La sacudida comercial que viene
El pequeño comercio de Barcelona afronta a una aguda crisis; La Boqueria potencia la venta ‘online’ y mira al barrio tras la caída de turismo
Son las 12.00 del Jueves Santo y, como cada día, por los megáfonos de La Boqueria suena Resistiré para animar a los vendedores que siguen abriendo y a los pocos clientes que hay en sus desangelados pasillos. Lluïsa Ripoll, quinta generación de pescaderos, con mascarilla y guantes, sigue preparando los pedidos que le han hecho online y Carmen Cortijo aguarda paciente a que alguien acuda a su ahora solitaria frutería. Golpeado por la pandemia, el mercado de La Rambla, que había abrazado al turismo, medita cómo reinventarse para driblar una crisis colosal que tiene en jaque al comercio de Barcelona.
Sentado en taburete de un bar del mercado, ahora cerrado, Óscar Ubide, gerente de La Boqueria, asume que el turismo se desplomará mientras al lado unos trabajadores miran en las pantallas gigantes las noticias sobre el coronavirus. “Cada comercio tendrá que ver cómo se reinventa”, dice. Y revela que una de las grandes paradas de zumos, cerrada, abrirá ya mañana con fruta y verdura. “Algo hemos ganado dentro de la catástrofe”, admite. “La realidad es la que es. Los mercados no funcionan como deberían. Los hábitos han cambiado. La gente ha dejado de venir a comprar”.
Una de las grandes paradas de zumos abre ya mañana con fruta y verduraUna de las grandes paradas de zumos abre ya mañana con fruta y verdura
La Boqueria cuenta con 200 paradas y los lunes abren 16; de martes a jueves, entre 45 a 50 y de viernes a sábado, entre 55 y 63. La dirección ha visto como aumentaban un 10% los pedidos online y ha activado las entregas gratis a las casas de los abuelos del barrio. “Es una buena idea. Se les podría haber ocurrido antes”, apunta la carnicera María José Barrachina, de 54 años, que diversificó su parada vendiendo burritos de carne para captar turistas: “Veo el futuro negro”.
Máximo López, gerente del Instituto Municipal de Mercados, cree que la crisis puede ser una oportunidad para que La Boqueria mire menos al turismo y más a los vecinos, que a veces tenían la sensación de que ir al mercado era casi, como describe uno, ir a Port Aventura. “Es el momento de potenciarlo”, alega. “No era un buen escenario solo la venta de zumos. Este es un servicio municipal público. Hay que tender al equilibrio y recuperar la esencia”. Con todo, López avisa de que es un mercado tan grande que incluso ahora tiene más paradas abiertas que el de Sant Antoni, con 52.
“Nosotros hemos vendido y venderemos a quien entre”, se defiende Cortijo, la frutera. Salvador Capdevila, presidente de la Asociación de Vendedores de La Boqueria, es comprensivo con ese colectivo y apunta que acomodaron su oferta a la demanda. “Si no, habrían cerrado”, zanja. A Capdevila no le preocupa demasiado la caída del turismo porque tiene la certeza de que seguirán recibiendo clientes —“Si no son extranjeros, serán del país”— y dice que los comerciantes se readaptarán. Su gran inquietud es que los hoteles y restaurantes, los principales clientes, no pagan los pedidos. “Si ellos cierran, perderemos ventas”, afirma y aclara que los turistas son lo más llamativo pero no la primera fuente de ingresos.
Alfonso Domínguez, propietario con sus hermanos del Kiosk Universal, lleva 44 años trabajando en La Boqueria. Augura que el impacto de la pandemia puede ser la “puntilla” para el mercado, cuyo modelo de venta ya considera de por sí en crisis. Por ello, explica, muchos vendedores optaron por el turismo como método de “supervivencia”. Ahora vaticina que con esta crisis cerrarán la mitad de puestos en un par de años. “Veo en general un caos. La oferta gastronómica está prevista para 3 o 4 millones de personas y no para 1,5. El pequeño comercio se resentirá”, avisa. No habrá normalidad, dice, hasta dentro de un año si es que hay vacuna.
“La cuestión es cómo y cuántos volverán”, avisan en Barcelona Comerç“La cuestión es cómo y cuántos volverán”, avisan en Barcelona Comerç
Las dudas abruman al sector. Aex Goñi, presidente de PIMEC Comerç, plantea esta doble incógnita: “Cúando abriremos y cómo”. “No soy de llorar pero las facturas y los recibos son implacables a fin de mes. Y se han hecho ERTE”. Y revela que una pescatera de Girona le llamó llorando porque ha tenido que cerrar porque ha perdido a sus clientes, los restauradores. Tras afirmar que pasan horas buceando en el BOE y el DOGC ayudas que no acaban de llegar, Goñi recuerda que el comercio representa el 16% del PIB de Barcelona. “El 95% de comercio es pequeño comercio. Las calles sin tiendas son ásperas y corremos el riesgo de que abran”, avisa.
Temporada perdida
Salva Vendrell, presidente de Barcelona Comerç, da por perdida la temporada turística de este año y pone un interrogante sobre la de 2021. Pero más allá del turismo, califica de “dramática” la situación de los restaurantes y pequeños comercios que estarán dos meses cerrados. “No ha habido condonación de impuestos. Hemos seguido pagando salarios, deudas y proveedores. La cuestión es cómo y cuántos volverán. Muchos nos dicen directamente que no abrirán. Los números no cuadran”, apunta vaticinando que una gran parte deberá endeudarse y volver a empezar de cero.
Ripoll ha visto cómo las ventas online de peix.cat se disparaban. Fue pionera al optar hace años por esa vía tras la crisis y las obras del parking. “Eso nos hizo perder cuota. Parecíamos figurantes. Nadie compraba fruta y mucha gente se reconvirtió. Igual yo hubiera hecho lo mismo. Quizá se consintió y se desvirtuó pero, a toro pasado, todos somos Manolete", reflexiona. Es escéptica con los guiños que La Boqueria lance al barrio porque dice que no lo tiene. Que es tan grande que se ha pasado la vida “robando” clientes y que es de todos. “La crisis debería servir para nos volvernos a situar en el mundo: los mercados somos una pieza esencial en la vida de la gente. Podemos darnos una oportunidad”, pide.
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