La noria de la corrupción gira sin cesar y lo tapa todo en el Congreso

El chalet de José Luis Ábalos y los supuestos lingotes de oro de Delcy Rodríguez. La esposa y el hermano del presidente del Gobierno. El novio de Isabel Díaz Ayuso. Los ERE de Andalucía y las mentiras del 11-M. Eduardo Zaplana, Rodrigo Rato, Jaume Matas y M. Rajoy. José Barrionuevo y los calzoncillos de Luis Roldán. Inmoral, corrupto, podrido, delincuente, perdonavidas, mentiroso, nepotismo, fraude, organización criminal, bulos, fango… En esos términos se desarrolla una sesión de control parlamentario al Gobierno en España un 23 de octubre de 2024. La noria de la corrupción giró tanto en uno y otro sentido, adelante y atrás, en el espacio y en el tiempo, de un extremo al otro del hemiciclo, que si alguien se hubiese remontado, este miércoles en el Congreso, al caso del estraperlo que hundió la figura de Alejandro Lerroux en la II República, ni siquiera habría parecido extraño.

En las casi tres horas de la sesión semanal de control también se habló de vivienda, del IVA de los productos agrarios o de los próximos Presupuestos del Estado. Fueron fugaces momentos protagonizados por grupos minoritarios como ERC, Junts y el PNV. El resto del tiempo transcurrió en un chapoteo continuado en el charco de las aguas más pestilentes. El PP cumplió su palabra de convertir la sesión en un monográfico, aun en ausencia del presidente y de parte del Gobierno, que estaban en la cumbre ibérica de Faro (Portugal), lo que permitió a Alberto Núñez Feijóo dejar también su escaño vacío. Los populares movilizaron a 11 diputados para hacer girar la noria sin descanso y sin dar margen a ningún otro tema. Hasta la pregunta a la ministra de Igualdad versó sobre Begoña Gómez. Al de Transformación Digital y Función Pública le inquirieron por el contrato del hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz. La respuesta sirvió para añadir otro supuesto escándalo desconocido a los muy conocidos que unos y otros se arrojaban a la cara: el ministro Óscar López acusó a su interlocutora del PP, Mercedes Cantalapiedra, de un “intento de pelotazo urbanístico” que “lo sabe todo Valladolid”.

La avalancha del PP se asentó en lo que ya se conoce —los indicios de gravísimos comportamientos por parte del exministro y exnúmero dos del PSOE José Luis Ábalos—, en las conclusiones que extraen de ello los propios populares —repitieron la idea de que hay “11 ministerios implicados” en el caso, sin explicar de qué manera— e incluso en lo que todavía no se conoce. A esto último pertenece un objeto que empieza a adquirir cualidades míticas en boca de los populares, un Grial con poderes para derribar al Gobierno: el “misterioso pendrive de Ábalos”, como lo llamó Cuca Gamarra. “¿Hay cosas suyas ahí dentro también?, ¿lo sabe, no lo sabe?”, preguntó con tono acusador el portavoz popular, Miguel Tellado, al ministro de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, tras calificar al Gobierno de “clan de los lingotes”. “Tenga cuidado con los pendrive y los discos duros”, aconsejó otro diputado popular, Fernando de Rosa, a Óscar López. De Rosa, magistrado de profesión y muy vinculado al expresidente valenciano Francisco Camps, concluyó sobre el ministro: “A usted no lo han nombrado, lo han aforado”.

El PP sigue tirando por todo lo alto. Ábalos, según el olfato deductivo de Tellado, se limitaba a hacer “todo aquello que ordenaba el 1″, es decir, Sánchez. Estamos, repitieron varios populares, ante “el Gobierno más corrupto de España”. Y ahí entraron en liza los socialistas recordando el nutrido historial del PP al respecto para devolver la acusación en los mismos términos: “El partido más corrupto de España”, sentenció Bolaños.

Como escudo del Gobierno lidiaron con la ofensiva la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y Bolaños. “Salimos al ataque”, anunciaban fuentes de La Moncloa. Eso significaba no contestar a las acusaciones de la oposición ni a las preguntas concretas sobre el caso Koldo, y retrucar con los viejos escándalos del PP y con el fraude fiscal admitido por la pareja de Ayuso. Sobre esto último Bolaños insistió, diccionario en mano, en llamar a Alberto González Amador “delincuente confeso”. El ministro preguntó a Cayetana Álvarez de Toledo qué le parecía el comportamiento de este “ciudadano ejemplar”. Los populares estallaron en protestas aduciendo que la sesión era de control al Gobierno, no a la inversa.

— Yo pregunto, usted contesta— le ordenó en tono enérgico la diputada popular.

—Le ruego que controle sus tics autoritarios y perdonavidas, porque yo no se los permito— repuso el ministro.

Montero también se refirió al plante de Ayuso al presidente del Gobierno y puso en pie a todo el grupo socialista al arengar a la bancada rival: “Eso es lo que ustedes practican: la insumisión institucional. Con el Tribunal Constitucional, con la Fiscalía y ahora con la Presidencia del Gobierno”.

El otro pilar del discurso de los socialistas consistió en sostener que el PP usa la corrupción como “cortina de humo” para “tapar” la buena marcha de la economía y no hablar de “los problemas de los ciudadanos”. Montero y Bolaños aludieron varias veces al informe del FMI que prevé que la economía española sea la que más crezca entre los países desarrollados. La vicepresidenta fue la que puso más ahínco en ese aspecto. No solo subrayó que la “economía va como un tiro” sino que recuperó en dos ocasiones aquel célebre “España va bien” de José María Aznar.

Un día más, aparte de la derecha, el Gobierno se topó con otra dura embestida de Podemos. Su secretaria general, Ione Belarra, acusó al Ejecutivo de hacer política de derechas y elevó al máximo las exigencias para aprobar los Presupuestos: ruptura de relaciones con Israel y reducción del 40% del precio de los alquileres. Montero replicó sin reparar mucho en diplomacias. Recriminó a Belarra y los suyos que se “erijan como los únicos legitimados para repartir carnés de izquierda” y concluyó que con tal actitud le “hacen en el juego a la derecha”. En la bancada popular, Tellado sonreía satisfecho.