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Bachillerato y FP afrontan las clases ‘online’ sin los portátiles prometidos por la Generalitat

Cada centro decide la proporción de educación a distancia que aplicarán, pero los institutos con más alumnos vulnerables apuestan por la presencialidad

Alumnos de bachillerato en un instituto.
Alumnos de bachillerato en un instituto.Europa Press

La llegada de la segunda ola de la pandemia antes de lo previsto ha cogido al Departamento de Educación con los deberes pendientes en cuanto a la brecha digital. Con los ordenadores para alumnos vulnerables sin fecha de llegada, los institutos ultiman los cambios para empezar a implantar las clases telemáticas en bachillerato y ciclos formativos, siguiendo la resolución aprobada el jueves. La radiografía es variada: mientras una minoría de centros ya inició el curso con parte de la educación online, otros arrancan esta semana y los de barrios humildes intentan minimizar el cambio para no perjudicar a los alumnos.

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La orden para generalizar las clases online en las etapas postobligatorias generó bastante desconcierto entre los directores de instituto, ya que si el jueves al mediodía la portavoz del Govern, Meritxell Budó, anunciaba que toda la educación en estos niveles sería telemática, a excepción de prácticas y exámenes, durante 15 días, horas más tarde el Departamento de Educación pisaba el freno y permitía que los centros empezaran, a partir de esta semana, a “trabajar para reducir la presencialidad” y que ello se prolongaría hasta final de año. Aún más, el sábado los institutos recibían una nota del Departamento indicando que las clases telemáticas no podrían representar más del 50% del tiempo.

“Todo esto despista”, afirma resignado Guillem Ruiz, director del instituto Pompeu Fabra de Badalona. En este centro, como en muchos otros, antes del inicio de curso ya habían previsto en sus planes de organización cómo serían las clases en una situación normal, en un confinamiento parcial como el actual o en un confinamiento total como el de la pasada primavera. Estos días están acabando de decidir los detalles del modelo híbrido —que combina clases presenciales y virtuales—, que quieren iniciar a partir del jueves. “En FP lo tenemos claro: todas las prácticas, que son la mayoría, serán en el centro, mientras que las teóricas serán telemáticas. Así, más o menos los alumnos harán tres días presenciales y dos online”, abunda Ruiz. En cuanto al bachillerato, todavía están barajando que los alumnos asistan al centro en semanas o días alternos.

En el instituto Lluís Vives de Barcelona empezaron ayer con las clases telemáticas: esta semana los alumnos de 1º de ESO asisten presencialmente al centro, mientras que los de 2º siguen las lecciones desde casa. Y la semana que viene cambiarán. “De las diferentes opciones que teníamos de turnos, creemos que la organización semanal es la mejor para los alumnos y profesores”, subraya Núria Prunés, directora del centro.

Prunés, que también es miembro de la asociación de directores Axia, critica la forma apresurada en que se anunció la obligación de implantar las clases telemáticas, pero valora positivamente el hecho que las instrucciones del Departamento sean “amplias”. “Deja margen para que cada centro pueda organizarse según el perfil de su alumnado”. Así que la casuística es amplia, abunda la directora: desde los que mantienen el modelo híbrido desde inicio de curso —un 7% de centros de bachillerato y el 20% de FP— a los que ahora han optado por alternar el tipo de enseñanza cada semana o por días, los que desdoblan grupos o los que deciden reducir al mínimo las clases telemáticas, una opción que se repite entre los institutos con porcentajes importantes de alumnos vulnerables.

“Reduciremos la presencialidad, pero será lo mínimo para no perjudicar a unos alumnos que ya vienen muy tocados y con carencias del anterior confinamiento, y que en este curso están sufriendo las cuarentenas, además de la absencia de profesores porque tenemos muchas bajas sin cubrir”, tercian desde la dirección del instituto Dertosa de Tortosa. Además, admiten que no son un centro preparado para la docencia telemática. “No somos lo que se conoce como instituto abierto, el profesorado no está formado, todo se está haciendo por la buena voluntad de los docentes. Y los alumnos tampoco están preparados. Las clases online deben ser solo un salvavidas temporal, porque en estas clases no se avanza ni la mitad que en las presenciales”.

Por motivos parecidos, en el instituto Agustí Serra de Sabadell también apostarán porque las clases presenciales continúen siendo mayoritarias, aunque todavía ultiman los detalles de la nueva organización. “Somos reticentes a las clases telemáticas porque el confinamiento tiene muchas consecuencias, y no solo por la falta de ordenadores”, apunta Lope López, el director de este centro clasificado como de máxima complejidad por la importante proporción de alumnos vulnerables.

En estos centros, esperan “como agua de mayo”, admite López, la llegada de los ordenadores prometidos por Educación antes del inicio de curso, unos 300.000. Los institutos se organizan para cubrir, mientras tanto, las necesidades con los dispositivos que tienen en los centros para evitar que pase como en el primer confinamiento, cuando algunos alumnos recibieron los portátiles a pocos días de que finalizara el curso.

300.000 ordenadores

Antes del inicio de curso, el Departamento de Educación anunció una inyección de 160 millones de euros para paliar el problema de la brecha digital. El objetivo es adquirir 300.000 ordenadores y 100.000 conexiones de internet para los alumnos con menos recursos, además de 85.000 portátiles más para aquellos profesores que tampoco dispongan de dispositivo. Educación asegura que durante esta semana se van a empezar a repartir los paquetes de conexiones, aunque no detalla cuántos. Además, admite que los ordenadores no han llegado ni tampoco hay una fecha prevista debido a los problemas de saturación del mercado internacional. “Se está pendiente de fabricantes y proveedores. Se ha ido lo más rápido posible. Este procedimiento en tiempos normales tardaría entre seis y nueve meses”, justifican desde el Departamento.

Durante el confinamiento de primavera se repartieron 28.300 ordenadores y 19.600 conexiones, insuficientes para los 140.000 alumnos detectados por Educación que no podían seguir adecuadamente las clases a distancia. Estos días, el Departamento está realizando un nuevo recuento sobre la magnitud de la brecha digital.

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