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Detector de bulos ambientales | Cómo puede haber tantas zonas del mundo que se calientan más rápido que el resto

EL PAÍS rastrea y desmiente en esta recopilación las mentiras más extendidas sobre el cambio climático y el medio ambiente

Bulos ambientales
Situación del pantano de Sau, en Barcelona, a comienzos del mes de febrero.Albert Garcia
El País

Los bulos y noticias falsas sobre cambio climático y medio ambiente corren por las redes sociales, plataformas de mensajería y páginas web. EL PAÍS rastrea esta desinformación para desmentir y aclarar algunas de las mentiras más reproducidas y que resurgen en muchas ocasiones. Si se topa con alguno de estos bulos o con algún mensaje que considere sospechoso, nos lo puede enviar a bulosambientales@elpais.es.

Cómo puede haber tantas zonas del mundo que se calientan más rápido que el resto

Clemente Álvarez

Esta semana la Agencia Europea del Medio Ambiente ha insistido en que el continente europeo es el que más rápido se está calentando por el cambio climático, el doble que la media de la Tierra. Sin embargo, si uno busca en Google, encontrará muchas alertas de otros sitios que también se están calentando más rápido que el resto: el Ártico, Oriente Próximo, África, Rusia, China, Australia, Canadá, México, Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe, la Antártida… Esto genera confusión y no da mucha credibilidad a la advertencia climática. Según ironiza el estadístico estadounidense William M. Briggs, “cualquier lugar de la Tierra se está calentando más rápido que cualquier otro lugar de la Tierra”. Así pues, cabe preguntarse: ¿Qué hay de cierto de todo esto?

La realidad es que, científicamente, sí encaja que en todos esos sitios el aumento de la temperatura sea mayor que la media. Ocurre porque se trata de zonas terrestres en un planeta ocupado en más del 70% de su superficie por océanos. Como explica María José Sanz, directora científica del Basque Centre for Climate Change (BC3), “las masas de agua se calientan mucho más lentamente que las áreas terrestres, entonces, resulta obvio que la superficie terrestre se calienta más rápido”. 

Esto explica la multiplicación de avisos en zonas terrestres sobre la mayor velocidad del calentamiento que la media del planeta, sin embargo, también existen diferencias entre todos estos sitios. Y, si hablamos de continentes, efectivamente, Europa es el que se está calentando de forma más rápida. Como incide Sanz, también integrante de la Mesa del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), uno de los factores que más influyen es el llamado “albedo”, que determina la proporción de radiación que refleja una superficie. En sitios cubiertos por hielo o nieve, la mayor parte de la radiación que llega a la superficie es reflejada. En cambio, en otras zonas (más oscuras) donde no ocurre esto el calor que llega es absorbido por la Tierra, aumentando las temperaturas. “Europa está en el hemisferio norte, y cuanto más cerca del polo norte, del Ártico, más calentamiento, pues hay más cambios con el albedo. En latitudes altas en las que tenías más superficies cubiertas por nieve o hielo, al desaparecer estas cambia el albedo y se calientan más rápidamente de lo que se calentaba antes”, señala la investigadora. 

El falso desastre ambiental de las placas solares

Un operario monta unas placas en un tejado.
Un operario monta unas placas en un tejado.Reuters
Clemente Álvarez

Un “ecodesastre en espera”, “una catástrofe ecológica desconocida y gigantesca”, “un desastre ambiental” del que “nadie habla”. En los últimos días, han aparecido diversos artículos en medios que señalan a las placas solares como una supuesta bomba de efecto retardado que estallará cuando dentro de unos años se conviertan en residuos todos los paneles que se están colocando ahora. Esta hipótesis es falsa por exagerada. ¿De dónde sale esta repentina alarma por las placas solares como residuo? El término “eco-disaster” aparece primero en un artículo en inglés de la BBC del que luego derivan diversas versiones en español y en todas estas publicaciones citan como principal fuente a Rong Deng, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney (Australia), que ha calculado que actualmente hay alrededor de 2.500 millones de paneles solares en todo el mundo. En alguno de los artículos en español se asegura también que se trata de un doctor experto en reciclaje de paneles solares. Sin embargo, en realidad ella es una investigadora y no está de acuerdo con esta visión catastrófica.

