Esquerra liga su futuro al del Gobierno central
Los republicanos esperan un guiño hacia los presos para poder amarrar su campaña a las elecciones del 14-F
La semana recién concluida ha puesto a prueba la relación de Esquerra Republicana con el Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez. La retirada a última hora del pasado miércoles de varias enmiendas de ERC —la de la partida de la Casa Real o del Tribunal de Cuentas, entre otras— para no poner en peligro la globalidad los Presupuestos Generales constituyen una muestra de que los republicanos hacen una apuesta de futuro vinculada a la estabilidad del Gobierno central.
La decisión de los republicanos la provocó el hecho de que PP, Ciudadanos y Vox votaran a favor de enmiendas de ERC, Bildu y Junts per Catalunya Todos estos elementos concurrían en la misma semana en que los nueve líderes independentistas presos han visto como el Tribunal Supremo revocaba la concesión del tercer grado penitenciario, recurrido previamente por la Fiscalía.
La dureza de la respuesta a los manifiestos y cartas de militares retirados y nostálgicos del franquismo o el recurso de la Fiscalía contra la flexibilización del régimen carcelario a los líderes del procés hubiera sido hace unos meses casus belli por parte de los de Oriol Junqueras. Sin embargo, Esquerra –aseguran voces de sus filas– “ha hecho una opción estratégica sin retorno”, una decisión compleja dentro del universo independentista desde el que hace unos días el expresident Quim Torra escribía en las redes sociales: “Mientras fui presidente de Cataluña no se aprobó ningún presupuesto español. Al contrario, los tumbamos. No se pueden aprobar los presupuestos de un Estado que te quiere nacionalmente sometido y asfixiado económicamente. Es uno de los honores más grandes de mi carrera política”. En el laberinto independentista catalán “unos han decidido jugar a hacer política, mientras otros apuestan por un frentismo estúpido y estéril”, afirman desde filas posconvergentes.
La situación política le sugería al republicano Joan Tardà que “Junts per Catalunya no ha hecho el duelo y va alimentado imaginarios inexistentes”, tal como declaró a Gemma Nierga en el circuito catalán de TVE. “Mágicamente no vendrá la república”, remachaba el exdiputado de ERC. En el espacio de Esquerra se enfatiza que hay que apoyar las iniciativas que trabajen por la reconstrucción social, la desjudicialización de la política y en una solución pactada para Cataluña.
Las elecciones autonómicas previstas para el próximo 14 de febrero supondrán la pugna dentro del universo independentista entre quienes ha decidido no bloquear la acción del Gobierno central y los que se cierran en banda a cualquier concesión en aras al frentismo. En Esquerra saben que la “negociación convivirá con la represión” y por ello creen fundamental que el Ejecutivo mueva ficha en un doble sentido: el indulto a los presos y la reforma del Código Penal que elimine el delito de sedición. “Sabemos que la amnistía sería lo que políticamente correspondería, pero el indulto aliviaría la situación”, afirman en las filas republicanas. La salida de los presos sería una carta que le permitiría a ERC –a quien las encuestas dan como favorita en los próximos comicios– afianzar su posición de primera fuerza y mostrar su vía como el camino transitable que da resultados razonables.
La gradualidad de los de Junqueras cobra más valor en contraste con la deriva de Junts per Catalunya, donde hace unos días la opción moderada de Damià Calvet –quien declaró a este diario que la independencia era cosa por lo menos de una generación– se hundió estrepitosamente en las primarias del partido (20% de los votos) frente a la de la torrista Laura Borràs. Junts per Catalunya está cobrando una contradictoria vida propia. Borràs no era a candidata preferida de Carles Puigdemont, quien tenía depositada su confianza en el consejero Jordi Puigneró y en el presidente de Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell. Según fuentes independentistas, el expresident huido en Waterloo pidió una prórroga de 24 horas para poder cerrar la operación. Sin embargo, el partido no se la concedió con el argumento de que los estatutos marcan un plazo que no es negociable. “Junts ha alimentado una bestia que incluso se puede escapar del control de Puigdemont”, concluyen desde las citadas fuentes.
Para hacerse con la primogenitura del secesionismo hay en estas elecciones de 2021 nuevos elementos. Si hasta ahora Esquerra era el partido que llegaba dividido por sus fugas a los comicios, ahora el testigo lo ha recogido la formación de Puigdemont. Junts ha sufrido por su flanco moderado la salida del PDeCAT que a su vez está buscando una entente con otra escisión anterior, el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC) de Marta Pascal, con el expresident Artur Mas actuando de mediador. Si ese espacio nacionalista materializa puede actuar en detrimento de Junts que en las elecciones de 2017 ganó por 13.000 votos a Esquerra.
Ahora los republicanos aseguran precisar de un plus de 10 diputados sobre Juntst para tener margen de maniobra: aunque con la boca grande piden un Gobierno soberanista con los de la formación de Puigdemont, la CUP y los comunes de Ada Colau, sobre la política catalana sobrevuela un Ejecutivo catalán liderado por ERC con la presencia de los comunes y apoyado desde fuera por el PSC. El camino de no retorno emprendido por Esquerra también arrastra a socialistas y comunes.
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