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El aluvión de contagios en Cataluña abre la puerta a restricciones más severas

El Govern asume que las medidas actuales serán insuficientes para frenar la curva epidémica de la covid-19 y estudia otras opciones, como el toque de queda

Jessica Mouzo
La doctora de familia, Eva Leceaga, realiza una ecografia pulmonar a un paciente.
La doctora de familia, Eva Leceaga, realiza una ecografia pulmonar a un paciente.Albert Garcia (EL PAÍS)

Los contagios de covid-19 se cuentan por miles cada día en Cataluña: la incidencia acumulada es de 423 casos por 100.000 habitantes y sigue subiendo. La curva epidémica se acelera y todo apunta a que las severas medidas aplicadas para contenerla, como el cierre de la restauración, no serán suficientes para frenar el aluvión de nuevas infecciones. El Govern ya ha abierto la puerta a nuevas restricciones, como el toque de queda, que ayer se discutió en el Consejo Interterritorial. El consejero de Interior, Miquel Sàmper, no descartó la medida, e incluso dijo que podría acompañarse de otras menos duras, como reabrir los bares por el día.

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Pintan bastos en Cataluña. Con los contagios descontrolados —18.174 la semana pasada, el doble que 15 días atrás— y las unidades de cuidados intensivos (UCI) rozando la saturación, la comunidad avanza hacia nuevas restricciones. Los efectos de las medidas aplicadas por el Govern la semana pasada —cerró la restauración, restringió aforos en comercios y suspendió competiciones deportivas no profesionales, entre otras cosas— todavía no se reflejan en la curva, pero el Ejecutivo catalán asume que serán insuficientes. Sobre la mesa, poco más queda por hacer que limitar más los aforos, ampliar el teletrabajo, aplicar un toque de queda o, en última instancia, aplicar un confinamiento total del que, previsiblemente, quedarían excluidos, en la medida de lo posible, los colegios.

Sobre el toque de queda, Sàmper aseguró que “no se descarta” y la vinculó a rebajar otras restricciones, como el cierre de bares. En este punto, no obstante, fuentes del Departamento de Salud matizan que son propuestas diferentes y que no tienen por qué ir ligadas. En cualquier caso, el gran debate pivotará sobre la fórmula jurídica para aplicarlo: la vía del estado de alarma, la más pertinente según los juristas, no convence al Govern.

En el Consejo Interterritorial de Sanidad donde ayer se discutió la propuesta del toque de queda, Cataluña aseguró que valorará la medida, pero reclamó “herramientas jurídicas para poderlas aplicar cuando el Govern decida aplicar medidas de restricción de la movilidad”. Es decir, que la decisión la quiere tomar el Govern, no que venga dictada desde Madrid. El Ejecutivo catalán también pidió “un informe jurídico sobre el paraguas legal que puede sustentar el toque de queda”.

Disputas políticas aparte, la dura realidad epidemiológica es, según los expertos, “muy preocupante”. Las UCI están el 80% de su capacidad entre enfermos covid (282 personas, casi el 40%) y no covid, y las entradas en las urgencias a causa del coronavirus se han disparado. La presión asistencial que azotaba desde hace meses solo a la atención primaria se ha extendido a los hospitales, que no están lejos de tener que volver a aplazar actividad.

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“Los números no son nada buenos y el crecimiento, poco menos que exponencial. Las medidas en vigor tendrían que tener un cierto efecto, el problema es que estas restricciones podrán frenar la curva, pero lentamente. Y el crecimiento es acelerado. Nos esperan dos o tres semanas complicadas”, explica Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona. La gran preocupación de los centros sanitarios es ver si podrán mantener la actividad ordinaria y la atención habitual a otras patologías, pese al auge de la covid-19.

Los expertos consultados coinciden en la necesidad de tomar más medidas para ayudar a frenar la curva. “Los números están lo suficientemente mal como para tomar medidas. Hay que evaluar cuáles pueden tener repercusión en la curva y no afectar demasiado al tejido económico”, sostiene Joaquín López-Contreras, jefe clínico de Infecciosas del Hospital Sant Pau de Barcelona.

A propósito del toque de queda, Joan Caylà, de la Sociedad Española de Epidemiológia, advierte: “Es una posibilidad, pero debería funcionar como un toque de atención. A las 12 de noche no serviría de nada. Debería ser a las nueve de noche”. Coincide Trilla: “Hoy por hoy, es mejor mantener el cierre de restaurantes. El toque de queda lo entiendo, pero a las 12 de la noche me parece poco”.

Los expertos urgen a mejorar la comunicación para “integrar el mensaje” en la población de que hay que reducir la interacción social. “La gente no ha conseguido aceptar que tiene que cambiar de vida. Tenemos que volver a nuestras casas”, apunta López-Contreras. “Llegaremos a cifras que nos van a asustar. Si no lo hacemos bien, nos quedaremos confinados”, tercia Caylà.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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