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El coronavirus cerca la Cerdanya: se buscan enfermeras y se ofrece alojamiento

Los centros sanitarios de la zona tienen al 20% del personal en cuarentena tras la marcha de los veraneantes

Alfonso L. Congostrina
Vecinos de Puigcerdà en la terraza de una bar, este miércoles
Vecinos de Puigcerdà en la terraza de una bar, este miércoles©Toni Ferragut (EL PAÍS)

El coronavirus se ha adueñado de la Cerdanya. Cada año, con el inicio de las clases, la comarca se vacía de turistas y de dueños de las segundas residencias que desde Sant Joan invadían el Pirineo. Una semana después de la marcha de los veraneantes, el riesgo de rebrote en la comarca se ha disparado. Los responsables de los centros hospitalarios ya no saben a qué bolsas de empleo recurrir porque el 20% de los sanitarios se encuentran enfermos o en cuarentena.

Más de un centenar de alumnos de cuatro centros de Puigcerdà están confinados. Para acabar de complicarlo, la pandemia ha enraizado en la comarca justo a las puertas de un puente de la Mercè en el que la Generalitat ha suplicado que nadie vaya a la Cerdanya. El alcalde de Puigcerdà, Albert Piñeira, ya ha anunciado que se anulará la principal feria de la comarca, que debía celebrarse en noviembre, y los empresarios confían en que antes de la temporada de nieve se ponga freno a un virus que está ahora atacando con fuerza esta parte del Pirineo.

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“Durante el verano no solo se ha multiplicado la población, sino que los veraneantes vinieron de vacaciones [y estuvieron] en la piscina, en los restaurantes… sin mascarilla, porque legalmente en esas situaciones no hay que utilizarla”, lamenta David Fernández, gerente de la fundación Hospital de Puigcerdà encargada de los ambulatorios de atención primaria en la Cerdanya y de la residencia geriátrica del municipio. “Ahora tenemos un riesgo de rebrote por encima de 2.000. Los positivos no paran de aumentar desde la tercera semana de agosto”, insiste.

Los centros sanitarios están realizando desde principios de mes PCR masivas a diversos colectivos (maestros, comerciantes…). La residencia de ancianos, donde ayer había 18 positivos, está en cuarentena. Un grupo de 11 ancianos ha sido trasladado y aislados a otro edificio de la fundación. “Tenemos que destinar enfermeras y auxiliares a realizar las PCR; otras que han estado en contacto con contagiados tienen que respetar las cuarentenas. De 200 empleados, cada día tengo el 20% en cuarentena. Cuando unos acaban la comienzan otros. Ya no hay bolsas de empleo a las que echar mano. Hemos hecho un llamamiento para que vengan sanitarios de donde sea. Les proporcionaremos estancia y lo que necesiten”, advierte Fernández.

En el otro centro sanitario de la comarca, el Hospital de la Cerdanya, el miércoles había ingresados cuatro pacientes contagiados por la covid, y otros dos pendientes de ser diagnosticados. El centro ha detectado, desde que comenzó la pandemia, 148 positivos. Solo una persona falleció por el coronavirus en la comarca. Según datos de Salud, la Cerdanya acumula 341 casos positivos. Ahora, por cada 10.000 habitantes hay 187 personas contagiadas en la comarca.

El director general adjunto del hospital, Xavier Conill, advierte de que pese a que el momento es peor que en abril, los sanitarios tienen más información sobre el virus. “El hospital tiene 20 camas covid y eso nos permite un cierto tiempo de reacción antes del colapso, pero la población debe ser consciente de lo que nos jugamos”, lamenta Conill.

El Casal d’Avis Sant Domènec de Puigcerdà se convirtió la mañana del miércoles en un hospital de campaña donde hacer PCR a un centenar de escolares. “Hay seis clases confinadas de los cuatro centros de Puigcerdà. Ya hemos hecho más de 1.200 pruebas y ahora es el turno de hacérsela a los niños”, destaca Cristina Vilalta, adjunta a la dirección del área de salud. Valentina es una de las primeras en hacerse la PCR. Tiene cinco años y el domingo tuvo fiebre. “Ha sido empezar el curso, y otra vez confinados”, destaca su madre. Alexia tiene ocho años. “Después de los meses del confinamiento ha puesto el pie en el colegio y otra vez a casa”, lamenta su madre, Bea Pereiro. “Lo que no entiendo es que como Alexia está confinada también han confinado a su hermana, de 12 años, pero a mí que vivo con ellas, no”, se enfada.

Enfermeras como Caterina y Lourdes han adornado sus EPI con dibujos y sonrisas para no “asustar tanto” a los menores. De poco ha servido, la mayoría llora en cuanto empieza a entrar el algodón en su nariz.

El alcalde de Puigcerdà, Albert Piñeira, asegura que buena parte de la estadística de la Cerdanya se debe a la detección de asintomáticos. “Hemos prohibido el acceso a los parques, reducido el aforo las terrazas de los bares… sería lógico limitar el interior de los establecimientos, pero no tengo competencias. Tampoco las tengo en movilidad. Se oye que quieren cerrar la Cerdanya y nosotros acataremos todo lo que nos digan, porque no haremos política con la salud de los vecinos”, advierte. Piñeira no culpabiliza a los veraneantes del aumento de contagios: “Sí que es verdad que hemos tenido muchos visitantes, pero también se han hecho más cribajes, han comenzado las escuelas y vecinos de la comarca ha ido de vacaciones fuera”.

El presidente de la patronal Empresariat Cerdanya, Francesc Armengol, también asegura que aunque la economía de la comarca dependa —en buena parte— de los visitantes, los empresarios “no incitarán” a que se desplacen allí. “Hay mucho en juego y lo principal es que este virus no se extienda”, sentencia.


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