Rajoy niega en el Congreso tener ningún conocimiento de la policía patriótica: “Yo nunca espiaría a miembros de las Cortes”
El expresidente se defiende con ataques a Sánchez por sus “indignas” cesiones a los independentistas y por el ‘caso Ábalos’ y acaba pidiendo elecciones

Terminó la comparecencia de más de tres horas del expresidente Mariano Rajoy ante la comisión que investiga en el Congreso la Operación Cataluña sobre el montaje de una trama parapolicial para espiar a rivales independentistas y a muchos de los diputados presentes, excepto los muy motivados parlamentarios del PP y al portavoz de Vox, no les quedó claro si alguna vez fue presidente de España, si su persona se corresponde con el M. Rajoy de los papeles de Bárcenas o sobre si sus ministros lo informaban en sus despachos de sus gestiones más delicadas. Rajoy lo negó todo. El expresidente sostuvo que nunca le comentaron nada sobre esas actuaciones de una serie de policías mandatados por cargos de sus ministerios del Interior contra miembros de otros partidos.
La única Operación Cataluña que Rajoy admitió fue la que él considera un “orgullo” porque permitió, gracias a la aplicación del artículo 155, parar lo que insistió en catalogar como “el golpe de Estado” de los dirigentes independentistas luego condenados por el procés. La comisión tuvo muchos momentos complicados, pero se tensó al máximo al final tras una dura intervención del portavoz socialista, Manuel Arribas, en la que le tildó de “nefasto y trilero”. Rajoy ahí explotó y descalificó a la comisión, al Gobierno de Pedro Sánchez y salió de la sala tan “preocupado” y enfadado como para solicitar elecciones ya y augurar que “por este camino cualquier día acabamos a tortas”.
Rajoy tampoco contestó sobre quién podría ser M. Rajoy. El expresidente ya lo enfatizó desde el inicio. Acudió de nuevo a una comisión del Congreso, pero para dejar constancia formal de que nunca tuvo “conocimiento” de la existencia de esas operaciones o tramas policiales auspiciadas desde el Ministerio del Interior bajo su mandato, investigadas judicialmente y que han causado ya la imputación del entonces ministro, Jorge Fernández Díaz, su ex secretario de Estado de Interior, Francisco Martínez, y varios mandos policiales de aquella época. El exministro Fernández, para el que ya hay fecha de juicio en mayo de 2026 por el caso Kitchen, llegó incluso más lejos al final de las siete horas de la comisión en esa sintonía con su exjefe y amigo: “Lo juro ante los Evangelios, la tal Operación Cataluña jamás existió”.
En el inicio de su comparecencia, el expresidente se enzarzó con la líder de Podemos, Ione Belarra, que le echó en cara todos los informes y ataques que recibió su formación de aquella trama. Rajoy ahí consideró conveniente autodefinirse: “Yo soy una persona de derechas, de provincias, pero sobre todo soy un demócrata”. Y añadió: “Yo nunca espiaría a miembros de las Cortes Generales”. Belarra le reprochó que bajo sus gobiernos se usaran todo tipo de “herramientas para investigar irregularmente a Podemos” y le enumeró las 6.903 búsquedas de componentes de esa célula policial sobre miembros de su partido. Rajoy replicó ahí como fundamento de autoridad que nunca tuvo “interés en hacer una inspección” de los integrantes de Podemos porque no les consideraba “tan importantes”. Belarra le recriminó a Rajoy que los tomase por “tontos” y esa alusión le sirvió al expresidente para enredarse en uno de sus famosos retruécanos, algo que agradó a casi una quincena de parlamentarios populares que lo arroparon en todo momento y no se reprimieron nada en manifestar su descontento con las preguntas más impertinentes o ásperas de otros portavoces.

El diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu, intentó averiguar quién comandó durante el Gobierno de Rajoy la estrategia sobre Cataluña. Rajoy no precisó. Se amparó en que comentaba esos asuntos con su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y otros miembros de su equipo, pero ahí dispersó el fondo de la cuestión al comentar que también habló mucho en aquellos años críticos del proceso separatista con los expresidentes de la Generalitat, Artur Mas y Carles Puigdemont, pero sobre todo con el entonces líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. La mención a Mas y Puigdemont le sirvió para intentar legitimar su autoridad al contar de nuevo que a ambos les negó en charlas y almuerzos privados tanto un pacto fiscal especial para Cataluña como la posibilidad de organizar desde el Estado un referéndum de autodeterminación. Rajoy mantiene que Puigdemont le contestó a solas cuando rechazó esa consulta: “No la vas a autorizar, porque además no puedes”.
Cuando Iñarritu y otros diputados le reflejaron a Rajoy audios, conversaciones, grabaciones conocidas y reconocidas por distintos protagonistas, entre ellos el polémico comisario jubilado José Manuel Villarejo, tanto con cargos de Interior como la secretaria general entonces del PP, Dolores de Cospedal, el expresidente volvía a su latiguillo de que lo desconocía todo: “La verdad, qué quiere que le diga, yo no estoy ni puedo estar en el día a día, hace siete años que dejé de ser presidente y el problema está en traerme aquí para temas en los que yo no he participado”. El exlíder del PP también argumentó que tanto antes, ahora como en el futuro la policía realiza todo tipo de operaciones en Cataluña y esgrimió que si su Ejecutivo hubiera montado esa policía patriótica no se habrían abierto tantos casos de corrupción que afectaron a su partido “porque qué mal la habríamos manejado”.
Presiones con Andorra
Cuando Josep Pagès, de Junts, insistió en conocer cómo podía ser posible que personajes de su entorno como su ex jefe de gabinete, Jorge Moragas, Cospedal y otros tuvieran papeles relevantes en contactos con Villarejo y otros personajes implicados en aquellos espionajes y al presidente no le llegara nunca nada. Rajoy exigió que se le pusieran solo los audios o pruebas sobre su presunta participación directa. “Se han equivocado de interlocutor, yo aquí no pinto nada”, machacó.
El duelo con Gabriel Rufián, el portavoz de ERC, pareció una revancha no saldada. Se han encontrado más veces. El dirigente republicano confesó incluso su “pereza”, sabedor de que iba a sacar pocas cosas en claro. Lo intentó por el método que ya ha probado en otras comisiones con otros expresidentes. Sin concesiones: “¿Usted fue presidente del Gobierno, verdad?”. Acusó a su gobierno de robar, de espiar, de mentir. Rajoy, molesto, le refrescó a Rufián un tuit que escribió en el momento decisivo final del proceso independentista cuando Puigdemont dudaba entre convocar elecciones o formular aquella breve declaración unilateral de independencia. Rufián escribió entonces: “155 monedas de plata”. Y Rajoy le identificó este miércoles con Judas Iscariote, el traidor de Jesucristo. El diputado catalán elevó el listón y comparó a Rajoy con el mafioso “Vito Corleone, porque nunca amenazó a nadie, enviaba emisarios” y le espetó que no debía estar tan orgulloso del 155 porque con el mismo su Gobierno “encarceló a personas por votar”. Rajoy le remachó que todo lo efectuado “sí valió la pena”.
El diputado de Sumar y En Comú, Gerardo Pisarello, intentó conseguir de Rajoy alguna autocrítica de aquellos años por sus actuaciones, por sus ausencias o por sus mentiras hasta auparlo a uno “de los más infames de la historia”. No lo logró y el expresidente volvió sobre las virtudes que achacó de pasado y de futuro al 155. El expolítico popular amagó ya ahí con una primera crítica directa al “Gobierno Frankenstein” de Pedro Sánchez por estar “chantajeado y amenazado por los enemigos de la Constitución española”. El portavoz de Vox, Ignacio Gil Lázaro, antiguo miembro del PP, no preguntó nada y aprovechó para especular con que tanto la comparecencia anticipada de Rajoy como la posterior de su ministro del Interior, Jorge Fernández, eran un “enjuague para ocultar los problemas del actual gobierno corrupto”.
El cansancio por la duración de la sesión, las interrupciones de los diputados del PP y el tono nada complaciente del portavoz del PSOE llevaron la comparecencia a otro nivel de tensión. El parlamentario socialista Manuel Arribas apenas quiso preguntar nada. Se armó de las constatadas 167 operaciones policiales atribuidas a esa trama patriótica para retratar a Rajoy como “un mentiroso y un trilero” al intentar esconderse detrás de sus manifestaciones sobre que lo desconocía todo. Rajoy volvió a negar conocer a Villarejo, haber leído notas secretas procedentes de Interior o de responsables policiales o haber intervenido para nombrar fiscales afines relacionados con esos casos. Arribas concluyó: “En siete años de presidente usted no se enteró de nada de lo que hacían sus ministros o sus secretarios de Estado”.

Ahí a Rajoy se le acabó la paciencia. Comparó su situación con que el actual presidente, Pedro Sánchez, “no se haya enterado de nada del caso Koldo” le espetó al socialista: “¡Deje de insultarme, con ese tono faltón y calumnioso! ¡Es usted un mentiroso!”. Los parlamentarios del PP empezaron a apuntar contra el portavoz del PSOE y el presidente de la comisión. Miguel Tellado que estaba en primera fila, clamó: “¡Ya está bien!”. Rajoy ya no paró: “Ustedes se han prestado a esta comisión por siete votos (en referencia a los componentes del grupo Junts que facilitó la investidura de Sánchez), por la amnistía, y por siete votos se dejan humillar. Esta es la comisión de los siete votos. Esto es un circo para que no se hable de otra cosa″. Y el expresidente remató insistiendo en las fotos del caso Koldo, en Santos Cerdán y hasta de Jessica Rodríguez, la expareja del exministro de Transportes. Y terminó en la sala: “Por siete votos traen aquí insultos, mentiras, ignominias, espero que al menos no desguacen el Estado. Por siete votos el PSOE ha perdido la dignidad”. A la salida, Rajoy comentó a un grupo de periodistas que la comisión le había parecido un “desastre, un despropósito” y auguró que por ese camino “cualquier día terminamos a tortas”. Ante las cámaras abundó en que no le veía ningún sentido y volvió a apuntar que lo que se necesita ahora con unas elecciones ya porque el Gobierno de Sánchez le parece “un escándalo permanente”.
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