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Un Govern confinado y divorciado

Torra intenta alargar la legislatura catalana en contra de sus socios de ERC. Junts espera que la crisis económica que se avecina desgaste más a Esquerra

Miquel Noguer
Quim Torra, en la reunión semanal de Govern per videoconferencia.
Quim Torra, en la reunión semanal de Govern per videoconferencia.GENERALITAT

Entre los matrimonios mal avenidos que se han quedado confinados bajo el mismo techo durante la pandemia destaca la volcánica pareja que cohabita en el Palau de la Generalitat. El estado de alarma pilló en plena disputa pública y con los papeles del divorcio pendientes de firmar a la coalición formada por Junts per Catalunya y a Esquerra Republicana y ahora, mientras que los primeros no tienen prisa para culminar el trámite convocando elecciones, los segundos miran el calendario a la espera de que el verano dé una tregua para ir a las urnas. Pero a pesar de los esfuerzos del presidente catalán, Quim Torra, para defender que tiene el control de la situación política en Cataluña, quienes podrían acabar decidiendo sobre el calendario electoral son los jueces del Tribunal Supremo, pendientes de dictaminar sobre la inhabilitación firme del dirigente independentista, condenado por un delito de desobediencia.

Los herederos de Convergència, con un Quim Torra desbocado, aspiran a demorar los comicios tanto como sea posible a la espera de que los vientos demoscópicos soplen más a su favor y conscientes de que, hoy por hoy, el socio menor del Govern, Esquerra, está bien posicionado para ser algo más que el eterno aspirante a la presidencia. La gestión de la pandemia ha permitido a Quim Torra aparecer ante los suyos como un presidente que se liberaba de la tutela del huido Carles Puigdemont, y el president se ha entregado al ejercicio de la gesticulación con la tranquilidad de que el estado de alarma dejaba la responsabilidad final en manos del Gobierno de Pedro Sánchez. Siempre a contracorriente, fue pionero pidiendo un “confinamiento total” de Cataluña que el Gobierno vio más como una maniobra para distanciarse del resto de España que como una medida útil para frenar la epidemia. Y cuando el confinamiento fue férreo en todo el país, Torra y todo su aparato de propaganda se entregaron a la causa de culpar al Gobierno y a España en general del avance de la enfermedad. “Con una Cataluña independiente habría habido menos muertos”, acabó por afirmar Meritxell Budó, consejera de Presidencia.

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“Las elecciones se harán cuando se puedan celebrar de manera segura”, aseguran fuentes de Junts per Catalunya, la coalición del presidente catalán. No hay prisa. Creen que el tiempo corre en contra de Esquerra, un partido que basó su estrategia en hacerse con los departamentos sociales del Govern, con los que pretendía lucir capacidad de gestión al calor de aumentos presupuestarios que se han ido al traste con la crisis. “Querían exhibir expansión económica y puede que solo puedan lucir recortes”, resumen en Junts per Catalunya. El líder de ERC, Oriol Junqueras, cumpliendo pena de prisión por el procés, es el único que ha levantado la voz en plena pandemia para pedir elecciones. “Tiene prisa porque en otoño su partido tendrá peores expectativas”, insisten en Junts per Catalunya destacando que el gestor de los previsibles recortes no será otro que Pere Aragonès, vicepresidente económico del Govern y candidato de ERC a la Generalitat.

ERC prepara una campaña centrada en dos ejes. Por una parte, quieren destacar que la “reconstrucción” de Cataluña debe liderarla un partido progresista para que la crisis no la paguen “los de siempre”. En segundo lugar, aspiran a exhibir un independentismo pragmático que no les impide llegar a acuerdos con el PSOE, aunque solo cuando les conviene y a riesgo de perpetuar su imagen de socio poco fiable. Es en este contexto en el que hay que enmarcar su rechazo a apoyar la prórroga del estado de alarma de esta semana. “De vez en cuando hay que plantarse, aunque aspiramos a continuar siendo socios preferentes del Gobierno”, explican fuentes próximas a Pere Aragonès. Ello debería permitirles, esperan, afrontar una campaña rivalizando con los socialistas y los comunes en el flanco progresista y con Junts per Catalunya en el plano independentista. Solo las urnas podrán dirimir si tales contorsiones son demasiado incluso para el electorado catalán, tan acostumbrado al camaleonismo de sus partidos.

Los terceros en discordia con aspiraciones a formar parte de un Gobierno en Cataluña son los socialistas. Consciente de que hacer oposición en tiempos de crisis es complicado, y más si tienes responsabilidades de gobierno en España, el líder del PSC, Miquel Iceta, ha optado por una doble estrategia. Por una parte, critica sin contemplaciones las salidas de tono de Torra, pero por la otra ha ofrecido un “pacto para la reconstrucción”. “Es evidente que lo que se necesita en estos momentos es un acuerdo de amplia base para afrontar la crisis que viene, y solo trabajando juntos seremos capaces de salir de esta”, resume Iceta.

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De momento, el cambio de fase parece haber abierto una breve tregua entre Gobierno y Generalitat. Sanidad ha aceptado la petición de Cataluña para pasar a la siguiente fase a solo el 10% de su población y hacerlo sin tener en cuenta los límites provinciales. La portavoz del Govern, Meritxell Budó, celebró ayer que se haya “escuchado y atendido” su demanda. Ahora Cataluña estudia cómo remontar su economía en meses que se prevén críticos para un sector tan vital como el turismo, especialmente cuando se tendrá que contar con unos viajeros nacionales a los que los exabruptos del procés ahuyentaron masivamente. La Generalitat pretende ahora bajar el volumen y ultima una campaña que apelará a los “vínculos emocionales” que los catalanes mantienen con el resto de españoles. La respuesta es una incógnita.


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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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