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Espadas reivindica su autonomía frente al Gobierno y defiende ampliar regadíos en Doñana

El PSOE andaluz quiere evitar que Vox se haga fuerte en la zona fresera de Huelva

El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, en el centro, junto a los portavoces de su grupo en el Parlamento andaluz. / PSOE-A
El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, en el centro, junto a los portavoces de su grupo en el Parlamento andaluz. / PSOE-A
Lourdes Lucio

El PSOE de Andalucía no quiere dejar terreno a Vox para que avance como un ejército de hormigas en los territorios donde el voto a los socialistas se mantiene firme desde las primeras elecciones democráticas. Detrás de la polémica abstención del PSOE a la tramitación de una propuesta legislativa de PP, Ciudadanos y Vox para convertir en regadíos 1.461 hectáreas (1.900 según los ecologistas) en el entorno del Parque Nacional de Doñana (Huelva) late también una profunda preocupación por el avance de la ultraderecha en una provincia como Huelva, donde el PSOE ganó las elecciones municipales pasadas con el 44% de los votos y sacó más de 20 puntos de diferencia al PP, segundo partido más votado.

El secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas, se ha visto obligado este jueves a dar explicaciones por la inhibición de los 33 diputados de su grupo a una proposición de ley de la derecha para clasificar de agrícolas regables centenares de hectáreas situadas en el entorno de un parque, declarado Patrimonio de la Humanidad, cuyo acuífero está sobreexplotado y donde la falta de agua siempre ha sido una amenaza para la supervivencia de la reserva natural. Contra esa propuesta se han manifestado la Comisión Europea, la Unesco, el Gobierno de España y todas las organizaciones ecologistas. Cuando en Andalucía se habla de posibles amenazas a Doñana, las luces rojas se encienden en toda Europa.

Espadas ha defendido, en una comparecencia en el Parlamento de Andalucía, la revisión del plan de la Fresa de 2014, que estableció en 9.340 hectáreas las zonas regables en los municipios onubenses de Almonte, Bonares, Lucena del Puerto, Moguer y Rociana del Condado. En ese trazado algunos agricultores se quedaron fuera y ahora reivindican unos “derechos históricos” para poder cultivar como sus vecinos. “Ese plan consiguió calmar, pero no resolvió todo. Hay situaciones injustas”, ha dicho Espadas.

El dirigente socialista ha afirmado que durante dos meses ha “intentado” que la proposición de ley no llegara al Parlamento, porque considera que es una “temeridad” el poner en riesgo la paz social en la zona, pero ha defendido la misma posición que el PP de Juan Manuel Moreno. “Hay un problema y hay que buscar una solución”. Incluso ha empleado palabras muy similares a las que utiliza el presidente de la Junta cuando ha dicho que “no se puede proteger Doñana en contra de quien vive en el entorno” y que hay que defender el “problema de gente que tiene caras y ojos”.

Explicaciones por parte de Ribera

La abstención provocó un intenso debate en la reunión que el grupo parlamentario mantuvo el miércoles antes del inicio del pleno. Varios diputados mostraron su rechazo a la iniciativa, pero no supieron lo que iban a votar hasta que empezó a sonar la musiquilla avisando a los parlamentarios de que ocupasen sus escaños. Espadas ha defendido la decisión del grupo de emboscar la orden de votación hasta el último momento y ha reconocido que recibió un mensaje de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, pidiéndole explicaciones. Ribera se enteró del sentido del voto porque un diputado socialista se lo comunicó, según varias fuentes del PSOE.

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Espadas la llamó y le dio sus argumentos. Algunas fuentes sostienen que la conversación fue tensa. La también vicepresidenta tercera del Gobierno envió una dura carta conminatoria al presidente de la Junta el martes pasado en el que le instaba a “desistir” de la propuesta de ampliar regadíos en el entorno de Doñana por “los enormes perjuicios, tanto económicos como medioambientales, y también para la imagen de España en el exterior”.

Según el secretario general del PSOE andaluz, el Gobierno ha hecho “lo tenía que hacer”, pero, a renglón seguido, ha defendido su “autonomía” a la hora de tomar decisiones. Espadas se ha remontado al 28 de febrero para recordar que ese día se votó a favor del “autogobierno” y que él no recibe ni “consignas ni directrices”. “La abstención abre una puerta para arreglar un problema y si el Gobierno no lo ve”, él intentará explicarlo. “Yo me presento para gobernar, no para ser la marca de nadie”, ha enfatizado en una comparecencia donde se ha irritado cuando se le ha preguntado de manera insistente por qué no votaron no cuando ellos mismos califican la propuesta de “engaño masivo”. “No votamos ‘no’ porque el problema existe. No es un sí vergonzante, es otra alternativa posible”.

En privado, los socialistas más próximos a Espadas han achacado el desconcierto a un problema de desconocimiento de lo que está pasando en la comarca del Condado de Huelva. “Los urbanitas de las ciudades no lo ven. Hay una dura batalla cultural de la extrema derecha en el campo”, asegura un diputado, que advierte de que “el problema” está en los hijos de los agricultores que hace años invirtieron en un sector que el año pasado facturó 1.186 millones de euros y que genera entre 80.000 y 100.000 empleos directos y supone el 8% del PIB andaluz

Espadas cree que el voto incoloro del PSOE a legalizar más regadíos le sitúa en el “centro” de la solución e impide dejar el campo de juego electoral libre a Vox. Según su tesis, con esa abstención puede sentarse a hablar y, en última instancia, tratar de convencer a los agricultores de la zona de que la solución pasa por la seguridad jurídica y por acometer las infraestructuras prometidas hace tiempo para traer agua superficial a través de un trasvase de la Demarcación Hidrográfica de los ríos Tinto, Odiel y Piedras a la del Guadalquivir. Para eso hace falta construir un túnel, ahora en plazo de licitación, y una presa que aún no tiene ni informes técnicos. “El acuífero no se toca porque no hay agua”, ha dicho Espadas.

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