“Yo nunca he usado estas palabras tan fuertes, la energía solar no es ningún ecodesastre”, se queja Deng por teléfono desde Australia. “Necesitamos nuevas soluciones para gestionar los paneles solares una vez que termine su vida útil o sean reemplazados, pero esto ni siquiera se aproxima a un desastre, es simplemente un problema que necesitamos resolver”. Según el trabajo de esta investigadora, más del 95% de los materiales utilizados para fabricar un panel solar pueden ser reciclados, siendo las partes más valiosas el silicio, el aluminio o la plata. Sin embargo, como recalca Deng, los sistemas utilizados en la actualidad deben ser mejorados para aumentar el aprovechamiento de estos materiales y evitar que metales valiosos acaben en el vertedero.

No, las hormigas no pueden predecir el final de la sequía

Flamencos, en el entorno de Doñana.
Flamencos, en el entorno de Doñana. JOSÉ MANUEL VIDAL (EFE)
VICTORIA TORRES

Un método de supuesta predicción del tiempo ancestral que no tiene nada de científico se ha extendido en los últimos años. Se trata de las cabañuelas, que usaban los pastores cuando no existían ni la física atmosférica ni los satélites. Consiste en observar ciertos parámetros del tiempo ―como la temperatura, la forma de las nubes y la dirección del viento― y algunos comportamientos animales ―como el vuelo de las aves, la presencia de hormigas aladas y el orejeo de las mulas― durante los primeros 12 días de agosto en España ―enero en Latinoamérica―, que se consideran de ida, y los 12 siguientes, de vuelta. Sus resultados se proyectan a los 12 meses del año y son muy abstractos y locales. 
Este método ha alcanzado una gran visibilidad gracias al espacio que conceden muchos medios de comunicación a Jorge Rey, un joven de 16 años al que presentan como meteorólogo sin, obviamente, serlo. Rey es un aficionado que aprendió las cabañuelas de un pastor de su pueblo, Monasterio de Rodilla (Burgos), y que las combina con los pronósticos de los modelos meteorológicos. Se le atribuye, falsamente, el hito de haber predicho Filomena, y todos los años insiste en que habrá una nueva Filomena, aunque nunca llega. A pesar de ello, es entrevistado habitualmente en radios, televisiones y periódicos. 
El chico tiene 65.400 seguidores en Instagram; Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), 22.300. Los verdaderos expertos subrayan una y otra vez que este sistema es una mentira. “Es una tradición folclórica que no tiene rigor ni validez, el horóscopo de la meteorología”, dice Beatriz Hervella, de Aemet. “Es como predecir el final de la guerra de Ucrania con los posos del té”, ejemplifica el portavoz, Rubén del Campo, mientras que el experto en supercomputación aplicada a la meteorología Daniel Santos Muñoz lo compara “con la marmota Phil de Pensilvania, el pulpo Paul de la Eurocopa, la homeopatía o el tarot”.

No, no se está provocando la sequía en España con geoingeniería

Estelas dejadas en el cielo por los aviones en La Rioja.
Estelas dejadas en el cielo por los aviones en La Rioja. Getty Images
Manuel Planelles

Periódicamente y desde hace años, las teorías sobre las estelas inundan las redes. Es, quizás, una de las conspiraciones más populares, tal vez porque solo hace falta mirar al cielo para ver ese rastro que dejan los aviones. Pero esas estelas no son la prueba de que se esté fumigando con productos químicos a la población. Y tampoco son la prueba de que se esté evitando la lluvia con geoingeniería. Esta última mentira es la que se replicó durante abril y mayo, cuando la falta de lluvias fue muy pronunciada en la Península debido a los anticiclones que bloqueaban la llegada de precipitaciones. Esta conspiración saltó, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, a la Fiscalía de Medio Ambiente, donde se presentaron decenas de denuncias (que no son admitidas). Un informe del Ministerio Público aclara que esas estelas no son más que "nubes de hielo" y no existe ningún plan secreto para bloquear la lluvia en España.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lleva años negando también ese supuesto plan secreto de geoingeniería. En este documento de preguntas y respuestas detalla que “las estelas de condensación son nubes de hielo, en forma de largas líneas, que surgen en ocasiones al paso de un avión, por condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores”. “Las estelas en sí, son simples nubes de hielo, que no pueden envenenarnos”, concluye Aemet en ese texto.

No, no se están tirando cientos de presas que podrían almacenar agua

Estado del embalse de Sierra Boyera, en Belmez (Córdoba), a finales de mayo.
Estado del embalse de Sierra Boyera, en Belmez (Córdoba), a finales de mayo.PACO PUENTES
Clemente Álvarez

Este es un bulo que cobra una dimensión especial al lanzarse en el contexto de una prolongada sequía en España: el Gobierno está tirando cientos de presas y ahora dicen que falta agua. No, no es cierto, la realidad es que la capacidad de almacenamiento de reservas hídricas en España es hoy mayor que hace unos años, no tanto porque se hayan construido más embalses sino por alguna obra de recrecimiento (ampliación) de los existentes. Hoy en día, hay infraestructuras para almacenar 56.069 hectómetros cúbicos de agua, un 1% más que hace 10 años.

