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El comercio ve insuficiente un fondo de 10 millones de ayudas

Empresa perfila una subvención de 2.500 euros mientras el sector se siente desatendido

Multitud de personas en el centro comercial de La Maquinista de Barcelona este lunes.
Multitud de personas en el centro comercial de La Maquinista de Barcelona este lunes.Alejandro García (EFE)

La Generalitat prepara una partida de 10 millones de euros para resarcir a aquellos establecimientos comerciales que se vean obligados a bajar la persiana durante los diez días que dure la nueva fase de restricciones. A cada pyme que sea capaz de acreditar que ha tenido que cerrar todos los días se le asignarán en torno a 2.500 euros. Es una medida pensada especialmente para los comercios ubicados en centros comerciales. El sector califica el fondo de ayudas insuficiente.

La subvención no está todavía del todo perfilada. Entre este martes y el jueves el DOGC publicará las bases de las ayudas de entre 1.500 y 10.000 euros para las empresas comerciales, de restauración y turísticas afectadas por el confinamiento comarcal de la Cerdanya y el Ripollès. Pero ayer no sentó bien en el seno del comercio, que todavía resoplaba por las nuevas medidas de contención del coronavirus anunciadas por la consejera Alba Vergés al mediodía.

“Es una tomadura de pelo. Es absolutamente desproporcionada con la magnitud de la tragedia que se nos viene encima, con solo 250 euros por día”, se quejaba Gabriel Jené, presidente de la asociación de comerciantes Barcelona Oberta. Con la enésima tanda de restricciones en ristre, el sector comercial empieza a dar muestras de agotamiento para asumir sus costes fijos. “Pedimos compensaciones normales como sucede en el resto de Europa, como la condonación de los créditos ICO”, aseveraba ayer Jené, muy molesto con unas decisiones que no han tenido en cuenta las opiniones que pidieron a los sectores afectados.

En los últimos días ha habido encuentros e intercambios de impresiones con el Govern. Pese a ello ayer conocieron las medidas tomadas por el Ejecutivo durante la rueda de prensa de Vergés. Tras ella, el presidente en funciones Pere Aragonès; el consejero de Empresa, Ramon Tremosa; y el número dos de Salut, Marc Ramentol, les comunicaron directamente las decisiones. No esperan nuevas noticias en los próximos días.

En el sector comercial el pesimismo es creciente porque, tras haberse perdido el black friday —punto de inicio de la campaña de ventas navideñas—, ahora afrontan un invierno casi sin rebajas, cuando más estoc han acumulado por las pocas jornadas de actividad que han podido utilizar. “Al ver los datos de evolución del coronavirus se podía prever, pero comenzamos a estar en la UCI”, decía, hastiado, el portavoz de la recién creada Asociación de Comerciantes de Centros Comerciales, Francesc Casanova. Se quejaba del agravio comparativo que afecta a las tiendas situadas en centros comerciales.

La percepción de Casanovas, compartida por Jené, es que los diez días iniciales se pueden acabar prolongando durante un mes y medio si no se logra doblas otra vez la curva epidemiológica, que apunta a estar descontrolada desde que se levantaron las medidas de contención a principios de diciembre.

El anuncio de que las librerías también deberán cerrar los fines de semana (las de más de 400 metros cuadrados, todos los días ya desde el día 7) al considerarse que no son comercios esenciales ha pillado por sorpresa al sector del libro, que a media tarde de ayer desconocía si la medida les afectaba en tanto el departamento de Cultura se limitó a decirles que “lo estamos mirando”. La decisión ha causado estupor en el sector, máxime cuando hace apenas tres meses, el pasado 22 de septiembre, el Consell Executiu de la Generalitat aprobó una declaración en la que se consideraba la cultura “un bien esencial”, posición que se incluía en un plan para “preservar la cultura ante nuevas restricciones y establecer una serie de acciones que den cobertura a los derechos culturales de los ciudadanos”, así como un apoyo a “las industrias y los sectores creativos”.

“Esperaremos a que salga publicado el decreto; la esperanza es que alguien reflexione y se tire la medida hacia atrás porque, de lo contrario, es una incongruencia, es un gobierno que incumple sus propios acuerdos”, afirma Patrici Tixis, presidente de la Cambra del Llibre de Catalunya, que agrupa a todo el sector. La situación, admite, es chocante porque “resulta que se declara al libro un bien esencial, pero, en cambio, su canal natural de comercialización, no”. Y recuerda que la categoría de esencial para el libro “también está reconocido en toda la Unión Europea, que lo traduce en un IVA de esa tipología”. Los lectores, a su modo, también lo entienden así: el número de personas que en España leyeron habitualmente creció durante la pandemia un 14%, mientras que el tiempo dedicado a la lectura aumentó en unos 90 minutos, según una encuesta realizada el pasado verano.

Fuentes de Cultura admitieron ayer a última hora que “por ahora, las librerías deberían cerrar”, si bien “estamos intentando que puedan entrar en el anexo de actividades esenciales” del decreto.

Las estaciones de esquí catalanas esperarán a leer el articulado de las medidas para hacer una valoración. Desde el ámbito de los gimnasios, también obligados al cierre, la cadena Dir lamentó “un nuevo ejemplo de falta de estrategia del Govern”.

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