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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Junts y el liderazgo de la derecha

Para el futuro del partido puede ser decisivo aclarar qué le propone a la derecha catalana: si su pretensión es seguir jugando en el campo de ERC o convertirse en la alternativa de poder de la derecha

Jordi Turull y Laura Borràs, en un acto de campaña electoral de Junts.
Jordi Turull y Laura Borràs, en un acto de campaña electoral de Junts.Enric Fontcuberta (EFE)
Enric Company

A nadie ha sorprendido que el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, haya renunciado a continuar en el cargo a partir del congreso del partido convocado para el mes de junio. Surgido de la implosión de Convergència Democràtica por la confesión de Jordi Pujol en 2014 sobre sus evasiones fiscales, Junts es el conglomerado político que ha heredado más opciones que ningún otro para ser el principal partido de la derecha catalana. Esta responsabilidad ha quedado oscurecida, sin embargo, por su disputa con Esquerra Republicana por el liderazgo del independentismo catalán. Esto ha desdibujado su perfil político e ideológico hasta el extremo de convertirla en una confusa amalgama de sectores con proyectos distintos y en un campo de batalla de personalismos en permanente pugna.

Lo más probable es que la confusión se prolongue más allá del congreso de junio, sea cual sea el resultado de la pelea entre Laura Borràs y Jordi Turull. Junts sigue siendo la organización política mejor situada para ser la alternativa de derechas a la izquierda en Cataluña. A estos efectos, estuvo siempre claro, sin embargo, que Jordi Sánchez no era el perfil adecuado para este reto. Pero, de la misma forma que era harto improbable que Jordi Sánchez pudiera reagrupar en torno a su liderazgo a las fuerzas vivas de la derecha catalana como antaño lo hicieron CiU y Pujol, lo mismo cabe imaginar que ocurrirá si quien le sucede al frente del partido son Borràs o Turull.

Lo que a la salida de la dictadura franquista consiguieron Pujol, Ramon Trias Fargas, Miquel Roca Junyent y Miquel Coll i Alentorn al crear CiU en 1979 fue un auténtico encaje de bolillos, una fórmula para la reinvención de la derecha que les permitió hegemonizar la dirección política de Cataluña hasta 2003. No hay espacio en este artículo para describir los detalles de aquella exitosa operación, baste con recordar que redujeron a la categoría de testimonial en Cataluña tanto a UCD y AP como más tarde al PP, ampliamente mayoritarios en el resto de España en el ámbito de la derecha. Ahora, tras los traumas de la aventura independentista, las derechas catalanas se hallan en una encrucijada. Dispersadas en el flanco catalanista, agriamente divididas en el flanco del españolismo, ocho o diez grupos se disputan la representación de este espacio político. Está claro que Jordi Sánchez no es el hombre para este trabajo. Tan claro como que ni lo ha pretendido. ¿Lo son Carles Puigdemont, Laura Borràs, Jordi Turull? No lo parece. Ellos están para otras cosas, como la liberación de Cataluña. ¿Podrían serlo Carlos Carrizosa, Alejandro Fernández o Ignacio Garriga? Tampoco, su objetivo no es gobernar Cataluña sino aportar votos a su proyecto español. Entonces, si uno es de derechas ¿a quién va a votar en Cataluña, con una cierta perspectiva de que el voto sirva para ganar?

Lo primero para conseguir un objetivo político es proponérselo. Junts parece dirigirse a un congreso para dirimir sobre liderazgos. Es algo serio, ciertamente. Pero para su futuro puede ser decisivo aclarar qué le propone a la derecha catalana. Aclarar si su pretensión es seguir jugando en el campo de ERC o convertirse en la alternativa de poder de la derecha.

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