¿Entonces por qué la organización Dam Removal Europe considera a España como el país europeo líder en la demolición de este tipo de construcciones? Lo cierto es que sí se están retirando cientos de obstáculos que cortan las corrientes fluviales en el país, pero se trata mayoritariamente de azudes (construcciones de mucho menor tamaño que las presas para derivar agua de los ríos) y otras barreras pequeñas que han quedado en desuso.

También hay presas obsoletas que merece la pena eliminar de los ríos por no cumplir ya su función o no compensar los costes de mantenimiento para que no se vuelvan un peligro. Sin embargo, como explicamos en este especial sobre la retirada de barreras artificiales que fragmentan los ríos de todo el continente, del más de un millón de obstáculos que el proyecto Amber estimó en 2020 que había en las corrientes fluviales de Europa, dos terceras partes tienen menos de dos metros de altura. Y, según Carlos García de Leaniz, el investigador principal de esta iniciativa europea, una de cada cuatro barreras de los ríos está fuera de uso. Tirarlas no tienen ninguna incidencia en las reservas de agua y resulta muy positivo para recuperar los ríos.

Recordatorio para el futuro: tampoco sirve de gran cosa tener muchos embalses, si luego se quedan vacíos (como ocurre en la imagen de arriba, con el de Sierra Boyera, en Córdoba).

No, la ciudad de los 15 minutos no implica encerrar a la gente en su barrio

Esquina entre Borrell y Consell de Cent, en Barcelona.
Esquina entre Borrell y Consell de Cent, en Barcelona. AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
Miguel Ángel Medina

La ciudad de los 15 minutos es un modelo que pretende reorganizar las urbes para intentar que cada persona tenga cerca todo lo que necesita en su día a día (servicios públicos, colegios, tiendas, parques…) y más facilidades para caminar y moverse en bici. Una idea, en principio amable, que ha generado miles de bulos, espoleados por cuentas de ultraderecha.

La mecha prendió con críticas a los cortes de tráfico en calles de varias urbes anglosajonas (pues para facilitar la movilidad sostenible hay que quitar espacio al coche), y fueron subiendo de nivel: primero, que la ciudad de los 15 minutos supone cerrar calles al tráfico y esto quita libertad de movimiento (lo cual es falso, pues hay muchas formas de moverse en las urbes). Después, que es un plan para encerrar a la población en su barrio; más adelante, que consiste en prohibir los coches, fraccionar las ciudades en guetos identitarios y controlar las emisiones de carbono de cada ciudadano mientras los poderosos siguen viajando en jets privados. Por último, que es un plan para encerrar a la población en su barrio, cosa que no solo no es cierta, sino que da la vuelta a la realidad: de hecho, hay muchos nuevos barrios donde no hay servicios ni tiendas y se fía todo al coche, quitando la libertad a quien no conduce.

Carlos Moreno, el profesor creador del concepto, les responde: “Es un delirio decir que vamos a encerrar a los ciudadanos en su barrio. La ciudad de los 15 minutos es lo contrario, que puedas moverte libremente por tu barrio a pie o en bici, y luego por toda la ciudad en bici o transporte público, que es el medio para conectar los barrios”.

Aquí se puede saber más sobre la ciudad de los 15 minutos y sus bulos.  

¿Qué significa que para producir un kilo de carne hacen falta 15.000 litros de agua?

Un chuletón.
Un chuletón. SANTI BURGOS
Clemente Álvarez

Mensaje en Twitter de este sábado 10 de junio: "El bulo de los 15.000 litros para producir 1 kilo de carne de ternera parece que ha triunfado. Se repite en cualquier conversación que implique crítica a la ganadería. Verás cuando se enteren de que esa agua de lluvia cae en los campos con vacas o sin ellas". Resulta cierto que se tiende a interpretar mal las mediciones de la huella hídrica, pero lo que dice este tuit es también una verdad a medias. Cuando se utiliza esta metodología creada por el holandés Arjen Hoekstra para calcular cuántos litros de agua se necesitan para producir un determinado alimento hay que tener muy en cuenta que el cálculo incluye tanto el riego como la lluvia. En el caso de la carne, la mayor parte del agua estimada está relacionada con el riego o la lluvia que han hecho falta para producir a su vez el alimento que ha comido la vaca (por eso es una cantidad muy alta). Ahora bien, la importancia real de la huella hídrica depende de dónde se produzca. Si el ganado se ha alimentado de pastos en un lugar lluvioso, efectivamente, lo que se está contabilizando es agua de lluvia que caerá con vacas o sin ellas. Pero si el animal ha sido criado en una región seca, en un momento de sequía o con alimentos que han requerido de mucho riego entonces su impacto es muy distinto. Por ello, al referirse a un cálculo realizado con esta metodología resulta clave saber dónde se produce ese alimento y qué proporción de agua de riego o lluvia se ha utilizado allí.  

