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Estas son las 241 “presas” que Vox asegura se están destruyendo en los ríos españoles en los últimos dos años

Azudes en desuso, puentes, estaciones de medición, incluso una presa hinchable: inventario de todas las barreras eliminadas de las corrientes fluviales en 2022 y 2021

Presas de agua
Obras para retirar unos azudes abandonados de antiguos molinos en 2022, en el río Cabrillas, en Guadalajara.AEMS-Ríos con Vida
Clemente Álvarez

La organización Dam Removal Europe tiene registradas 241 barreras eliminadas de los ríos españoles durante los dos últimos años, 108 en 2021 y 133 en 2022. Estas son las supuestas “presas” que Vox asegura que se están destruyendo en España en plena sequía, cuando más agua hace falta. Sin embargo, en este inventario solo aparecen cuatro presas de más de seis metros de altura, tratándose de forma muy mayoritaria de pequeños azudes (presas de pequeño tamaño) ya en desuso, así como de otras infraestructuras muy variopintas, como estructuras de puentes, estaciones de medición, vados o incluso una presa hinchable.

Si bien ya se ha advertido con anterioridad que no es cierto que se estén tirando cientos de presas que puedan afectar a las reservas de agua del país, el partido ultra no solo lo sigue diciendo y lo ha incluido en su propio programa electoral, sino que ha ampliado la mentira: el líder de Vox, Santiago Abascal, acusó el miércoles varias veces a Pedro Sánchez, en el debate de TVE, de destruir parte de la riqueza de España “dinamitando presas en mitad de una sequía”.

Ni se suele usar dinamita, ni se están reduciendo las reservas hídricas. Aunque a menudo se utiliza la palabra presa para designar muy distintos tipos de muros que pueden cortar un río, en general las barreras eliminadas en los últimos dos años tienen poco que ver con infraestructuras que puedan servir para almacenar agua para la sequía. Un ejemplo es la presa hinchable retirada en 2022 por la Agencia Vasca del Agua (AVA) en el río Zaldibia (Gipuzkoa), a su paso por el municipio del mismo nombre. “No había oído lo de la dinamita”, se ríe al otro lado del teléfono Ioritz Berra, alcalde de Zaldibia, que explica que la infraestructura retirada “era un mecanismo neumático que funcionaba como un globo que se hincha”. Cuando se inflaba generaba un salto en el curso del río de un metro de altura, lo que en el pasado se utilizaba como fuerza hidráulica para mover un molino. Sin embargo, llevaba ya tiempo en desuso. “Nuestro río es muy pequeño y esto no servía para el abastecimiento, aquí a la gente le parece bien que se quiten estas barreras que ya no se utilizan”, comenta el regidor.

Según la normativa técnica para la clasificación de estas infraestructuras, se considera una gran presa a partir de 15 metros de altura o 10 metros si embalsa más de un hectómetro cúbico. Solo hay dos presas que se acerquen a esta escala en el inventario, la de Anllarinos, en el arroyo Vega Verde (León), de 13 metros, que se utilizaba para enfriar la central térmica de carbón también clausurada de Anllares; y la del Inferniño, en el río Arenteiro (Ourense), de 12 metros, una infraestructura hidroeléctrica que tampoco se usaba ya. Salvo rarísimas excepciones, en décadas, las barreras que se están quitando en España son mucho más pequeñas y pueden tener formas muy distintas. Es el caso de la base del puente del Camí de Can Bassa, sobre el río Congost en Granollers (Barcelona); las estaciones de la extinta red automatizada de control de calidad del agua de la Comunidad de Madrid en los ríos Jarama, Cofio o Tajo (Madrid); la estación de aforos (dispositivo para medir la lámina de agua) de Aguilafuente, en el río Cega (Segovia)…

De los 241 obstáculos retirados en los últimos dos años, 107 corresponden a construcciones eliminadas por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, de las cuales solo hay una que llegase a los seis metros (el azud de Olaberriko Errota, en Navarra) y 82 medían un máximo de dos metros de altura. Según este organismo dependiente del Gobierno de España, estas obras supusieron una inversión de 1,3 millones de euros en 2021 y 679.365 euros en 2022, sirviendo para recuperar la continuidad fluvial de 1.547 kilómetros de ríos.

Retirada de la presa hinchable de Zaldibia, en 2022.
Retirada de la presa hinchable de Zaldibia, en 2022.Agencia Vasca del Agua
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En el inventario de Dam Removal Europe —organización coordinada desde Países Bajos por la Fundación Mundial de los Peces Migratorios, que lleva el recuento de todas las barreras retiradas en el continente—, otras de las cuencas del país con más infraestructuras retiradas en los dos últimos años fue la del Duero. Esta confederación hidrográfica (dependiente también del Gobierno) confirma la retirada de 24 barreras, la mayor de 4,5 metros de altura y 17 de un máximo de dos metros. Además, hay siete contabilizadas por el inventario europeo como eliminadas que en realidad no fueron retiradas sino adaptadas, algo que se repite más a menudo en la lista.

