La falta de monitores lastra los comedores escolares
Las familias piden más personal y las empresas admiten dificultades para sustituir a empleados en cuarentena
La apertura de los comedores escolares (y en qué condiciones prestarían el servicio) era una de las cuestiones recurrentes en la planificación del nuevo curso. Aunque en general el servicio ha logrado funcionar correctamente, no se ha librado de problemas y quejas. Las familias reclaman más monitores para poder mantener los grupos estables, mientras que las empresas piden ayudas públicas y protocolos claros.
Antes del inicio de curso, en la lista de tareas y espacios a rediseñar y reorganizar, a las direcciones se les añadió el reto del comedor escolar. Aplicar las medidas de seguridad, mantener los grupos siempre que fuera posible para no desbaratar toda la organización creada durante el horario lectivo y encajarlo todo en el espacio y tiempo disponible no ha sido fácil. Para ello, las escuelas han ampliado turnos o han habilitado aulas u otros espacios para hacerlos servir de comedor.
La casuística de este servicio es muy diversa. El 60% de empresas que gestionan los comedores escolares está en manos de pymes, el 20% lo gestiona grandes empresas y el 20% restante, entidades sin ánimo de lucro. La maquinaria de los comedores se ha puesto en marcha sin mayores problemas en muchos centros, pero las críticas de las familias han aumentado este curso por algunos desajustes.
Según una recopilación de la federación de asociaciones de padres aFFaC (antigua Fapac), la queja más habitual es la falta de monitores, que impide mantener los mismos grupos estables del horario lectivo. Pero las empresas se niegan a asumir un aumento de plantilla. “Las escuelas quieren un monitor para cada grupo, pero esto es insostenible porque nuestros ingresos no han aumentado, al revés, tenemos menos usuarios. No es sostenible”, defiende Jordi Roman, presidente de la comisión de ocio educativo de La Confederación, que agrupa a las entidades sin ánimo de lucro.
Educación abrió en septiembre un plazo para que los centros solicitasen más monitores, cuya contratación asumirá el Departamento. La patronal Acellec, que agrupa básicamente pymes, lamenta que esta situación está generando “tensión”. “Muchas escuelas nos piden a nosotros los monitores, pero depende de la Generalitat, y ello produce a veces enfrentamientos entre empresas y centros”, admite su gerente, Pep Montes.
El inicio también ha sido una carrera de obstáculos para las empresas y entidades que gestionan los comedores. “Ha costado un poco poner en marcha el servicio porque nos hemos tenido que adaptar al diseño que había hecho cada escuela”, admite Roman. Las asociaciones de familias (AFA) que gestionan el servicio, por su parte, lamentan la falta de asesoramiento o la poca colaboración de la escuela.
El sector también destaca contradicciones a la hora de aplicar el protocolo cuando hay un positivo que afecta a un monitor de comedor y se quejan de recibir indicaciones diferentes según el centro de atención primaria. Y después, la gestión de estas bajas se está convirtiendo en otro quebradero de cabeza. La empresa Serhs admite que en un solo día se pueden encontrar con 30 o 40 bajas de monitores. “Tenemos dificultades para sustituirlos en tan poco tiempo y cuesta encontrar profesionales que se quieran dedicar”, admite su director de comunicación, Eudald Puig. Las AFA también lamentan que se ven obligadas a recurrir a ETT para poder encontrar sustitutos con rapidez.
Las patronales también alertan de que las empresas han llegado con una precaria salud económica al nuevo curso. Aunque la Generalitat aprobó una inyección de fondos para cubrir gastos estructurales y completar el salario de los trabajadores en ERTO, el sector asegura que estas ayudas todavía no han llegado. “Las empresas han tenido que avanzar el dinero y muchas se han endeudado”, tercia Pep Montes, gerente de Acellec.
Tampoco ayuda al sector el pronunciado descenso de usuarios del comedor, que Acellec cifra en un 30% de media. “Aquí ha intervenido desde el miedo de las familias porque se rompe el grupo estable a que muchos padres pueden teletrabajar”, tercia Montes. A esto se añade el freno en otras actividades que organizan, como las extraescolares (donde esperan una caída de hasta el 50%) o los campamentos (casi todos anulados).
Un desastre de gestión
“El inicio del comedor ha sido horrible”, resumen desde el AFA del instituto escuela Pere Viver de Terrassa. Las familias se quejan de la mala organización de la empresa Serhs, que gestiona el servicio. “Han tardado días en colgar la normativa o los menús, los grupos los tuvo que hacer la escuela, hubo un grupo que tuvo seis monitores diferentes durante los primeros días, subieron el precio y no informaron, y tenemos muchos problemas para contactar con el personal. No tienen ningún tipo de previsión, es un desastre”, resumen desde el AFA, que admiten empezar a notar mejoras en los últimos días después de lograr reunirse con la empresa. Serhs reconoce que “se podía haber planificado mejor”, pero que, una vez iniciado, el servicio “está funcionando bien gracias al esfuerzo de los trabajadores”.
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