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La tregua parlamentaria sobre la dana salta por los aires

PP y Vox cubren de reproches al Gobierno, que rehúye el choque y llama a la calma

MADRID, 13/11/2024.- El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno que este miércoles celebra el Congreso. Foto: Fernando Villar | Vídeo: EPV
Xosé Hermida

La catástrofe meteorológica del Mediterráneo llegó este miércoles, dos semanas después, al hemiciclo del Congreso para confirmar lo que se temía: todo en España, de lo más chusco a lo más trágico, puede servir de combustible para un incendio político. Todavía la semana pasada, cuando se preparaba el primer pleno para que el Gobierno rindiese cuentas ante la Cámara, el clima parecía más sosegado. A la primera ocasión en que los grupos se vieron las caras en el hemiciclo, llegado el momento del debate, todo saltó por los aires.

PP y Vox embistieron desde el primer minuto al Ejecutivo. En el caso de los populares obviando —cuando no defendiendo— la gestión del presidente valenciano, Carlos Mazón. El Gobierno, que delegó las explicaciones en el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, llegaba con el propósito muy evidente de no descender a la refriega. Y se atuvo a ello, más allá de algunas insinuaciones sobre la responsabilidad de la Generalitat en la magnitud de la catástrofe. El resto de la Cámara se mostró condescendiente con el Ejecutivo, aunque teóricos aliados como Compromís o Podemos le exigieron que le quite el mando de la crisis a Mazón.

La ausencia de Pedro Sánchez, todavía en la cumbre del clima en Bakú (Azerbaiyán), suscitó críticas de la derecha, pero también de socios como ERC. Su portavoz, Gabriel Rufián, tachó de “vergüenza” que no estuvieran ni el presidente ni el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, este último sin otros compromisos en su agenda. Tampoco Santiago Abascal, líder de Vox, el tercer partido, aunque en este caso la noticia habría sido su presencia, siempre escasa en el Congreso.

Feijóo se presentó cargado de la munición más gruesa, cuando ya había finalizado la comparecencia de Torres. Tras unos breves minutos en su escaño, convocó a los periodistas en la Sala del Escritorio de la Cámara. Allí desenfundó: exigió al Gobierno que retire la candidatura de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, a vicepresidenta de la Comisión Europea, y regresó a su versión de que la Generalitat no actúo antes porque los organismos dependientes de la Administración central no la avisaron.

La cronología de esos avisos la había expuesto antes el ministro ante el pleno, desde la alerta roja difundida por la Aemet a las 7,31 horas del día 29 hasta los sucesivos mensajes de la Confederación Hidrográfica del Júcar sobre los incrementos de caudales. Feijóo no estaba entonces para escucharlo. La consigna del Gobierno se resumía en palabras como “prudencia”, “precaución” o “serenidad” que repitieron Torres o más tarde, en la sesión de control celebrada tras la comparecencia monotemática sobre la dana, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero.

De la intervención del ministro se deducía con claridad que el Gabinete de Mazón ignoró las alertas, pero él se cuidó mucho de mencionarlo expresamente. Al contrario, proclamó que la catástrofe “no se puede convertir en un instrumento partidario”. Y aunque dijo comprender “la rabia y la indignación” de los damnificados, instó a “no alentar la crispación ni la violencia contra los poderes públicos”. Hizo un prolijo repaso de los medios desplegados, empezando por los casi 8.500 militares, lo que aprovechó —como más tarde varios oradores de la izquierda— para combatir el lema de “solo el pueblo salva al pueblo” puesto en circulación por grupos ultras. “Cuando pierdes todo, solo te queda el Estado”, opuso Torres. Lo que no se escuchó de su boca fue el menor reconocimiento de algún fallo.

Tampoco lo hizo el PP, que sacrificó a sus caras más conocidas para poner en escena a un diputado de la Comunidad Valenciana. El elegido, el alicantino César Sánchez, se presentó con un memorial de descalificaciones. El único culpable, sostuvo, es el Gobierno, que no informó a la Generalitat, “dimitió de sus responsabilidades y abandonó a los valencianos”. Para Mazón, solo elogios: “Un político que da la cara, no como Sánchez, que huyó de la gente en Paiporta”.

Tanto César Sánchez como sus compañeros del PP que intervinieron luego en la sesión de control insistieron en repetir una frase que, según ellos, “perseguirá” al presidente del Gobierno. Los populares han puesto en circulación varias versiones tergiversadas de lo que afirmó el líder socialista. Primero divulgaron que había dicho “si quieren más ayuda, que la pidan”; ahora han corregido a ”si quieren más recursos, que los pidan”. Esta última versión, sin ser exacta, se acerca más al original —”si necesitan más recursos...”— y omite que Sánchez lo comentó tras anunciar el envío de 5.000 soldados. Cada vez que un diputado del PP pronunciaba la supuesta frase, un murmullo de indignación recorría la bancada del PSOE. La repitieron tanto que los socialistas acabaron encajándola sin casi rechistar.

La preocupación por los numerosos bulos que han circulado quedó patente entre los oradores de la izquierda, empezando por el propio Torres. “Una catástrofe mediática”, abundó Rufián. “Todos los youtubers fachas bajaron como si fueran a un festival de música”. Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, completó: “Se ha intentado generar caos y desesperación”.

Los bulos no solo habitan en las redes, también en el propio hemiciclo. Pepa Millán, de Vox, colocó uno de los favoritos de la extrema derecha: el inexistente “derrumbe de presas”. Millán se enojó luego cuando el ministro la acusó de mentir. Y, dos minutos después, estaba otra vez a ello: aseguró que el Gobierno condicionó la concesión de las ayudas, que ya están vigentes, a que le aprobasen los Presupuestos. A esto último se apuntaría la popular Belén Hoyo.

Sumar cedió todo el protagonismo a la portavoz de Compromís, Àgueda Micó, que lanzó un durísimo alegato contra el Gobierno de Mazón, al que responsabilizó directamente de las muertes. “Está de mierda hasta el cuello”, llegó a afirmar, a la vez que reprochaba al Ejecutivo de Sánchez que no retire del mando al presidente valenciano. En la misma línea, Ione Belarra, de Podemos, atribuyó “responsabilidad homicida” al Consell de la Generalitat.

El resto se afanó por no entrar en la guerra de acusaciones, de Junts a Coalición Canaria, UPN o el BNG, cuyo diputado, Néstor Rego, leyó su intervención en valenciano. También el PNV se atuvo a esa línea conciliadora, aunque Aitor Esteban tiró un dardo al PP: “Parece que piensan que la mejor defensa es acusar al otro y olvidar la responsabilidad propia”.

Terminada la comparecencia del ministro, comenzó la sesión de control, ya con Feijóo en el hemiciclo. Y repentinamente el panorama pareció dar un vuelco. Los primeros interpelantes del PP, Cuca Gamarra y el siempre belicoso Miguel Tellado, exhibieron una suavidad de formas nunca vista. Hasta que acabaron ellos, Feijóo salió del hemiciclo para comparecer ante la prensa y los truenos volvieron a resonar, en boca del propio líder. Ahora ya no basta con una crisis política en España. La siguiente meta es provocarla en las instituciones europeas.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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