Esta herramienta de medición resulta muy interesante, pero debe utilizarse con cautela. Este post advertía de los errores de interpretación de la huella hídrica hace ya más de 10 años, pero sigue siendo válido para entender mejor la metodología: Los 1.216 litros de agua de una pizza margarita.

No, la tuberculosis bovina no es un bulo para favorecer la entrada de carne de Marruecos

Unas reses, en mayo, en una finca de Salamanca.
Unas reses, en mayo, en una finca de Salamanca. Emilio Fraile
Esther Sánchez

Entre los bulos más recientes hay uno que dice que la tuberculosis bovina que tanto revuelo ha levantado estos días en Castilla y León es mentira y forma parte de un plan para favorecer la entrada de carne de Marruecos. Entre aquellos que rechazan las restricciones de movimientos de ganado debido a esta enfermedad ha surgido el argumento de que los controles europeos para evitar la extensión de la tuberculosis bovina son en realidad una forma de aumentar la importación de carne del país del norte de África. Esto no es así, primero porque se trata de una enfermedad muy seria que puede tener un enorme impacto en la ganadería. Y segundo, porque la legislación establece que no se pueden mover animales vivos si se han dado casos de tuberculosis bovina, pero sí que permite vender la carne.

Es muy complicado que la enfermedad salte a los humanos a través de la alimentación así que la carne puede ser consumida tras pasar los controles pertinentes en el matadero. "Es perfectamente apta, siempre que así lo indiquen los veterinarios”, explica Joaquín Gargallo, responsable de vacuno de carne de la organización COAG. No existe ningún veto comercial en ese aspecto, que facilitase la entrada de carne de otros países. En cambio, lo que sí puede darse es el efecto contrario: un veto a la venta de animales vivos de España a otros países, incluso de zonas sin riesgo, por la desconfianza generada si no se realizan de forma adecuada estos controles en el país.

Sí, el ser humano es el principal responsable del cambio climático

Archipiélago de las islas Svalbard, en el océano Glacial Ártico.
Archipiélago de las islas Svalbard, en el océano Glacial Ártico. Luis Manuel Rivas
Manuel Planelles

Los bulos negacionistas del cambio climático van evolucionando. Desde negar la evidencia sobre el calentamiento del planeta (con argumentos como que siempre ha hecho este calor cuando se produce un episodio de altas temperaturas) hasta rechazar que sea el ser humano el principal responsable de esta crisis. Uno de los bulos más extendidos se resume así: siempre han existido cambios climáticos y el actual no es responsabilidad del ser humano. La primera parte es cierta, la segunda no. Efectivamente, en el pasado se han producido cambios climáticos que han enfriado o calentado el planeta. Pero la diferencia en el caso del actual es que el responsable es el ser humano debido a las emisiones de gases de efecto invernadero que genera su actividad (fundamentalmente, por la quema de los combustibles fósiles). 

La ciencia es clara y miles de artículos respaldan que el hombre es el principal responsable. La última gran revisión realizada por el IPCC (el panel internacional de expertos que analiza toda la literatura científica para sentar las bases sobre el cambio climático) fue tajante al afirmar que es “inequívoco” que el ser humano y sus actividades han “calentado la atmósfera, el océano y la tierra”. Y esto ha generado cambios “generalizados y rápidos en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera”. Sus conclusiones son ratificadas por los casi 200 países (prácticamente, todos los del mundo) que participan en las negociaciones climáticas. Y, aunque pueda parecer novedoso, desde hace décadas existe ese consenso internacional sobre este asunto, aunque se intenten sembrar dudas. La todavía vigente Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, de 1992, reconocía de partida que “las actividades humanas han ido aumentando sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera” y “ese aumento intensifica el efecto invernadero natural”, lo que dará “como resultado, en promedio, un calentamiento adicional de la superficie y la atmósfera”. Y ese calentamiento ya ha ocurrido.

Aquí puede conocer más sobre el cambio climático, sus causas y sus efectos.

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