las cuatro caras externas tengan publicidad, deberán pasar por el pleno municipal.

El teniente de alcalde de Cultura del Ayuntamiento, Jordi Martí, defiende unos cambios estudiados y con solidez jurídica. “Que la actividad de la prensa escrita siga siendo la principal, pero abriendo servicios a la ciudadanía para mejorar las oportunidades de negocio, preservando la figura del quiosquero”, resume. Para los nuevos usos serán las asociaciones quienes lleguen a acuerdos con empresas. El Ayuntamiento las validará y a partir de aquí cualquier quiosco se podrá adherir.

En el caso de los cajeros automáticos para sacar dinero, de los que hay una falta sangrante en algunas zonas, los quiosqueros tienen prácticamente cerrado un acuerdo con una empresa, de la que no revelan por ahora el nombre. No precisan si es una entidad financiera o una empresa de servicios. La presidenta de la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa, Margarita Céspedes, aplaude el plan: “Estábamos a las últimas, ya no podemos vivir del quiosco, estamos contentos porque hacemos una labor social muy valiosa, tanto si está en un punto turístico como en un barrio”. “Yo misma tengo los teléfonos de los clientes mayores y si algún día no bajan, les llamo”, explica. En una línea parecida se expresa el presidente de la Asociación de Quioscos de la Rambla, 11 puestos, Juan Jiménez.

Ambos convienen que los nuevos usos dependerán de cada barrio. Cajeros en zonas turísticas, buzones en barrios... Y celebran la entrada de una cuarta cara de publicidad: “La mayoría de quioscos aguantan por la publicidad”, confiesa Céspedes. Los responsables municipales explican que otras ciudades europeas están ensayando soluciones para mantener la figura del quiosco. Pero ninguna pasa por modificar las condiciones actuales a largo plazo.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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