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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Cataluña violenta

La parte principal de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019 se refiere a la violencia en la pareja o expareja. Pues bien: Cataluña está en todos los podios

Albert Branchadell
Minuto de silencio por la muerte de Rita Nicola, asesinada el pasado sábado por su expareja.
Minuto de silencio por la muerte de Rita Nicola, asesinada el pasado sábado por su expareja.joan sanchez

El pasado 10 de septiembre el Parlamento de Cataluña reprobó al exconsejero de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia, Alfred Bosch, por haber encubierto a su exjefe de Gabinete, Carles Garcias, en un presunto caso de acoso sexual. Reprobar parlamentariamente a alguien que ya no ostenta un cargo público (Bosch dimitió en el mes de marzo) es un ejercicio simbólicamente valioso, pero prácticamente inútil. En una sociedad democrática madura, la reprobación parlamentaria debería ser la antesala de la dimisión, no al revés. Cuando una reprobación no va seguida de dimisiones, como sucedió en 2017 con el director de TV3, Vicent Sanchis, y la entonces presidenta en funciones del Consejo de Gobierno de la CCMA, Núria Llorach, es que algo falla en los niveles de calidad democrática del sistema.

En todo caso, no es la primera vez que un alto cargo de ERC se ve envuelto en una “situación” que ofende a la dignidad de las mujeres. En este contexto es inevitable recordar la conversación que mantuvo Lluís Salvadó, exsecretario de Hacienda de la Generalitat, a principios de 2018. Se destacó entonces su referencia a las “tetas grandes” como criterio para seleccionar una consejera de Educación, cuando lo peor es el contexto de esa ocurrencia, en el que se afirma que encontrar mujeres cualificadas para desempeñar una tarea de ese nivel es una “misión imposible”. (Lamentablemente, el Parlamento no reprobó a Salvadó, y aunque lo hubiera hecho, ahí estaría igualmente el personaje ejerciendo felizmente de diputado).

Volviendo a la reprobación de Bosch, que por cierto no fue unánime, la casualidad quiso que se produjese el mismo día que se dieron a conocer los resultados de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019. La Macroencuesta es la operación estadística más relevante que se realiza en España sobre este tipo de violencia, y su objetivo principal es cristalino: conocer el porcentaje de mujeres de 16 o más años residentes en España que han sufrido o que sufren actualmente algún tipo de violencia por el hecho de ser mujeres. Una característica interesante de la edición de 2019 es que el informe de la encuesta, a diferencia de los anteriores, presenta los datos por comunidades autónomas. Y si analizamos esos datos con atención, cosa que los medios catalanes no han hecho, descubrimos cosas que solo merecen el calificativo de inquietantes.

La parte principal del informe (casi la mitad de las páginas) se refiere a la violencia en la pareja o expareja. Pues bien: Cataluña está en todos los podios. En violencia física y/o sexual de alguna pareja a lo largo de la vida, Cataluña ocupa la tercera posición, solo por detrás de Canarias y la Comunidad Valenciana, con un 18%. Si hablamos de violencia psicológica emocional, Cataluña vuelve a ser tercera, detrás de la Comunidad Valenciana y Canarias, esta vez con un 28%. Cuando la violencia es psicológica de control, Cataluña es la primera, por delante de Canarias y la Comunidad Valenciana, con un 34,9% de mujeres que dicen haberla sufrido a lo largo de la vida. La misma primera posición se registra en los casos de violencia económica y de violencia total (física, sexual, emocional, control, económica). Cuatro de cada 10 mujeres catalanas han sufrido algún tipo de violencia de alguna pareja a lo largo de la vida.

Que esta violencia disparada no es cosa del pasado lo muestra el apartado dedicado a la violencia sufrida no “a lo largo de la vida” sino “en los últimos 12 meses”. Cataluña destaca en los dos indicadores donde es posible la comparación entre comunidades autónomas. En violencia psicológica de control Cataluña es segunda, empatada con la Comunidad Valenciana, con un 8% de mujeres afectadas. Y en violencia de cualquier tipo Cataluña vuelve a ser primera, por delante de Madrid y Castilla-la Mancha. Una de cada 10 mujeres catalanas (1,3 para ser exactos) ha sufrido algún tipo de violencia en los 12 meses anteriores a la realización de la Macroencuesta de 2019.

En su declaración con motivo del tercer aniversario del 1-O, el Gobierno de la Generalitat afirma que el futuro pasa por superar la crisis de la covid-19 y echar los cimientos de una Cataluña “más justa, más próspera, más innovadora, más verde y más feminista”. Aparte de lo controvertible que resulta condicionar la consecución de ese noble objetivo a un futurible tan incierto como el advenimiento de la República catalana, la declaración del Gobierno de Aragonès lleva razón en una cosa: “El reto es mayúsculo”.

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