La desprotección del lobo sin pedigrí catalán
El Govern, presionado por el sector ganadero, no elaborará un plan de protección hasta que el cánido críe en Cataluña
Podría ocurrir en cualquier momento y mientras sus detractores sudan solo de pensarlo, sus defensores lo esperan como un hito medioambiental. El lobo, quizás la especie que más pasiones y temores despierta a partes iguales, necesita el primer heredero nacido en Cataluña para contar con un plan de protección oficial desarrollado por la Generalitat. Dos décadas después de que se documentara su vuelta, la especie no ha criado aún en el territorio y ese es precisamente el argumento al que se agarra el Govern. Presionado por el sector ganadero, la administración catalana le ha otorgado el menor estatus en el borrador de su catálogo de especies amenazadas (pendiente de aprobar), y descarta la reintroducción de este esquivo cándido exterminado a escopetazos a principios del siglo XX.
Desde el año 2000, el Departamento de Territorio y Sostenibilidad ha detectado 15 ejemplares (14 machos y una hembra) de lobo canis lupus italicus (la subespecie italiana) en las comarcas de la Cerdanya, Alt Urgell, Berguedà, Solsonès, Ripollès y Moianès. El último fue visto este año en un área de alta montaña del Solsonès. Es un viejo conocido, solitario, de pelaje gris y cuya presencia fue confirmada por primera vez en 2017 en las altitudes nevadas del Port del Comte.
“Desde entonces se ha ido moviendo en un radio muy amplio”, explica David Guixé, del Grup de Natura del Solsonès (GNS), que captó con la técnica del fototrampeo su última imagen (cedida para este reportaje). En ella, dos ojos brillan en la oscuridad desde su inconfundible figura escuálida. Al biólogo le gustaría algún día poder documentar la primera camada. “Sería impresionante. A los que nos gusta la especie defendemos que vuelva a criar porque tiene derecho a estar aquí”, defiende.
El que no quiere que esté es el sindicato mayoritario Unió de Pagesos, en movilización constante contra las políticas de reintroducción del oso pardo en el Pirineo y que pide al Govern no “incentivar” la del lobo. La Generalitat, de momento, acata. “No nos planteamos la reintroducción”, explica contundente Ricard Casanovas, director de Fauna y Flora de la Generalitat. La acción de la Administración por ahora se sitúa en tierra de nadie: no se fomentará su extensión pero tampoco se le pondrá palos a las ruedas si decide volver por su propia pata.
A los que nos gusta la especie defendemos que vuelva a criar porque tiene derecho a estar aquíDavid Guixé, Grup de Natura del Solsonès
Esta política, cree Casanovas, es la que más se acerca a las dos posturas. “Se trata de buscar el punto intermedio. Que todo el mundo quede contento. Que haya lobo pero no genere miedo”. En 2017, se contabilizaron hasta siete ataques a la ganadería en la zona del Port del Comte. La Generalitat prevé ayudas y compensaciones a los ganaderos afectados así como el refuerzo de las vallas de protección para el ganado.
Los ecologistas se quejan del borrador del catálogo de especies amenazadas presentado por el Govern porque en él, si bien se incluye al lobo como especie amenazada, se hace como “extinta reproductora” y no “en peligro de extinción”. Este último estatus, de mayor protección, es el que se le pretendía dar en el anterior borrador redactado en 2010 y que nunca se llegó a aprobar. “No entendemos qué ha ocurrido en estos 10 años para que ahora decidan cambiar la categoría”, defiende Jaume Grau, de Ecologistas en Acción (EA), que ha presentado alegaciones al proyecto.
A día de hoy, esta categoría no obligaría a la Generalitat a elaborar un plan de protección hasta que la especie críe y pueda subir al estadio de “en peligro de extinción”. “Entonces habría que aprobarlo en un periodo de tres años”, añade Casanovas. “En estos 10 años ha habido cambios de criterios científicos, y la legislación estatal permite a las comunidades inventarse nuevas categorías”, defiende el técnico, quien admite que la experiencia de ganaderos con el lobo en Galicia, Cantabria, Asturias y Castilla León, donde se matan a decenas, ha influido en la decisión.
Con todo, aunque se aprobara el plan de protección, Casanova deja claro que tampoco implicaría la reintroducción. “Lo que cambiaría es que se le daría más publicidad a su presencia”, explica el director de Fauna y Flora. En la práctica, detalla Casanovas, ya hace años que se realizan acciones a través de un dispositivo de Agentes Rurales encargado de seguir el rastro a los tres ejemplares esparcidos actualmente identificados en el territorio.
Ignasí Castellví, presidente de la asociación prolobo Signatus, se muestra muy escéptico con estas cifras. “Es evidente que hay más ejemplares”. Como ejemplo, cita el lobo que fue atropellado en 2018 en el Baix Empordà y que la Generalitat no tenía identificado. También la presencia en 2011 de un ejemplar en Castellterçol, a solo 40 kilómetros de Barcelona, que ya había sido detectado desde hacía ocho años por vecinos que lo mantuvieron en secreto. “Y testimonios orales aseguran que también había crías”, asegura Castellví, quien confía en que más pronto que tarde se fotografíe al primer lobezno con pedigrí catalán.
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