Pilar Bardera, jefa de psicología de la UME: “Lo que se ha vivido en la Ciudad de la Justicia, con decenas de cadáveres llegando, ha sido muy duro”
La teniente coronel formará parte del punto de atención psicológica para familiares de víctimas y desaparecidos que abre este miércoles en Valencia
Pilar Bardera (Madrid, 55 años) es teniente coronel y jefa de la sección de psicología de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Es psicóloga militar desde hace 30 años y lleva 9 en la UME. Desde el miércoles organiza a los profesionales desplegados en las zonas afectadas por la dana de Valencia, que se ha cobrado ya 215 muertos en la zona, 211 en la Comunidad Valenciana. Su equipo es el encargado de cuidar y dar asistencia a los militares, a aquellos que están rescatando personas, encontrando cuerpos sin vida y tratando de paliar los efectos de la catástrofe, para que puedan hacer su trabajo y ser efectivos.
Pero Bardera está también participando en la creación del punto de atención psicológica para familiares de víctimas y desaparecidos de la Conselleria de Sanidad de la Generalitat, que se pondrá en marcha el miércoles en el centro de eventos de Feria Valencia y en el que colaboran la comunidad autónoma, la dirección general de víctimas del Ministerio de Justicia y la UME.
Nos da esta entrevista en una calle en el municipio de Massanassa rodeada de máquinas, de bomberos, de militares, de voluntarios, de coches amontonados, de muebles, y de un lodo que lo impregna todo y que en algunas calles aún cubre hasta la rodilla, “Yo no había visto en España nunca algo de esta envergadura”, dice. A lo largo de la entrevista se emociona varias veces al recordar lo vivido estos días.
Pregunta. ¿Qué peculiaridades está teniendo esta catástrofe?
Respuesta. Se están viviendo situaciones de muy alto impacto emocional. Nosotros en la UME hacemos de manera continuada lo que se llama prevención primaria, formar a militares para que estén preparados para cuando pase algo así. Pero lo que se han encontrado aquí es muy duro. Lo que han vivido, por ejemplo, los equipos que están en la Ciudad de la Justicia y en la Feria de Muestras, con las decenas de muertos que iban llegando uno tras otro, es muy fuerte. Algunos ya habían vivido situaciones como atender durante la pandemia en la morgue del Palacio de Hielo, en Madrid, pero otros es la primera vez que intervienen en una catástrofe de estas dimensiones.
P. ¿Cómo trabaja su equipo?
R. Nosotros damos asistencia psicológica a los equipos de la UME, pero al final también estamos con la población civil y con quien vemos que lo necesita. Cuando se identifica lo que nosotros llamamos un “incidente crítico” ―por ejemplo, que se vaya a un lugar donde sabemos que se van a encontrar cadáveres―, hacemos un seguimiento de los militares que participan en esa intervención. Pero también se intenta acompañar a las familias que están sufriendo esa pérdida. En esta catástrofe todo el mundo hace de todo y lo que puede. En nuestro caso, también: los psicólogos se mueven en vehículos de dos en dos y atienden a compañeros o a una persona que ven en la calle a la que le está dando un ataque de ansiedad.
P. ¿Cómo está, psicológicamente, la población civil?
R. Creo que es muy importante que empiece a funcionar el centro de atención psicológica para víctimas y desaparecidos. Aquí se están viviendo cosas muy fuertes. La gente necesita acompañamiento. En cuanto te paras con alguien enseguida se pone a llorar, a contarte su historia, a rememorar cómo fue todo. Ahora estamos todos con la adrenalina de lo que hay que hacer, de seguir buscando a los desaparecidos, limpiando calles y casas, pero desde un punto de vista psicológico hay, y habrá, mucho que procesar.
P. ¿Qué es lo más duro?
R. Lo peor son los casos en los que aparecen niños muertos. Por supuesto, para las familias. Pero también para todos los que intervienen. En la Ciudad de la Justicia han visto llegar bolsas que ya desde el principio por el tamaño ves que contienen el cuerpo de un bebé o de un niño pequeño. Son imágenes, vivencias, que se quedan dentro para siempre. Yo he trabajado en el terremoto de Turquía, mis equipos estuvieron en La Palma con el volcán, casi todos los militares que tenemos aquí activados han estado desplegados en misiones internacionales y están formados en aplicar técnicas cuyo origen está en la psicología militar y en las grandes guerras del siglo XX.
P. ¿Cómo se aborda psicológicamente algo como lo sucedido estos días?
R. La bibliografía te dice que el impacto traumático de las catástrofes naturales es inferior al de las causadas ocasionadas por las personas, como el terrorismo, por ejemplo. Pero no es lo que estamos viviendo aquí. Probablemente por lo imprevisto, por la magnitud, por lo extraño que es que en lugares que están al lado, como la ciudad de Valencia, la vida siga tan normal mientras tú lo has perdido absolutamente todo. Son como dos realidades paralelas, una al lado de la otra, y cuesta hacerse a la idea de que te haya tocado a ti. Por otro lado, la gente que ha sufrido pérdidas humanas, que se ha quedado sin casa, sin calle, sin nada, no estaba preparada para algo así, que además sucedió en minutos y sin que lo esperaran.
P. ¿Cómo funcionará el centro de atención a familiares de víctimas y desaparecidos?
R. Aquí pueden acudir cada día de 9.00 de la mañana a las 19.00 los familiares y serán atendidos por un equipo de psicólogos clínicos, psiquiatras, personal de enfermería y trabajadores sociales. Se intentará prestarles toda la asistencia que sea precisa ante algo tan duro como lo que están viviendo.
P. ¿Qué es lo que más le ha impactado a usted?
R. Lo que más me ha impresionado han sido, los primeros días, las oleadas de gente en estado de conmoción, moviéndose de un lado a otro, completamente desorientada, sin acabar de creerse lo que les acababa de pasar. Tengo ese recuerdo de muchísimas personas caminando en medio de un escenario apocalíptico. Entrar en uno de estos pueblos era como entrar en una batalla. Nunca había vivido en España algo de esta envergadura. Luego, es verdad que la gente se ha ido organizando para ayudarse, y esto ha sido algo maravilloso, muy emocionante.
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