La incubadora de impresión 3D de Barcelona acoge 80 empresas en tres años
El centro de innovación del Consorci de la Zona Franca supera en un 33% sus expectativas de atracción de talento pese a la pandemia
La incubadora de impresión en tres dimensiones de Barcelona, 3D Incubator, ha acogido a 80 empresas desde su inauguración, hace tres años, un 33% más de lo esperado. La previsión de 100 compañías en un lustro “saltó por los aires”, reconoce el delegado especial del Estado en el Consorci de la Zona Franca (CZF) de Barcelona, Pere Navarro, que destaca también el crecimiento de 600 a 1.000 metros cuadrados de las instalaciones a raíz de una demanda creciente. De las impresoras del centro han salido piezas variadas como componentes de una moto eléctrica, réplicas de volantes de Fórmula 1, saxofones, férulas dentales y gafas hechas a medida.
“El polígono nació por la presencia de Seat y Motor Ibérica, cuando fabricar coches era innovador y generaba puestos de trabajo”, expone Pere Navarro. Asegura que ahora la Zona Franca está volviendo a los orígenes, pero centrada en la nueva industria. Navarro pone como ejemplo a Wallbox, el “famoso unicornio” catalán de baterías de coche eléctrico—cotiza en la bolsa de Nueva York— que hace un año anunció que invertiría 9 millones en una fábrica ubicada en el polígono. “Este tipo de empresas son las que nos interesan”, defiende el exalcalde de Terrassa, que comenta que la compañía emitió un enuncio en la Superbowl de Estados Unidos el pasado 14 de febrero.
Pursang, homónima de la moto española que arrasó en los años 70, es una de las empresas que acoge 3D Incubator, impulsada por CZF, Leitat y la Fundación Incyde desde hace tres años. Se dedica a fabricar motos eléctricas con algunas de sus piezas impresas en 3D. “Evitamos moldes, que para una empresa como la nuestra sería muy complicado e incluso podemos hacer piezas que vayan más allá de los moldes”, explica el cofundador de Pursang Oriol Renart. La startup ensambla las motos en Rieju (Figueres). De momento se ha financiado con capital propio (un millón de euros) y, con seis personas en plantilla, ha vendido 24 motos, fabricadas el año pasado, a 14.000 euros la unidad. Ahora están fabricando otras 45. Los clientes principales de la compañía están en Alemania, Francia y Holanda.
“Es verdad que tienen acceso a máquinas de tipo industrial que cuestan mucho dinero, pero también les interesa estar en este entorno”, argumenta Navarro sobre las nuevas ideas que surgen entre empresas que trabajan en una misma tecnología. La 3D Incubator, financiada con 3 millones para cinco años (50% de los fondos son europeos), ha recibido 512 solicitudes de compañías para ser incubadas, desde 2019. Las que son aceptadas por el comité de selección pueden pedir un espacio de trabajo en la incubadora o simplemente formar parte del ecosistema: que cuenta con servicios de asesoría, formación y de ayuda en participación en ferias.
Romain Scaturro y Austin Martínez, empleados de HP, son los fundadores de Arospace, una empresa nacida durante el confinamiento que ha replicado (impreso en 3D) un volante de coche de Fórmula 1 para jugar a eSports en PC. La compañía, que cuenta con un espacio en la incubadora, ha desarrollado tanto la carcasa como la electrónica que el mando lleva dentro con piezas 100% españolas. Martínez, competidor semiprofesional de eSports, explica que vieron la oportunidad de negocio cuando, durante el confinamiento, los fabricantes de volantes más grandes se quedaron sin stock. Arospace mantiene contacto con posibles inversores y espera poder lanzar su volante, que se puede personalizar para equipos de eSports, en los próximos dos meses, a un precio de entre 749 y 999 euros la unidad.
En el centro de impresión 3D de la Zona Franca Odiseimusic ha lanzado al mercado un saxofón y Liq Eyewear imprime gafas personalizadas después de un escaneado de cara al cliente. Son otros ejemplos de empresas incubadas cuyo seguimiento el Consorci de la Zona Franca está intentando sistematizar. “Aún no sabemos el índice de supervivencia”, detalla Pere Navarro, que destaca la importancia que las empresas de la industria 4.0 tienen para la creación de empleo. El Consorci de la Zona Franca ha construido un nuevo edificio de 17.000 metros cuadrados, DFactory, donde unificar empresas que trabajan en campos como la robótica, inteligencia artificial, sensores y fabricación avanzada. Los primeros espacios ya están alquilados y el centro se inaugurará de forma oficial en los próximos meses.
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