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San Sebastián cierra la puerta al surf en uno de los pulmones verdes de la ciudad

El Ayuntamiento donostiarra impide construir un parque de olas artificiales en una zona rural. La empresa promotora decide trasladar su proyecto a la Costa Blanca

El surfista Artiz Aranburu, subido a una ola artificial, en una imagen cedida por Wavegarden.
El surfista Artiz Aranburu, subido a una ola artificial, en una imagen cedida por Wavegarden.Youtube
Mikel Ormazabal

San Sebastián cierra la puerta a la construcción de un gran parque de olas artificiales en uno de los pulmones verdes de la ciudad. La empresa Wavegarden, dedicada a la investigación, diseño y puesta en marcha de sistemas de generación de olas en tierra firme, había proyectado instalar su centro tecnológico de referencia en uno de los corredores ecológicos de la capital donostiarra. El plan de abrir un “jardín de olas” en la colina de Antondegi, en el barrio de Martutene y a unos cuatro kilómetros de las playas de la ciudad, ha sido abortado por el Ayuntamiento tras clasificar esa área como un terreno rural no urbanizable. La compañía lamenta esta decisión y ha decidido ubicar en La Nucía (Alicante) su principal instalación en España, actualmente en construcción y cuya apertura se espera en 2025. Los grupos ecologistas celebran el veto donostiarra a la piscina de surf en ese emplazamiento.

“Es una pena”, afirma un portavoz de Wavegarden, “porque habíamos previsto crear en San Sebastián un parque de surf referencial, respetuoso con el medio ambiente”. La inversión en esta infraestructura era de 40 millones de euros, añade. Esta compañía cuenta con un centro de demostración en la localidad guipuzcoana de Aizarnazabal (a 40 kilómetros de San Sebastián). Es su laboratorio y banco de pruebas al aire libre que le sirve para exportar la fórmula por todo el mundo. En la actualidad cuenta con ocho piscinas de olas (dos en Brasil, otras dos en Australia y una en Suiza, Corea del Sur, Bristol (Reino Unido) y la citada de Aizarnazabal). Su plan era desmantelar las instalaciones de Aizarnazabal para trasladar a San Sebastián su gran centro de operaciones y laboratorio al aire libre. Propuso al Ayuntamiento donostiarra hacerlo en una parcela de seis hectáreas en Antondegi, una extensión rural de 97 hectáreas en total donde también se había previsto construir un polígono de 3.000 viviendas.

Finalmente, el consistorio ha dado marcha atrás. No habrá pisos ni parque de olas en Antondegi. La revisión del plan general urbanístico impide esos desarrollos en este ámbito rural. La compra a Defensa de los terrenos de los cuarteles militares de Loiola, que en el futuro se transformará en una zona residencial con 1.700 viviendas, resuelve en parte las necesidades residenciales de una de las ciudades con los precios de los pisos más elevados de España. La colina de Antondegi mantendrá su actual fisonomía naturalística y no podrá acoger otros usos que no sean rurales. Los colectivos ecologistas y de vecinos, que exigían la declaración de esta zona como no urbanizable, aplauden la decisión municipal: “Valoramos positivamente que se cancele la construcción de la piscina de olas y se proteja la loma de Antondegi por sus valores naturales y su función como corredor ecológico”, afirma Xabier Saralegi, miembro de la sociedad ornitológica Itsas Enara.

Las asociaciones conservacionistas (Greenpeace, Eguzki, Haritzalde, Surfrider Foundation Europa, entre otros colectivos) calificaron de “totalmente irresponsable y fuera de toda lógica sostenible” construir un parque de olas en Antondegi “a costa de destrozar una loma de gran valor natural”. Los colectivos críticos se han opuesto, entre otros motivos, porque a poca distancia de este enclave rural “hay olas naturales en la playa de La Zurriola”. Wavegarden ha argumentado que este arenal está “masificado” e impide iniciarse en el surf, y ha defendido su proyecto donostiarra con el siguiente argumento: “Hoy está aceptado que haya rocódromos habiendo montañas y piscinas existiendo el mar. ¿Por qué negar una instalación equivalente a los surfistas?”.

La empresa vasca ha recibido con resignación el veto del Ayuntamiento donostiarra, aunque sus responsables se muestran “abiertos” a buscar otro emplazamiento en la ciudad para abrir un parque de olas artificiales: “Si el Ayuntamiento nos propone otro terreno que se adapta a nuestras necesidades, lo pensaríamos, por supuesto”, afirma un representante de la compañía fundada en 2005 por el ingeniero vasco Josema Odriozola y la economista alemana Karin Frisch. En San Sebastián habían ideado crear un centro de I+D en torno a un recinto con olas artificiales para promocionar este deporte en el norte de España -con acceso libre por 20-40 euros la hora- y orientado también a la tecnificación de surfistas expertos. El plan consistía en sustituir al que existe en Aizarnazabal, que no está abierto al público, salvo para visitas especiales, como las que, por ejemplo, ha realizado Shakira con sus hijos en alguna ocasión de modo privado.

Prototipo de un parque de olas de Wavegarden.
Prototipo de un parque de olas de Wavegarden.
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Las piscinas de olas que construye Wavegarden tienen capacidad para acoger a un máximo de 90 surfistas cada hora. La tecnología permite formar más 20 tipos de olas diferentes, adaptadas al perfil de los practicantes, sean estos aprendices o expertos, y generar entre 300 y 1.000 olas cada hora.

Todo el esfuerzo inversor y los recursos humanos que iban a destinar a la instalación prevista en San Sebastián se derivan ahora a la Costa Blanca, donde ya se está construyendo un parque de olas en la ciudad deportiva Camilo Cano de La Nucia: “Por allí pasan 5.000 deportistas al día y recibe una gran cantidad de turistas en verano. Es una zona con 320 días de sol al año, ideal para poner en marcha nuestro proyecto. Estará abierto entre la Semana Santa y el verano del año que viene”, explica un representante de Wavegarden. Paralelamente, la compañía vasca sigue adelante con su proyecto de participar como proveedor tecnológico en la creación en Madrid de “la playa urbana más grande de Europa”, situada junto al estadio Metropolitano. “Madrid va a tener una playa con olas para surfear. Va a dar mucha vida a esa zona sur de la ciudad que ha estado bastante abandonada”, comenta.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.
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