La restauración exhibe su enfado en una marcha por Barcelona
La Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración y Musicales recurre en los tribunales contra las nuevas restricciones
Para muchos era su tercera manifestación por lo que consideran un cierre encubierto de la hostelería. Eso pensaban los cientos de restauradores que este lunes marcharon por el centro de Barcelona indignados por la nueva tanda de restricciones dictadas por el Govern ante el incremento de los contagios por la covid. Las medidas acotan la admisión de clientes en dos franjas diarias y el resto solo para take away. Unas restricciones que fueron recurridas ayer por la Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración y Musicales (FECASARM) al Tribunal Superior.
La reacción de la hostelería en Barcelona, en general, fue la de abrir los locales, ajustándose a las nuevas restricciones que acota la atención en las terrazas y al 30% de su aforo interior entre las 7.30 y las 9.30 de la mañana y la una del mediodía y las 15.30. A partir de esa hora, y también en la franja intermedia de la mañana solo pueden funcionar como take away. “Quien piense que un bar o un restaurante puede trabajar de esa manera es que no entiende nada”, se exclamaba Charo, que regenta un restaurante del barrio de Vilapiscina, de Barcelona. Como ella, decenas de propietarios de establecimientos, camareros y cocineros llevaron su sonora protesta a la plaza de Sant Jaume armados con pitos y a golpe de cacerolas. Participaron unas 800 personas, según estimación de la Guardia Urbana.
Su indignación y sus gritos —”políticos al Erte”, “no podemos más, basta ya” y “volem treballar”— tenían dos destinatarios concretos: el presidente en funciones Pere Aragonés y la consejera de Salud, Alba Vergés. La concentración, convocada por el gremio de restauración de Barcelona, las Federaciones de Hostelería de las tres provincias catalanas y empresarios del ocio nocturno, se convirtió en una marcha por el centro de Barcelona y subió por Via Laietana, Paseo de Gràcia hasta llegar a la Diagonal. “Aquí estamos toda la familia. Tenemos un bar en Mataró y por la tarde hemos cerrado la persiana. No aguantamos más”, decía Laura.
El sentimiento de indignación mezclado con el de impotencia era bastante compartido. Es la tercera vez que bares y restaurantes ven perjudicada su actividad desde el inicio de la pandemia. Tras el cierre total del periodo del estado de alarma de la primavera, y 40 días entre octubre y noviembre —en el que solo podían funcionar como take away las nuevas restricciones han sentado como un jarro de agua fría.
“Puestos a poner franjas horarias, hubiera sido mejor de 9 a 11 de la mañana y a mediodía de dos a cuatro, es más realista con los horarios de desayunos y comidas”, apuntaba Sergi Reboll, al frente de La Bodegueta, un establecimiento con solera de la Rambla de Catalunya. Su terraza se cerró puntualmente a las 9.30 de la mañana aunque más de un despistado intentaba sentarse pasada la hora tope.
“Los daños del cierre encubierto son de una enorme magnitud y causarán un gran impacto sobre todo en los autónomos y en las pequeñas y medianas empresas” subrayó el presidente del gremio de Barcelona, Pere Chias, que como el resto de las Federaciones pedía a las administraciones “medidas reales de rescate”.
Unas restricciones que ya han llegado a los tribunales. La Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración y Musicales (FECASARM) presentó este lunes un recurso a la sala contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) contra la resolución de la Generalitat. En el recurso se pide al TSJC que como medida cautelar suspenda la orden. “Las restricciones son arbitrarias, desproporcionadas, ineficaces y discriminatorias”, resumía Joaquim Boadas, secretario general de la Fecasarm.
El recurso plantea, entre otras cuestiones, que mientras se limita la actividad de trabajo de bares y restaurantes se podrán producir encuentros y comidas en los domicilios sin ningún control. “No tiene ningún sentido que se puedan reunir hasta 10 personas en una casa en un comedor que puede ser mucho más pequeño que el de un restaurante con el límite del 30% del aforo”, añadía Boadas que confía en que los tribunales les den la razón.
Más de cuatro millones de pruebas
Cataluña ha realizado más de cuatro millones de pruebas diagnósticas desde el inicio de la epidemia por covid-19, informó ayer la Delegación del Gobierno. En la última semana, del 11 al 17 de diciembre, Cataluña ha aumentado un 7% las pruebas realizadas, que han alcanzado una tasa de 530,80 pruebas por cada 1.000 habitantes. Progresivamente, se van desarrollando nuevas técnicas para el diagnóstico de la infección por SARS-Cov2, como es el caso de las pruebas rápidas de antígeno, que la consejería de Salud está empezando a introducir en la gestión de la pandemia.
En total, España ha realizado más de 20,8 millones de pruebas diagnósticas desde que comenzó la crisis sanitaria. De ellas, más de 17 millones han sido PCR, y más de 2, test de antígenos.
Por otra parte, la velocidad de propagación del coronavirus (Rt) en Cataluña, cuyo crecimiento estaba desbocado desde hace nueve días, ha frenado este lunes y se ha situado en 1,52, una centésima menos que el domingo, aunque aumenta la tensión hospitalaria, con 1.623 ingresados con covid, 56 más que la víspera, de los que 327 están en la UCI, siete más.
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de 339 y una velocidad de propagación del virus (Rt) de 1,65.
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