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El pistolero de Tarragona: socio de un club de tiro y con licencia para seis armas

Los correos amenazantes no activaron las alertas pese a la notoria afición por las pistolas del guardia de seguridad

Edificio en el que se atrincheró el pistolero de Tarragona tras herir a cuatro personas.
Edificio en el que se atrincheró el pistolero de Tarragona tras herir a cuatro personas.
Marc Rovira

El vigilante de seguridad que el martes disparó contra tres antiguos compañeros de trabajo hacía 15 años que frecuentaba habitualmente un club de tiro y era titular de una licencia para poseer hasta seis armas de fuego. La suya era una afición indisimulada por las pistolas. Un interés que no escondía y que hizo patente al mandar una serie de correos intimidantes a personal de Securitas. La amenaza no activó las alertas antes de su asalto sangriento a la delegación de la empresa en Tarragona, donde dejó heridos a dos hombres y a una mujer.

Marin Eugen Sabau, de 45 años y conocido como Eugin, fue el presunto autor de un escrito desafiante que iba dirigido a algunas cuentas de la compañía con la que mantenía desavenencias. “Felices fiestas cabrones”, rezaba el mensaje, que acompañó de unas fotos donde se mostraba exhibiendo distintas armas cortas, y en las que lucía el chaleco fosforito del uniforme. El texto también señalaba a la empresa por tener prejuicios racistas. Una acusación que compartía con quien quisiera escucharle.

El comisario jefe de la Región Policial del Camp de Tarragona, Josep M. Estela, y la delegada del gobierno en Tarragona, Teresa Pallarès, comparecen en rueda de prensa este martes.Vídeo: LORENA SÔPENA | EPV

“Se quejaba de que lo jorobaban a conciencia por ser de Rumanía”, recuerda Xavier Fau, presidente del Club de Tir Jordi Tarragó. Ahí, en ese club de tiro de las afueras de Tarragona, Eugin afinaba su puntería en entrenamientos semanales. También participaba en campeonatos sociales de tiro, los fines de semana. Le apodaban “Rumano” y, según Fau, “era un tirador por encima de la media”, que aparentaba ser dueño de sus impulsos. “Cuando se detecta a un Rambo, se le da de baja. No queremos a gente nerviosa”, señala el presidente de la entidad. Explica que los tiradores aficionados tienen que ser escrupulosos con la legalidad: “cualquier denuncia penal comporta, de entrada, la confiscación inmediata de las pistolas”.

Algunos compañeros de trabajo de Eugin le recuerdan como un personaje “conflictivo”, de recurrentes disputas con los responsables de la empresa. Había encadenado una baja de larga duración, una ausencia que terminó por ser el preludio de su despido de la compañía. Los Mossos han revelado escasos datos de la investigación, pero el proceder de Eugin tuvo tanta ira como cavilación. En la delegación de Securitas disparó contra el gerente, el inspector de zona y la jefa de servicio, pero dejó indemne a una secretaría. Luego, huyó a bordo de su coche y, a la altura de Reus, no dudó en abrir fuego contra un mosso que trató de cortarle el paso.

El agente sufrió heridas en un brazo. El pistolero se refugió en un viejo caserón rural entre Riudoms y Maspujols, donde se atavió con un chaleco antibalas y un rifle para defenderse del previsible asedio policial.”Solía hacer las prácticas de tiro con una pistola de 9 milímetros y con un rifle de repetición”, indica Xavier Fau. La licencia de armas que tenía desde hace una década y media le obligaba a pasar un psicotécnico ante la Guardia Civil, cada tres años. Junto con la licencia para poseer hasta media docena de armas, el pistolero tenía un permiso especial de recarga. Se trata de una habilitación para poder comprar los elementos que componen la munición y montarse uno mismo las balas.

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Ayer, una unidad especializada de los Mossos registró la casa del pistolero, en Alcover (Tarragona), ante las sospechas de que pudiera almacenar explosivos. Mientras, él sigue ingresado en el hospital con pronóstico crítico. Pese a las precauciones de defensa que tomó en el cobijo donde se atrincheró, una ráfaga de tiros de la unidad de élite de los Mossos lo alcanzó.

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