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Un largo camino de obstáculos para conseguir un contrato

Cinco menores migrantes extutelados por la Generalitat comparten las dificultades para asentarse y encontrar empleo

De izquierda a derecha, Hamza el Khal, Youssef Bencherki, Zakariae Chahboun, Miloud Benazzouz, ex menores extranjeros no acompanados que han conseguido trabajo.
De izquierda a derecha, Hamza el Khal, Youssef Bencherki, Zakariae Chahboun, Miloud Benazzouz, ex menores extranjeros no acompanados que han conseguido trabajo.Albert Garcia (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

La pandemia y el cierre de fronteras hizo caer casi a la mitad la llegada de menores migrantes no acompañados a España en 2020. En Cataluña, desde enero de 2020 hasta junio de 2021, llegaron 1.227 jóvenes, un 45% menos que en 2019. Estos jóvenes, tutelados por la Generalitat y acogidos en centros de menores, continúan su carrera de obstáculos justo en el momento de cumplir 18 años, cuando tienen que emanciparse, pero no pueden acceder a un empleo por falta de permiso de trabajo. Muchos de ellos se ven abocados a buscar, a contra reloj y con la burocracia y la ley de extranjería en contra, una oferta de empleo que obligatoriamente, tal y como marca la normativa, no puede ser de un tiempo inferior a 12 meses a jornada completa. Si no lo consiguen se les caducan los permisos y quedan en una situación de exclusión, ilegalidad, sin recursos y muchas veces, malviviendo en las calles.

Todos sueñan, antes de embarcarse en una patera rumbo a España, con un porvenir que no siempre llega. EL PAÍS ha contactado con cinco jóvenes extutelados que, gracias al apoyo de entidades sociales han logrado formarse, encontrar un trabajo y vislumbrar un futuro mejor.

Miloud Benazzouz tiene 21 años y atravesó el Estrecho de Gibraltar a bordo de una moto de agua en 2017. “Mi familia no quería que viniera a España, pero en mi ciudad, Alhucemas (Marruecos), hubo manifestaciones pidiendo una fábrica pequeña para poder trabajar y un instituto donde continuar los estudios. Yo no había hecho nada, pero me detuvieron. Entonces tenía 17 años y mi familia por fin entendió que tenía que marcharme para buscar un futuro mejor”, advierte Benazzouz. Consiguió ahorrar 2.000 euros y pagar para cruzar el mar desde Tánger. “Íbamos tres en la moto de agua. El conductor, un niño de 11 años y yo. Estuve sujetando todo el viaje a ese niño porque, si nos caíamos, moriríamos”, recuerda.

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Como Benazzouz, Youssef Bencherki, Souad Anadah, Hamza El Khal y Zacariae Chaboun son jóvenes extutelados que desde hace unos meses han conseguido firmar un contrato de trabajo, de 12 meses, en Fundació Intermedia a través de un programa del Servició de Ocupación de Cataluña (SOC).

Laia Alonso, coordinadora transversal de programas de Intermedia, los acompaña en su día a día para que cuando su contrato de un año termine, encuentren un nuevo empleo: “Ahora estamos incidiendo para que las futuras empresas donde pidan trabajo valoren no solo su formación o las competencias adquiridas, sino también sus ganas de salir adelante”, explica.

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Youssef Bencherki tiene 20 años y atravesó el Estrecho a bordo de una patera con apenas 15 años: “Lo había intentado con 14 pero no lo logré... Mis padres no me dejaban, pero en Marruecos no iba a conseguir vivir”. Ahora vive en Barberà del Vallès (Vallès Occidental), trabaja de recepcionista y explica orgulloso que ha podido comprarse un coche, de segunda mano,

Algo similar le pasó a Souad Anadah, una chica de 18 años y que con 16 convenció a sus padres para que le prestaran 4.000 euros para pagar el viaje en patera y jugársela por un porvenir. Anadah vive hoy en Figueres (Alt Empordà), comparte piso y trabaja a tiempo completo como auxiliar administrativa mientras estudia en la escuela de adultos para sacarse la ESO.

Hamza El Khal tiene 19 años y atravesó el Estrecho de Gibraltar con 16: “Tú en Marruecos puedes tener títulos o haber estudiado, pero si quieres trabajar tienes que tener conocidos o pagar 8.000 ó 10.000 euros”, dice. El Khal admite que, si hubiera sabido todas las situaciones que le ha tocado vivir estos años no se la hubiera jugado atravesando el mar.

También en moto de agua atravesó Zakariae Chaboun, que ahora tiene 20 años y se la jugó con 17. De los cinco jóvenes, él es el que estuvo menos tiempo en un centro de menores. La mayoría de edad le obligó a afrontar la vida de “adulto sin papeles”. Aprendió español prácticamente sin la la ayuda de nadie y gracias al programa Formació i Treball ahora está trabajando en el área de informática de Intermedia.

Durante los últimos dos años, y a pesar de la pandemia, Intermedia ha contactado con 229 empresas para poder encontrar oportunidades laborales para estos jóvenes. “42 empresas han contratado a 60 jóvenes que, gracias a estos trabajos, han conseguido regularizar su situación”, explica Laura Ondoño, directora de Empresa de Intermedia. “Es muy importante la inserción laboral de estos jóvenes porque cuando encuentran trabajo intentan buscarse la vida, se emancipan y liberan plazas en los pisos de acogida”, asegura Ondoño.

“Al cumplir los 18 años empiezan casi desde cero”

Laura Ondoño, directora del área de Empresa de la Fundación Intermedia, explica que las entidades que trabajan con los jóvenes tutelados y extutelados reivindican una reforma del reglamento de extranjería —como había prometido el Gobierno de Pedro Sánchez— que permita que los menores tutelados puedan conseguir el permiso de residencia y trabajo antes de cumplir los 18 años, ya que así saldrían del sistema de protección a la infancia y la adolescencia con posibilidades reales de integración social y laboral: “El gran embudo llega cuando los jóvenes cumplen 18 años, entonces deben empezar los trámites como adultos y es, prácticamente, como empezar de cero”, lamenta. “Deben demostrar que tienen un contrato de un año a jornada completa o con ingresos superiores al salario mínimo. Conseguir estos requisitos es prácticamente imposible porque la realidad del mercado de trabajo choca frontalmente contra las exigencias legales para contratar estos jóvenes”, dice Ondoño. “El principal problema es que la tramitación es lenta y, por lo tanto, ante la urgencia de cubrir una vacante, a menudo no se está a tiempo. Además, la mayoría de las empresas ofrecen contratos temporales de tres o seis meses y, en caso de querer contratar un joven extutelado tienen que hacer frente a una tasa de más de 200 euros”, añade Ondoño.

 

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