El conductor que circulaba en sentido contrario por la A-6 y causó la muerte a otras tres personas triplicaba la tasa de alcoholemia permitida
La autopsia revela que el conductor, que perdió la vida en el accidente, tenía 1,5 gramos de alcohol por litro de sangre, un gramo por encima del máximo permitido
Juan Carlos Baldeón, el conductor de 27 años que circuló en sentido contrario y provocó un accidente en el que murió él y otras tres personas el pasado 1 de septiembre en la A-6 a su paso por Las Rozas (Madrid), triplicaba la tasa de alcoholemia legal para ponerse al volante de un vehículo. El análisis de la sangre del cuerpo del supuesto kamikaze ha revelado que tenía 1,5 gramos de alcohol por litro, cuando el nivel máximo permitido se sitúa en 0,5 gramos, según han confirmado fuentes judiciales a este periódico. La magistrada que instruye el caso por las muertes, la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3 de Majadahonda (Madrid), Silvia García, tiene previsto archivar en los próximos días la causa, al no ser exigible responsabilidad penal al presunto autor por haber fallecido. Eso sí, a los perjudicados —los familiares de los fallecidos y a un policía municipal herido grave en el siniestro— les quedará abierta la vía civil para la reclamación de las indemnizaciones generadas a raíz del accidente.
El accidente se produjo el pasado 1 de septiembre cuando Juan Carlos Baldeón, un ingeniero de 27 años, y su hermano Jorge Luis, estudiante de psicología, de 28, salieron de un centro comercial de Las Rozas donde habían estado cenando y de fiesta con otros amigos. Como Jorge Luis había bebido más, Juan Carlos decidió conducir el todocamino Volkswagen Taigo. En lugar de tomar el acceso correcto de la autovía de A Coruña (A-6) para dirigirse a su domicilio en Valdemorillo (13.651 habitantes, a 22 kilómetros de Las Rozas), se metió en sentido contrario, por los carriles de entrada a la capital. Accedió por las rotondas y el túnel que une el centro urbano de Las Rozas con el barrio de la Marazuela.
Según los cálculos posteriores de la Guardia Civil gracias al análisis de las imágenes de las cámaras de control de tráfico, recorrió unos tres kilómetros antes de colisionar frontalmente a las 6.25 con un Volkswagen Passat a la altura del kilómetro 20,700 de la A-6, frente al supermercado mayorista Costco de Las Rozas, al noroeste de la capital. En el Passat viajaban el policía nacional destinado en la comisaría del distrito de Salamanca Alberto Sánchez, de 44 años, y su acompañante, un camarero llamado Juan Carlos, de 41. Ambos y el conductor que circulaba en sentido contrario murieron en el acto, mientras que el hermano de este falleció unos 20 días después, tras permanecer ingresado en el hospital Puerta de Hierro, en Majadahonda. Además, en el accidente resultó herido grave el policía municipal de Madrid Jesús Pedro García Martín, de 54 años, que aún sigue recuperándose de las lesiones sufridas en ambas piernas y otras partes del cuerpo.
Los cuerpos de los fallecidos fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Madrid, donde se les practicaron las autopsias. Una muestra de sangre del conductor se remitió al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, con sede precisamente en Las Rozas, donde los especialistas determinaron que el supuesto kamikaze presentaba una tasa de alcoholemia de 1,5 gramos por litro de sangre, lo que supone el triple del máximo permitido, según fuentes judiciales.
Expertos consultados por este periódico han explicado que para alcanzar esa tasa es preciso tomar al menos seis o siete cervezas o cuatro o cinco combinados, como cubalibres, aunque llaman a la precaución porque aseguran que no existe una regla fija y que cada persona tiene un metabolismo distinto que la hace más o menos tolerante al consumo de alcohol. Además, influyen factores como el peso, la edad y hasta el sexo de la persona. “También habría que ver desde cuándo empezó a tomar ese alcohol; si mezcló bebidas como cervezas, vino o cubatas o había estado cenando y lo que cenó. Otro factor importante que debe ser tenido en cuenta es hasta cuándo estuvo bebiendo antes de ponerse al volante, es decir, si la tasa estaba en subida o en bajada”, reconoce uno de estos especialistas. “De todas formas, es una tasa muy alta y no se llega a ella con una o dos cervezas”, precisa otro experto.
Una tasa tan alta de alcoholemia suele generar un aumento del tiempo de respuesta, pérdida de la agudeza visual, falta de apreciación de la distancia y subestimación de la velocidad, además de una marcada bajada de reflejos, a lo que se une el cansancio y la fatiga, según estos expertos. Al principio del consumo también se da un efecto de euforia, pero es habitual que desaparezca según se va ingiriendo más alcohol.
Juan Carlos Baldeón era el hijo de un jardinero y una limpiadora. Vivía con ellos y su hermano desde hace casi 10 años en un amplio chalé de Valdemorillo, 60 kilómetros al este de Madrid. Baldeón se graduó como ingeniero en la Universidad Politécnica y era jefe de obra en Madrid. Un portavoz de la familia lo describió el día del accidente como “deportista, educadísimo, sonriente” y una persona que “se dedicaba en cuerpo y alma a su familia y amigos”.
El presunto autor del siniestro podría haber sido investigado por un delito contra la seguridad vial, al conducir ebrio y superar el límite de 1,2 gramos de alcohol que tipifica el Código Penal como delito, y por otros tres delitos de homicidio y uno de lesiones graves, según fuentes judiciales. Al haber fallecido se extingue su responsabilidad penal, según recoge el artículo 130 del Código Penal. Esto supone que la jueza instructora vaya a decretar en los próximos días el sobreseimiento libre y el cierre de las diligencias previas abiertas por este accidente. Eso sí, advertirá a todas las partes perjudicadas —los familiares del policía nacional Alberto Sánchez y del camarero Juan Carlos, además del agente local Jesús Pedro García— que tienen abierta y aún disponible la vía civil para reclamar las posibles indemnizaciones derivadas del accidente, según las citadas fuentes.
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