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ERC avanza en su pacto con Junts tras limar diferencias con la CUP

El objetivo de los republicanos es cerrar un acuerdo antes del viernes pese los escollos

El dirigente de ERC, Pere Aragonès, en el Parlament de Cataluña, esta semana.
El dirigente de ERC, Pere Aragonès, en el Parlament de Cataluña, esta semana.Quique Garcia (EFE)
Miquel Noguer

Con gran secretismo, rodeadas de interrogantes sobre cuestiones clave y sin que acabe de disiparse el olor de los contenedores quemados en las últimas protestas callejeras. Pero aun así avanzan las negociaciones para formar un nuevo gobierno en Cataluña. Todo va más lento de lo que su principal protagonista, el republicano Pere Aragonès, se había propuesto. Pero va. Y Esquerra considera viable tener un acuerdo global antes del próximo viernes que permita constituir una mesa independentista en el Parlament y un Govern que esté operativo en abril. La negociación ha acelerado los últimos dos días entre Esquerra y Junts tras desbrozar los principales escollos con la CUP. Y todo ello bajo la mirada preocupada del empresariado y del constitucionalismo.

El próximo viernes se constituye el Parlament resultante de las elecciones del 14 de febrero, que el PSC ganó en número de votos pero empató en escaños (33) con Esquerra Republicana. Pese a la reiterada voluntad del candidato socialista, Salvador Illa, de intentar ser investido, los socialistas carecen de apoyos suficientes por el cordón sanitario que todo el independentismo ha creado en torno a ellos. De ahí que ERC esté negociando por separado con los anticapitalistas de la CUP y con los posconvergentes de Junts per Catalunya la reedición de un Gobierno independentista. La negociación ha avanzado especialmente rápido —y de forma más pública— con la CUP, pero en los últimos tres días el diálogo con Junts ha tenido un acelerón, según fuentes conocedoras de los encuentros.

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El cambio ha llegado especialmente desde que el pasado jueves el candidato de ERC, Pere Aragonès, expusiera en una conferencia su propuesta de gobierno y después de que la CUP se mostrase dispuesta a implicarse más en los órganos de gobernanza hasta el punto de postularse para presidir el Parlament pese a contar solo con nueve de los 135 escaños. Junts ha reaccionado intentando no quedarse descolgada de una negociación que, de salir bien, le reportará aproximadamente la mitad de los cargos del Govern y espera que también la presidencia de la cámara catalana.

Hasta esta semana, la negociación entre Junts y ERC apenas había avanzado por varias razones. La primera es que los de Carles Puigdemont y Laura Borràs centraban prácticamente toda la agenda de la negociación en retomar el pulso independentista desde las instituciones, algo que ERC quiere dejar enfriar un poco a la espera de ver otra ventana de oportunidad para intentar la independencia. Mientras Junts sigue hablando de “culminar el mandato del 1 de octubre” Esquerra, como dijo este mismo sábado Pere Aragonès, se limita a hablar de “avanzar” hacia la autodeterminación.

Sin abandonar este discurso, Junts parece ahora dar muestras de querer aterrizar un acuerdo de gobierno presionado en parte por las decenas de cargos institucionales ansiosos no solo para seguir en el puesto sino también para demostrar que en Junts queda algo de la real politik convergente. Con todo, sigue habiendo un remanente de dirigentes que no descartan la posibilidad de forzar unas nuevas elecciones que, creen, podrían devolverles el liderazgo dentro del sector independentista. En este segmento se encuentran, con adhesiones de distinto grado, el propio Carles Puigdemont, la candidata Laura Borràs, o el número tres de la candidatura, Joan Canadell. Este último, hasta hace pocas semanas presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, descartó el sábado incorporarse a un Gobierno centrado en la “visión de país” de Aragonès. “Si esto lo acepta Junts, yo me descarto para estar en el Govern”, dijo en un tuit muy jaleado por el independentismo más acérrimo y que tranquilizó a más de un dirigente de ERC, poco partidario de incorporar a perfiles “duros” como el de Canadell.

Lo que está intentando ERC es una complicada triangulación que despierta escasas pasiones dentro del independentismo y una visible desconfianza fuera de él. Pretende trabar un Gobierno con independentistas, con el apoyo externo de la CUP y de los comunes si es posible, que avance en la idea de la independencia sin concretar fechas ni fijarse objetivos a corto plazo más allá de reivindicar la “amnistía” para los condenados por el procés. Los secesionistas más puros lo consideran una apuesta demasiado blanda tras 10 años prometiendo la independencia exprés, mientras que los constitucionalistas y buena parte del empresariado lo considera una peligrosa deriva que frenará la recuperación económica tras la pandemia e impedirá suturar las heridas del procés.

Vía unilateral sin fecha

Para ERC, sin embargo, el que propone es el único gobierno realista, en el sentido de que no optará de nuevo por la vía independentista unilateral ni la rechazará del todo. Simplemente, la aparcará sin fecha a la espera de tiempos mejores. Conscientes de que difícilmente pueden convencer a la CUP con este programa, ERC se ha volcado en ofrecer contrapartidas a los anticapitalistas, especialmente al calor de los disturbios de las últimas semanas en Cataluña por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. A sabiendas de que la CUP culpa de los altercados a las actuaciones, según ellos exageradas, de los Mossos d’Esquadra, ERC se ha abierto a reformular en el Parlament el modelo de seguridad pública en Cataluña. La CUP, y no pocos sectores de la sociedad catalana, lo han interpretado como una desautorización de la policía. ERC sin embargo, defiende que es un punto de partida para abordar en el Parlament cómo hay que hacer frente al malestar social en la calle.

Los anticapitalistas de la CUP ya están consultando desde este sábado a sus bases para conocer su sentir acerca de la negociación. El primer escollo será la votación que el viernes próximo conformará la mesa del Parlament. Si hay acuerdo independentista, se acabarán de borrar las escasas expectativas del PSC para hacerse con la presidencia como partido más votado. Y tendrá que esperar para ver si surge un Gobierno “duradero” como pidió el sábado Aragonès o si a media legislatura habrá posibilidades de reformular las mayorías o incluso forzar elecciones anticipadas. De momento, los socialistas buscan que cuaje la idea de que son un recambio sólido de cara al futuro porque dan por hecho que la fórmula de gobierno independentista está agotada.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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