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“Cuando empiezas a correr todo se olvida”

La carrera barcelonesa de la Mercè es el primer acontecimiento deportivo adecuado a los requisitos de la pandemia

Corredores con mascarilla en la Cursa de la Mercè de Barcelona
Corredores con mascarilla en la Cursa de la Mercè de BarcelonaAlbert Garcia (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

“La organización es un diez. Es extraño salir en grupos y respetar las distancias pero cuando empiezas a correr todo se olvida y es una carrera normal. Es muy satisfactorio sentirse otra vez compitiendo”, asegura la atleta Montserrat Estany tras finalizar la Cursa de la Mercè 2020, la primera celebrada tras la pandemia por la covid. Estany ha subido este sábado a lo más alto del pódium y ha recogido su trofeo como ganadora. Pese a ello, todavía no sabe si es la atleta que ha corrido más rápido los 10 kilómetros de la prueba barcelonesa. La pandemia ha obligado a modificar la carrera y lo único que tiene claro Estany es que es la ganadora de la primera serie de las ocho que se celebrarán este fin de semana. El coronavirus ha obligado a hacer hasta cuatro salidas diferentes este sábado y otras cuatro diferentes mañana domingo. El que haga el recorrido en menos tiempo será el ganador. El esfuerzo es el mismo pero los corredores no conocerán los resultados hasta que no acabe el último de los competidores.

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A la normalidad se llega corriendo

A primera hora de la mañana, el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona, David Escudé, estaba dispuesto a dar la salida a los participantes. “En Barcelona hemos fabricado un nuevo modelo de carrera para adaptarnos a esta época”, se enorgullecía. Lo cierto es que todo está muy pensado. En lugar de salir todos los corredores a la vez, se ha dividido a los atletas en ocho grupos, cada uno de ellos de 375 corredores. El primer grupo, compuesto por los atletas que mejores tiempos hicieron el año pasado, ha empezado a correr -después de que les tomaran la temperatura y pudieran depositar su mascarilla y demás pertenencias en un guardarropa- a las 8 de la mañana. Han ido saliendo de seis en seis con intervalos de cinco segundos entre cada media docena de atletas. “Es como una parrilla de fórmula 1”, informa Escudé. La salida ha sido frente a la playa de Llevant y a los atletas les quedaba por delante 10 kilómetros. “El sistema de salida aburre un poco pero luego la carrera es muy normal”, explica el atleta Oriol Rutllam, quien lamenta que no ha entrenado todo lo que debiera.

Cada corredor lleva un chip que registra los tiempos que va haciendo. Todavía no había salido el segundo grupo, a las 8.45, cuando ya habían llegado los atletas del primer grupo compuesto mayoritariamente por profesionales. En la meta, en el pabellón de la Mar Bella, un voluntario entregaba mascarillas a cada uno de los corredores, otro con un spray lleno de gel hidroalcóholico repartía litros de higiene entre las manos de los atletas. Nadie sabe a ciencia cierta si había ganado o no la carrera ya que la salida no había sido al unísono. Tras contabilizar los datos de los chips la primera carrera, compuesta por profesionales, la ganó Estany entre las atletas y Noufel Erraou entre los corredores.

Si la carrera tiene una estética normal, la entrega de premios es donde se aprecia más la tristeza y el distanciamiento de la pandemia. Los trofeos descansan en un pódium donde entre posiciones hay más de un metro y medio de distancia. No hay entregas, ni besos ni abrazos… De hecho, no hay ni público para aplaudir. Cuando acabe el fin de semana y se haya disputado todas las salidas se sabrá quien ha hecho el mejor tiempo. Erraou, de 22 años, está contento con su marca: “Yo nací en Marruecos y hace 12 que llegué a Barcelona y comencé con el fútbol pero corría más que la pelota. Correr me gusta, de esta forma es raro pero nos acostumbraremos rápido”. Por su parte, Escudé se muestra orgulloso de que Barcelona vuelva a ser la primera ciudad en disputar una carrera de estas características “Poco a poco recuperaremos la normalidad”.

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