Toyo Ito diseña el edificio del Hermitage de Barcelona
Los inversores buscan en el arquitecto japonés un sello para fortalecer su proyecto ante la oposición del Ayuntamiento
Toyo Ito firmará el proyecto arquitectónico del futuro museo del Hermitage. Los promotores encargaron al arquitecto japonés el pasado verano el diseño, que está previsto construir junto al mar, dentro de los límites de la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB). El sello de un premio Pritzker robustece un proyecto que acumula retrasos desde su presentación en junio de 2016 y que todavía tiene que superar un último e importante obstáculo: el rechazo que genera en el seno del Gobierno municipal de Barcelona en Comú.
La APB tiene un máximo de ocho meses para aprobar el proyecto básico, lo que podría situar el museo en uno de los temas de la próxima campaña de las elecciones municipales. Tras ese periodo, de ser aprobado, el Consistorio debería extender la licencia de obras.
El edificio diseñado por el arquitecto japonés no tiene nada que ver con el edificio de proporciones clásicas que los impulsores del proyecto presentaron en sus inicios. Frente a la estructura cuadrangular del edificio y las líneas rectas del comienzo, en el proyecto de Ito, de hormigón blanco y cierres acristalados, predominan las formas redondeadas características del arquitecto japonés. Alcanza los 25 metros de altura sobre rasante y ocupará unos 72 metros de largo por unos 48 de ancho, lo que le permite la pastilla donde iría ubicado. En total, una superficie construida de unos 16.000 metros cuadrados, de los que 12.000 serán efectivamente útiles, repartidos en hasta tres niveles (además del sótano) y un gran vestíbulo de un solo nivel con una escalera en voladizo siguiendo la sinuosidad de los muros.
La ubicación en la nueva bocana norte del puerto, con hasta tres niveles diferentes de entradas, ha obligado a Toyo Ito a adaptar las diferentes entradas del edificio, que en algunos trazos recuerda la entrada que el mismo arquitecto diseñó para el recinto de Fira de Barcelona en L'Hospitalet de Llobregat. En el interior hay espacio para crear un auditorio de unas 300 plazas, se ha previsto un restaurante y en la terraza superior se prevé poder realizar alguna exposición temporal, si bien esa decisión está pendiente de confirmar.
Fuentes conocedoras del proyecto aseguran que su compromiso para construir un edificio de autor es un factor más que fortalece el proyecto. El Hermitage continúa apoyando el proyecto --y ya está firmado el convenio de cesión de obras, con contrapartida económica--, pese a que quien debía ser su cabeza pensante, Jorge Wagensberg, falleció el pasado mes de marzo. Defienden que esa infraestructura, suceda lo que suceda en el futuro con el Hermitage, se quedará en Barcelona y con pocos otros usos que el museístico por su singularidad estructural. Y que la financiación está totalmente asegurada, a través de inversores privados que confían en obtener rentabilidad.
La participación de Toyo Ito ha vuelto a incrementar los costes del proyecto, que suman ya unos 52 millones de euros (frente a los 42 millones de hace apenas un año). El grueso de la inversión la asumirá el fondo de inversión suizo-luxemburgués Varia, que controla el 80% de las acciones de la sociedad Museo Hermitage Barcelona. El 20% restante es de Cultural Development Barcelona, del impulsor del proyecto y quien controla el acuerdo a 50 años con Hermitage, Ujo Pallarés. Las previsiones son de un millón de visitantes en el primer ejercicio de funcionamiento, una cifra que caería en los ejercicios siguientes hasta consolidarse.
La primera prueba que tendrán que superar esos compromisos de inversión, contratos y previsiones de funcionamiento estará en el Ayuntamiento, que teme someter a más presión turística al barrio de la Barceloneta. Por ello demandó a los promotores que se comprometieran a dotar de un servicio de movilidad para sumir el trasiego previsto a una zona que, de hecho, es un apéndice de la Barceloneta sin muchas vías de tráfico. Existe un acuerdo para crear un servicio de golondrinas lanzadera desde la zona de Colón, lo que podría marcar el inicio de la experiencia museística. En todo caso, fuentes consultadas aseguran que un proyecto museístico es el que menor tensión de movilidad privada generaría en la zona, frente a otros posibles proyectos.
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