Barcelona prohibirá los supermercados fantasma y desterrará las macrococinas a zonas industriales
Restaurantes y tiendas de platos preparados que reparten comida a domicilio deberán habilitar espacio para los repartidores
El Ayuntamiento de Barcelona quiere poner coto a algunos de los aspectos derivados del negocio de las plataformas de reparto a domicilio, y para ello ha aprobado este viernes una propuesta que regula estas actividades en tres variantes. Los llamados supermercados fantasma, que no atienden al público y son solo almacenes de género donde preparar y repartir pedidos a toda prisa, quedarán prohibidos en toda la ciudad. Y las cocinas fantasma, donde se prepara comida para entregarla a domicilio, estarán solo permitidas en dos zonas industriales y periféricas. También habrá mayores exigencias a los restaurantes o locales de comida preparada desde donde se reparten raciones a domicilio: deberán tener una autorización expresa, espacio para las bicicletas o patinetes, y para que los repartidores —conocidos en el sector como riders— descansen o puedan ir al baño.
La fórmula elegida por el gobierno de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, es un plan de usos, un documento urbanístico que fija qué licencias de actividad pueden otorgarse en una zona concreta. Y en este caso el objetivo es claro: la ciudad dice basta a unos negocios que el Ejecutivo entiende que distorsionan la vida cotidiana en los barrios e impactan negativamente en el tejido comercial y en la restauración local. Las actividades citadas que ya funcionan se quedarán tal y como están.
Las alarmas saltaron en la ciudad hace justo un año, cuando vecinos de barrios tan sociológicamente distintos como Les Corts o La Verneda se manifestaron contra dos proyectos de macrococinas, también conocidas como dark kitchens. El gobierno congeló los proyectos, dictó una moratoria de nuevas licencias y anunció que se ponía a trabajar para regular estas actividades. Ninguna de las dos tendrá licencia. Durante el año pasado han proliferado también las dark stores, almacenes que funcionan como supermercados sin público, donde los repartidores recogen género comprado por internet que se entrega a los vecinos con el compromiso de que sea muy rápidamente.
El plan presentado ahora, redactado con la colaboración técnica del despacho de urbanismo 300.000km/s, da respuesta a los dos fenómenos. Y tiene, por ahora, aval político: hay acuerdo entre los dos socios de Gobierno (comunes y PSC) y el aval de ERC. El documento afronta dos meses de exposición pública y la idea es aprobarlo en un año, rozando las próximas elecciones municipales. El plan cita, además, experiencias de otras ciudades: Londres, como ciudad pionera en regular estos establecimientos a través de una figura administrativa que equivaldría a los distritos; o Madrid, que también ha anunciado que los regulará.
“Barcelona dice no a los negocios fantasma en la ciudad: ni cocinas fantasma, ni dark stores estarán permitidas en nuestros barrios, en la ciudad mixta de la vida cotidiana. Solo permitiremos implantación de cocinas en zonas industriales y en condiciones restrictivas”, defiende la teniente de alcalde de Urbanismo, Ecología y Movilidad, Janet Sanz. Los condicionantes para abrir cocinas industriales son tan restrictivas (solo en los polígonos del Bon Pastor y la Zona Franca, y nunca tocando a viviendas, y solo en calles de más de 25 metros de ancho y a 400 metros una de otra) que de facto son casi una prohibición. Porque, además, resultarán poco atractivas ya que por su nueva situación no podrán entregar los pedidos a los clientes en el tan corto tiempo comprometido.
Montse Ballarín, concejal de Hacienda y Comercio, defiende que la propuesta “da respuesta a cuestiones como la ocupación de aceras por parte de los repartidores o que cuenten con espacios dignos de espera”. “No se puede permitir la barra libre y es necesario regular en beneficio de todo el mundo. Lanzamos un mensaje contundente pero con tranquilidad: se trata de regular fenómenos disruptivos que ponen en riesgo el modelo de ciudad. Pero no será de hoy para mañana”, avisa en referencia a que los restaurantes y comercios de comida preparada tendrán dos años para habilitar estos espacios.
Desde ERC, el concejal Jordi Coronas apostilló: “El mercado, la tecnología y la imaginación son muy rápidos y la administración debe actuar también con rapidez. Lo que es legítimo no puede arriesgar lo que nos identifica. Esta ciudad no está en venta y hay actividades que son legales pero hay que regular”.
Así, las cocinas industriales o agrupadas, que tienen grandes volúmenes de potencia energética contratada y horarios muy extensos, se relegan a tejidos industriales. Los supermercados fantasma quedan prohibidos. Y para los establecimientos de comida preparada se fijan distancias entre ellos (entre 100 y 300 metros en función de su tamaño) y si suman más de 100 metros cuadrados solo podrán ubicarse en calles anchas.
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