Sánchez aprieta para tener Presupuestos en el primer trimestre de 2025 y encarrilar la legislatura
Pese a la presión de la oposición y algunos jueces, la coalición y los socios multiplican los contactos para rematar la negociación tras los congresos de Junts y ERC
En el complejo mundo de equilibrios de la política española, fraccionada en muchos pedazos y donde casi todos son imprescindibles para completar el puzzle, casi nada es lo que parece a primera vista. En una ojeada general, el Gobierno parecería contra las cuerdas, golpeado por un caso de corrupción grave, el primero que sufre un Ejecutivo que llegó al poder precisamente tras la sentencia del caso Gürtel, que derivó en una moción de censura. Además, distintas decisiones judiciales han sido muy perjudiciales para el Ejecutivo, como la última de esta misma semana, con un auto muy duro que criticaba al presidente, Pedro Sánchez, por presentar una querella por prevaricación contra el juez Juan Carlos Peinado, con algunas frases con claro regusto político. La oposición está además lanzada, y Alberto Núñez Feijóo habla de la “agonía judicial” que le espera a Sánchez y dice que el presidente “está en un punto de no retorno”.
Y sin embargo, por debajo de ese foco, en el que el PP llega a decir que su trabajo es “echar al Gobierno”, en un ambiente destituyente, la cúpula de Pedro Sánchez, con sus tres principales negociadores al frente -Félix Bolaños, María Jesús Montero y Santos Cerdán- está en una realidad completamente diferente. Todos los equipos, al máximo nivel político pero también en el técnico, están dedicando estas últimas dos semanas muchas horas, en reuniones discretas, a configurar una realidad opuesta a la que quiere ofrecer el PP de un Gobierno en sus últimas horas. Están negociando los Presupuestos con todos los grupos, incluido Coalición Canaria, que no estuvo en la mayoría de investidura pero sí parece dispuesto a entrar en las Cuentas a cambio obviamente de contrapartidas para Canarias. Todos están implicados en esta negociación, incluido Sánchez, que habló de este asunto con Fernando Clavijo, presidente canario, cuando le visitó en La Moncloa la semana pasada.
La idea con la que se trabaja en La Moncloa es tener lista al máximo la discusión técnica de todas las partidas para poder cerrar la negociación política en cuanto pasen los congresos de Junts -27 de octubre- y de ERC -30 de noviembre- y empezar a tramitar las Cuentas, con un decisivo debate de enmiendas a la totalidad que es la gran votación inicial que decide casi todo.
Con estos plazos, si todo va bien, los Presupuestos estarían aprobados en el primer trimestre de 2025, probablemente en febrero, aunque no hay certezas porque son muchas las variables y sobre todo está en juego la más imprevisible, la de Junts. Eso supondría una nueva prórroga -se tiene que hacer automáticamente al acabar el año- pero breve, y desde el punto de vista político sería un éxito absoluto que convencería a todos -incluida la oposición, que quiere ofrecer la imagen contraria- de que la legislatura va para largo.
De hecho, el propio PP, esta semana, en un desliz de Elías Bendodo, ha admitido que es consciente de que ese escenario es posible e incluso probable. Desde luego todos, tanto en el Gobierno como en los grupos, están trabajando en esa línea. Las reuniones se multiplican, también con Junts, y si hay negociación es porque se busca un acuerdo, aunque siempre puede no salir.
Consciente de esta realidad, Feijóo refuerza también su presión al PNV y Junts para que rompan con el Gobierno, pero las respuestas esta semana han sido contundentes en sentido contrario. El PNV ha dejado clarísimo que está negociando y que no piensa tumbar a Sánchez por la corrupción como hizo con Mariano Rajoy, porque como explicó Aitor Esteban, su portavoz, al PSOE le han visto “una reacción rápida” que no vio antes en el PP, porque Sánchez ordenó la expulsión de Ábalos hace ocho meses, cuando se conocieron los primeros indicios aunque no estaba imputado. “Nuestra intención es seguir apoyando al Ejecutivo”, dijo Esteban. En Junts no son tan explícitos, y siempre muestran distancia y no dan nada por seguro, pero la rápida reacción de la cúpula para desautorizar a Laura Borrás, la presidenta del partido, aunque cada vez más apartada del núcleo de poder, que había apuntado la posibilidad de apoyar una moción de censura de Feijóo, deja claro que los de Puigdemont en este momento apuestan por negociar con Sánchez para sacar el máximo de contrapartidas y así poder hacer política y aprovechar que sus siete escaños son claves. Fuentes de Junts señalan que las negociaciones son intensas y si el PSOE le da lo que piden, habrá acuerdo. Aunque las posiciones siguen alejadas, queda tiempo y sobre todo parece que hay voluntad política. Con Junts hay que acordar primero la senda de estabilidad, el primer paso para los Presupuestos, y el reparto del ajuste del déficit entre comunidades y administración central.
Además de la gestión diaria habitual de cualquier Gobierno, esto es lo que concentra las horas del núcleo duro, cada uno en su esfera: Cerdán con Junts, con viajes a Suiza incluidos; Bolaños con ERC y los demás grupos, pendiente también de toda la tarea legislativa, de la negociación interna en la coalición y del Consejo de Ministros, cuya tarea lidera; y María Jesús Montero detrás de todas las discusiones económicas con Junts y todos los demás socios, las más importantes para sacar adelante los Presupuestos, que son un sudoku muy complejo.
El PP aún confía en que todo se vaya al garete o las cesiones de Sánchez sean tan fuertes que le desgasten. Y sobre todo cree que algunos jueces le seguirán haciendo daño, aunque es muy probable que la querella que presentaron los populares acabe en fracaso. Pero en el Gobierno la idea es exactamente la contraria: “Ellos apuestan toda la estrategia a la oposición judicial, pero nosotros tenemos algo mucho más fuerte: los votos y la mayoría para seguir gobernando”, resume un miembro del Ejecutivo. En las próximas semanas se dilucidará todo. Si no salen los Presupuestos, Sánchez lo tendrá mucho más difícil. Pero aún así, seguirá sin haber una mayoría alternativa, y el presidente insiste en público y en privado en que seguirá gobernando. Pero el plan A es otro, y es en lo que está trabajando a fondo todo el Gobierno.
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