El museo del Hermitage de Barcelona: más transporte público para convencer a Colau
La Autoridad Portuaria plantea blindar la zona frente al transporte privado e incentivar la participación del barrio en el proyecto
La posible implantación de una franquicia del Hermitage en Barcelona se resolverá previsiblemente en un mes. Así lo han anunciado la Autoridad Portuaria (APB) y el Ayuntamiento de Barcelona tras más de un año de bloqueo. El puerto defiende el proyecto como uno de sus emblemas de futuro, mientras que el Gobierno municipal se opone por el temor de aumentar la presión turística sobre la Barceloneta, además de desconfiar sobre la calidad cultural del museo. Para superar esas reticencias, la APB propuso blindar la zona frente al transporte privado, financiar el refuerzo de la línea de autobús existente, crear lanzaderas por mar y tierra y acercar el museo al barrio: con colaboración con las asociaciones vecinales y priorizando la contratación de personal de la zona.
Esas medidas son las que están incluidas en un borrador de “convenio para la implantación del uso cultural en el ámbito del plan especial de la nueva bocana y permitir el desarrollo del museo Hermitage” que el puerto trasladó al consistorio hace once meses. La Autoridad Portuaria descartó ayer hacer comentarios al respecto. El breve documento de apenas nueve páginas, al que ha tenido acceso EL PAÍS, debía marcar el pistoletazo de salida de la negociación entre ambas partes para desencallar un proyecto enquistado.
Si hay acuerdo, el Hermitage podrá ver la luz definitiva (al menos la administrativa) en Barcelona con la aprobación de su expediente y los promotores tendrán que asumir en su proyecto tanto las propuestas como el coste de estas. La alcaldesa Ada Colau dijo hace una semana, después de que el consejo de administración del puerto dilatara la aprobación definitiva del proyecto: “Se han ganado unas semanas más para intensificar el diálogo”, lo que se podría entender como abrir la puerta al proyecto, si bien fuentes municipales defienden que la posición no ha cambiado.
El proyecto del Hermitage cuenta ya con una autorización de concesión por parte del puerto de Barcelona, pero es necesario un acuerdo entre el ayuntamiento y el puerto a través de un convenio, tal y como marca el plan especial de la nueva bocana. Si no siguiera adelante se podría abrir un frente judicial con una demanda de los promotores, que podrían reclamar indemnización. Si la justicia les diera la razón tendría que dirimir qué administración es la culpable del fiasco del proyecto y, por lo tanto, obligarle a indemnizar a los promotores si así lo decidiera. Hasta el final de ese proceso, la pastilla de terreno de la nueva bocana podría quedar paralizada en los tribunales.
Para intentar evitar esa situación, en el documento inicial de negociación el puerto ofrece las siguientes propuestas:
Movilidad terrestre. Es uno de los puntos más polémicos, dado que la nueva bocana donde debería levantarse el edificio diseñado por el arquitecto japonés Toyo Ito es un callejón sin salida. El puerto propone, desde el paseo de Joan de Borbó hasta el paseo Marítim, reordenar cruces, crear controles de accesos a vehículos motorizados y un carril bici y reforzar la línea de autobuses V15. Asimismo se propone habilitar lanzaderas de autobuses desde la parada de metro de Barceloneta, al menos entre el 1 de julio y el 31 de agosto, el periodo del año en el que se prevé mayor afluencia de público.
Bus náutico. La propuesta de convenio abre la puerta a crear un sistema de golondrinas que unan la nueva bocana desde el muelle Barcelona, en el que se habilitaría un aparcamiento para autocares, ya que estos no podrán acceder a la zona más próxima al Hermitage. Su horario se acompasaría al del museo, con una oferta vinculada a la demanda según el momento del día y el calendario.
Contratación de ‘km 0’. La propuesta que ha realizado la APB incluye condicionantes en la contratación de la plantilla del museo en la que tendrá prioridad la población de proximidad “priorizando, a igualdad de competencias profesionales, la contratación de los vecinos del barrio de la Barceloneta y de los barrios más próximos”. Se tendrá en cuenta asimismo la integración laboral de colectivos en riesgo de exclusión sociolaboral.
Participación del barrio y de la ciudad. Con el objetivo de dotar de mayor permeabilidad con el barrio y la zona, la APB propone crear un organismo de participación directa del vecindario y administraciones públicas —Ayuntamiento y Generalitat— en la programación de los usos y los espacios públicos alrededor del equipamiento. Asimismo, se abriría al patronato de la Fundación Hermitage Barcelona a esos mismos actores.
La propuesta incluye también la posibilidad de crear un convenio con centros escolares del barrio y del resto de la ciudad para permitir la visita gratuita del museo. Y se plantea desarrollar programas específicos de colaboración con escuelas del distrito para programas específicos y cursos. Con asociaciones de vecinos del barrio se impulsarán asimismo talleres y actividad relacionadas con el arte y la cultura. Asimismo, el Hermitage se compromete a ofrecer bonificaciones y pases de temporada a jubilados, estudiantes y otros colectivos en riesgo de exclusión de Barcelona.
Coordinación con el resto de museos. Según la propuesta de la Autoridad Portuaria existe el compromiso del Hermitage de establecer convenios de colaboración con otros estamentos de la ciudad y coordinarse con el resto de museos de la ciudad para promocionar Barcelona como un referente cultural internacional.
Un edificio abierto y sostenible. Con el ánimo de dar esa imagen de museo permeable a la ciudad, el vestíbulo del edificio del Hermitage quedará abierto a los paseantes de la zona, de forma que el llamado a ser el edificio central de la nueva bocana no se convierta en una barrera para los peatones.
Seguridad. El convenio asegura que se pondrán las medidas de vigilancia tanto durante los horarios de apertura del museo como el reto del día, tanto en el recinto museístico como en toda la zona a su alrededor.
Una reformulación del proyecto y otra ubicación
La oposición del Ayuntamiento de Barcelona al proyecto del museo Hermitage viene de lejos. En 2018, la alcaldesa Ada Colau puso en duda la viabilidad financiera de un proyecto en el que se prevé invertir unos 50 millones de euros, dar trabajo a más de 300 personas y que aportaría la firma de un reputado arquitecto, Toyo Ito, a Barcelona.
En todo caso, el Ayuntamiento apostó antes de dar una respuesta más definitiva al proyecto elaborar cuatro informes sobre temas sensibles de la instalación del museo en la nueva bocana del puerto, próximo a los antiguos tinglados que se tienen que reformar y cerca del hotel vela y el edificio que alberga el cuartel general de Desigual: urbanismo, proyecto cultural, sostenibilidad económica y movilidad. Aquellos informes mantienen que el Hermitage en la zona portuaria comportaría riesgos de seguridad, problemas de circulación, dudas de viabilidad económica y falta de proyecto cultural.
La segunda teniente de alcalde de Barcelona, Janet Sanz, dijo en enero del pasado año, cuando se presentaron los informes: Los proyectos deben adaptarse a la ciudad y no la ciudad a los proyectos”. La intención del Consistorio era que los promotores efectuaran una reformulación de su proyecto y que valoraran una nueva ubicación para el museo.
El problema es que la tramitación para instalarse en el puerto de Barcelona ya está encaminada y esa variación tendría unos costes añadidos para el proyecto.
Desde el gobierno municipal se ha planteado la posibilidad de implantar en la zona una incubadora de startups tecnológicas, para lo que requeriría financiación además de tener que modificar los actuales usos del suelo, de equipamiento cultural.
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