El juez reabre la investigación por el asesinato, hace 19 años, de la bibliotecaria Helena Jubany
Tres nuevos testigos hacen aflorar contradicciones en lo manifestado por uno de los sospechosos
Un crimen sin resolver es el eco de un fracaso para quienes lo investigaron, y un dolor crónico para las familias. La de Helena Jubany, la bibliotecaria asesinada hace 19 años en Sabadell, ha logrado lo que pocas veces se concede: que la justicia reabra el caso. La aparición de tres nuevos testigos, auspiciada por la emisión del programa Crims en TV-3, ha hecho aflorar las contradicciones de Santi Laiglesia, uno de los cuatro sospechosos investigados en su día.
Jubany fue asesinada el 2 de diciembre de 2001 en el piso en el que vivía, en Sabadell. Fue arrojada desde la azotea del edificio hasta un patio interior. Su cuerpo estaba desnudo y su ropa tenía quemaduras. Tenía 27 años. La autopsia reveló más tarde que había ingerido sustancias tóxicas, por lo que con seguridad estaba inconsciente cuando fue lanzada al vacío.
La investigación, del Cuerpo Nacional de Policía —los Mossos aún no se habían desplegado en el área de Barcelona— se centró en su círculo de amistades de la Unión Excursionista de Sabadell. Muntsa Careta y su pareja, Santi Laiglesia, fueron detenidos y enviados a prisión de forma provisional. Otras dos personas fueron igualmente investigadas. En la cárcel de Wad-Ras, Careta escribió cartas desesperadas en las que proclamó su inocencia. Se ahorcó en los lavabos de la prisión.
El móvil del crimen seguía siendo un misterio. La familia de Jubany dio a entender que todo podría haber sido consecuencia de un macabro juego de rol que a los asesinos se les fue de las manos. Antes del crimen, Jubany había recibido notas anónimas. “Esperamos que te tomes esto con humor. A la tercera te destaparemos el misterio. Seguro que te reirás mucho”, decía una de ellas.
En 2005, el juez dio carpetazo al caso. Admitía que había indicios contra los sospechosos, pero no suficientes para llevarlos a juicio. Y dejaba “las puertas abiertas” por si la investigación revelaba nuevos det
alles. Ni la Fiscalía ni la familia recurrieron el archivo. Han pasado 19 años hasta que esas puertas se han abierto gracias a la aparición de nuevos testigos, que ponen en duda la versión exculpatoria de Laiglesia.
Dos de los testigos sostienen que, en el momento de los hechos, Laiglesia vivía con Careta en el bloque de la víctima. El primero detalló que les veía entrar y salir, y que incluso habían puesto su nombre en el buzón. El segundo fue menos concreto en una intervención en el programa Crims, de Carles Porta, dedicado al asesinato de Jubany. Laiglesia, en todo caso, había dicho lo contrario. El tercer testigo ha desmentido que, el domingo 2 por la mañana, el sospechoso y su pareja participaran —como habían afirmado— en una protesta contra la construcción de un campo de golf en Torrebonica.
El juez ha ordenado que esos testigos declaren. La reapertura del caso afecta solo a Laiglesia, ya que sobre los otros dos que siguen vivos no hay nuevos datos.
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