La gran mayoría de las construcciones destruidas en todo el país son azudes en desuso, pequeñas presas que frenan el agua del río para poder derivar una parte a un punto de riego, un molino, una industria. Un ejemplo es el azud nº5 San Lorenzo sobre el río Ermuaran erreka (Gipuzkoa), retirado por la Diputación Foral de Gipuzkoa en 2022, que con una altura de 1,5 metros estaba asociado a la ferrería Ibarra, que funcionó entre los siglos XIV y XVI. O los azudes de molinos abandonados en el río Cabrillas (Guadalajara), que fueron eliminados (uno de ellos, solo parcialmente) por iniciativa en este caso de una organización social, la asociación AEMS-Ríos con vida, con fondos de la Fundación Arcadia, del Reino Unido.

Estrategia de comunicación de Vox

“Hay muchísimas barreras en desuso que se han quedado abandonadas en los ríos y que no influyen para nada en las reservas de agua”, incide César Rodríguez, secretario general de AEMS-Ríos con vida, que acusa de mentir a Santiago Abascal. “Es un mentiroso, pues es fácil comprobar que la capacidad para embalsar agua ha aumentado en España, pero Vox sigue una estrategia de comunicación que consiste en propagar mensajes que alarmen a la gente aunque sean totalmente falsos”. Según asegura Rodríguez, la presa más grande derribada en España fue la de Robledo de Chavela, de 22 metros de altura, que fue eliminada en 2014. “Ha sido una de las pocas en las que sí se ha utilizado dinamita, pues era muy grande, y es un ejemplo de los problemas que aparecen si no hay un mantenimiento de estas infraestructuras, porque su abandono había provocado que reventara por abajo y expulsara lodos pestilentes”, comenta el secretario general de AEMS-Ríos con vida.

Por su parte, la Confederación Hidrográfica Miño-Sil (también dependiente del Gobierno) confirma la destrucción de 29 barreras y la adaptación de otras cuatro con escalas para peces en los últimos años. Sin embargo, la información que facilita no incluye el tamaño de las infraestructuras desmontadas, localizándose justamente en los ríos que gestionan las presas más grandes de Anllarinos e Inferniño. “La presa del Inferniño se construyó en torno del año 1910 para producir electricidad para la zona de Carballiño”, detalla el historiador gallego José Luis Sobrado. “Ya no funcionaba, no era más que un recuerdo del pasado, que no reunía ni siquiera las condiciones de seguridad”, incide este vecino del municipio cercano de Boborás, que no considera que el derribo tuviera trascendencia para las reservas de agua.

Otros organismos que también han impulsado la eliminación de barreras de ríos en el país en los dos últimos años son la Agencia Catalana del Agua, la Agencia Vasca del Agua o la Diputación Foral de Gipuzkoa. En Cataluña, se han retirado la base de un puente, tres azudes, dos vados (suelo firme en un río por donde poder cruzarlo) y una presa: el Pantà de l’Albi, sobre el río Gorg (Lleida), de 7 metros y antiguamente utilizado para regadío, pero ya en desuso. En Euskadi, la Agencia Vasca del Agua retiró cuatro escalones transversales en la zona canalizada del río Deskarga y siete presas pequeñas, con una altura de entre dos y seis metros. Por su parte, la Diputación Foral de Gipuzkoa, con una inversión de cerca de un millón de euros, impulsó la demolición de 13 azudes de entre 0,3 y 5 metros, y de una sucesión de saltos de un metro junto a una depuradora en el río Urola, así como tres actuaciones para adaptar otras tantas barreras.

En la lista de infraestructuras eliminadas aparece alguna pequeña presa más hidroeléctrica fuera de servicio, como la de Henchideros, sobre el río Júcar. “No era muy grande, pero en su día era importante porque era la que generaba electricidad para el pueblo, justo al lado de la presa estaba lo que le llamábamos la fábrica de la luz, pero ya se encontraba en desuso”, cuenta Fernán Gómez, alcalde del cercano municipio de Valdeganga (Albacete). “Yo no sé si usaron dinamita, pero cuando me acerqué lo que vi fueron máquinas excavadoras”, afirma.

Francia y Suecia, los mayores demoledores de barreras

Según Dam Removal Europe, España fue el país europeo que más barreras retiró de los ríos en 2021 y 2022, si bien los que llevan más demoliciones en el cómputo global son Francia (más de 2.400) y Suecia (más de 1.600) —ambas naciones incluyen en estas estadísticas los derribos que ocurren por causas naturales—. En contra de lo que se piensa, estos obstáculos que rompen los ríos no son solo un problema para los peces. El impacto es mucho mayor, pues afecta por completo a la dinámica de estos ecosistemas, a la erosión que provoca el agua, al movimiento de los sedimentos y a la retirada de estuarios y playas.

Más allá del inventario de barreras eliminadas, hoy en día los embalses de España pueden almacenar 56.069 hectómetros cúbicos de agua, lo que supone 1% más que hace 10 años. Esto no es tanto por la construcción de nuevas presas, como por alguna obra de recrecimiento (ampliación) de las infraestructuras ya existentes. Así pues, resulta difícil de argumentar que se estén dinamitando presas que puedan aportar más agua en un momento de sequía como el actual. Paradójicamente, uno de los efectos reales de la escasez de agua es la bajada del nivel de los ríos, lo que amplifica el impacto de las barreras que fragmentan los ríos. Incluso siendo muy pequeñas, la sequía provoca que se vuelvan más grandes.

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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.

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