Trenes atiborrados como si no hubiera covid de vuelta de las playas del Maresme
Imposible guardar la distancia en los vagones de la L1 de Rodalies dirección Barcelona
Calor aliñado con olor a crema solar en trenes atiborrados como si no lleváramos un año y medio y cinco olas de pandemia. Los trenes de la línea 1 de Rodalies, la que comunica las playas del Maresme con Barcelona iban ayer por la tarde noche, de nuevo, hasta la bandera. Imposible mantener las distancias de seguridad, además de que un pequeño porcentaje de viajeros pasa de ponerse la mascarilla.
Renfe asegura que el servicio opera al 100%. Y que no se pueden alargar los trenes ni aumentar su frecuencia por razones técnicas. La Generalitat, que ahora gestiona las líneas de Rodalies, se queja de falta de inversiones, acusa a Renfe de limitarse a poner parches y pide el traspaso total de Rodalies: vías, catenarias y trenes. Mientras, los pasajeros no entienden por qué viajan como si no hubiera covid.
Bea y Jorge bajan del tren con cara de susto. “Madre mía, qué mal. Estaba a tope y había un montón de gente sin mascarilla. Estoy sudando, esto no es normal”. Han cogido un tren en Mataró con destino a Sant Adrià. En la hora punta del regreso de las playas del Maresme: domingo por la tarde. Ellos no son usuarios habituales de los trenes de Rodalies y llevan un agobio considerable. “Vale, igual hay los trenes de siempre, pero la situación no es la de siempre, ¡estamos en pandemia!”, exclama Jorge.
Un fin de semana más los trenes vespertinos comunican el litoral con Barcelona iban ayer hasta la bandera. “A ver, es lo de siempre, pero no se entiende por el contexto. Porque, a tope, vamos todos los veranos. La playa entera quiere coger un tren de seis a nueve de la tarde”. Salvador Bonfil (60 años) es veterano y lo de la vuelta desde Premià se lo toma como un ceremonial. “Después de un día estupendo, te toca un rato de no poderte mover”, resume. Olor a crema solar, sal en la piel, arena en los pies. Multiplicado por muchos miles. En cada tren caben unas mil personas y pasan cada diez minutos.
Escuchando a las administraciones responsables, la cuestión tiene mal apaño a corto plazo. Como pasa con los servicios públicos, arreglarlo es cuestión de inversiones. Renfe argumenta que no pueden operar con trenes más largos, que absorberían más pasajeros, porque los andenes de la estación de Arc de Triomf son cortos.
Técnicamente los convoyes no pueden ser más largos ni ganar frecuenciaTécnicamente los convoyes no pueden ser más largos ni ganar frecuencia
¿Y un aumento de frecuencia del paso de trenes? Las mismas fuentes recuerdan que los horarios dependen de Rodalies, ahora en manos de la Generalitat. En cualquier caso, apuntan, tampoco se pueden aumentar porque el túnel ferroviario del paseo de Gràcia no admite más trenes que uno cada tres minutos.
El resumen: “La R1 opera a máxima capacidad”, que es la misma en verano que en los meses laborables, pese a los mogollones que registran las playas del Maresme en julio y agosto. Fuentes de Renfe también indican que la demanda es ahora de solo el 66% respecto a la que había en tiempos prepandémicos, el año 2019. “Eso es falso”, desmiente un empleado de atención al cliente. “Porque se cuela un montón de gente”, sentencia con cara de lo-que-yo-te-diga-que-lo-veo-cada-tarde.
Desde la Generalitat, fuentes del departamento de Vicepresidencia, Políticas Digitales y Territorio, apuntan que las incidencias de este verano “son la constatación de un modelo caduco”. Y subrayan que ampliar los andenes de Arc de Triomf es una inversión que “Adif tiene pendiente desde hace muchos años. Las inversiones no llegan y la sensación es de que ponen parches”.
El Govern acusa a Renfe de poner parches y pide el traspaso de RodaliesEl Govern acusa a Renfe de poner parches y pide el traspaso de Rodalies
“En cualquier caso, no entraremos en si un tren, un andén o una vía, sino en el modelo. Por eso pedimos el traspaso entero de Rodalies: queremos vías, catenarias y trenes”, manifiestan y recuerdan que es lo que el consejero Jordi Puigneró pidió a la ministra Raquel Sánchez el pasado 2 de agosto en Madrid. El día que la noticia se la llevó el acuerdo de ampliación del aeropuerto de El Prat.
Las mismas fuentes del Govern lamentan que este verano haya habido incidencias porque algunos maquinistas han enfermado de covid y se han anulado líneas. “Si por un maquinista enfermo se anula una línea, algo falla”, alertan. Mientras, han pedido un informe de alteraciones en el servicio. A su turno, Renfe asegura que las incidencias por covid se produjeron en julio, y que en agosto “prácticamente no ha habido suspensiones”.
Pero quienes viajan como sardinas en lata lo hacen ajenos a las trifulcas competenciales y rifirrafes entre administraciones. “A ver, un poco de mal rollo sí que da ir tan apretujaos, ahora con el coronavirus”, dice Anna Garau. Su acompañante, Carles Porcel, es habitual de las playas del Maresme: “El agua está más limpia y ahora con las medusas que hay en Barcelona mucho mejor ir a las playas de Ocata”.
Ante la elevada afluencia —a partir de Masnou a última hora se sube en los trenes a empujones—, hay quien se lo toma con filosofía. Una mujer mayor que carga una sombrilla XL ha dejado pasar tres trenes. Marco, italiano, también: “No tengo prisa, estoy de vacaciones”. No sabe que lo de Masnou no es nada comparado con lo que espera a los pasajeros que suben en la estación de Badalona.
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